La boda de Cristina y Óscar en Vilagrassa, Lleida
Rústicas Verano Morado 4 profesionales
C&Ó
13 Sep, 2014El día de nuestra boda
Aunque vivimos en Lleida ese día decidimos salir desde casa de nuestros padres, él en Lleida y yo en Bellpuig, y celebrar la boda en Vilagrassa.
La tarde antes fuimos a llevar la decoración al Ayuntamiento, conocimos al concejal y repasamos una vez más el guión y el salón de actos, practicando nuestras entradas. Luego hicimos un último viaje al restaurante para llevar más cosas, supervisar las mesas, colocar los detalles personalizados para cada invitado. ¡Quedé alucinada en ver el comedor casi casi preparado, y a un lado las cosas para el Photocall!
Luego me dejó en casa de mis padres, donde encontramos a mi hermano y ahora cuñada colocando los lazos en el coche. Mi madre llevaba días limpiando todo y había llenado todo de detalles y flores blancas. Esa noche nos acompañaron también unos amigos de mis padres. Fui a dormir pronto, pero sin decir nada me quedé un buen rato en mi habitación con los auriculares ensayando otra vez la coreografía para el baile. No podía parar de pensar en todo, de mirar mis cosas una y otra vez, etc.
Seguir leyendo »Hacia las 9h me desperté, me di una ducha y sobre las 10h fuimos las cuatro a la peluquería: mi madre, su amiga (haciéndonos fotos con el móvil), mi cuñada y yo. Todas quisimos peinados sencillos pero tengo el pelo largo y salimos a las 13h. La boda fue a las 18h, pero mi madre estaba tan nerviosa que quería hacer todo prontísimo, así que a la 13h30 la mesa ya estaba preparada; y no comimos antes porque esperamos los suegros de mi hermano, que venían de Badalona. Ese tiempo de espera después de comer fue el peor: casi todos dijimos como 20 veces "¿vamos a arreglarnos? No, que todavía es pronto, se arrugarán los vestidos y se irá el maquillaje"
A las 16h30 llegó la fotógrafa y todo empezó a ir más deprisa. Estuvo hora y cuarto más o menos. Hay fotos de mi vestido sobre la cama, todo el mundo yendo y viniendo, cuatro personas a la vez intentando abrochar mi vestido, yo posando por todos los rincones de la habitación, yo con el móvil entre whatsapps con mis amigas, yo con todos. Cuando salimos a la calle (mi madre aguantándome el vestido para que no me lo pisara, a pesar que casi no tenía cola) veo un buen grupo de vecinos y amigos de mis padres recibiéndome con aplausos y felicitaciones. Más fotos (ahora con móviles) y al coche. Vilagrassa está a unos 5 minutos de Bellpuig, así que no había prisa.
Me esperé un poco en el coche mientras los demás avisaban de nuestra llegada. La gente tenía que esperarnos dentro, y yo me moría de ganas de saludar y abrazar a todo el mundo, con algunos lo conseguí. Cuando mi padre y yo nos quedamos solos ¡nos habíamos olvidado del lado en que tenía que ponerse! Al final nos equivocamos (tenía que estar a mi izquierda) pero ese momento de duda fue divertido.
Empezó a sonar la canción de entrada de mi chico y ahí sí sentí que todo estaba pasando de verdad. La fotógrafa nos abrió la puerta y al ver a la gente sentada mientras sonaba mi canción, la verdad es que no sé cómo contuve las lágrimas, creo que dejé de respirar. Miré a mi chico y a mi padre y me centré en coordinar nuestros pasos. La música acabó, el concejal siguió con su discurso y cedió la palabra a mis amigas. La dos a la vez, leyendo por turnos, fue emotivo, divertido y halagador a la vez. Luego una señora de la familia nos leyó una poesía que había escrito ella misma hacía unos años, sobre la emoción de ver a los hijos casarse y emprender el vuelo. No quisimos escribir votos ni ningún discurso prefijado, así que cuando nos lo plantearon en el ayuntamiento inmediatamente me vino a la mente la nota que le escribí a mi chico para pedirle que se casara. De eso hacía un año y dos días, así que era perfecto. Mientras me temblaban la voz y las piernas, conseguí hacer algún comentario o aclaración en broma aparte de lo escrito, y todo el mundo me dijo que fue muy emotivo. El concejal dijo unas palabras más, nos dimos el sí (él con una voz que hizo temblar la sala y reírnos a todos) y empezó a sonar la música mientras nos poníamos los anillos, firmábamos, las dos testimonios corrían a buscar su DNI, y la tercera detrás para decirles que no hacía falta.
Después del "momento arroz", de dar y recibir abrazos y felicitaciones, y posar para una foto de grupo, fuimos con el coche de la fotógrafa a un parque cercano en Tàrrega. El tiempo acordado para la sesión de fotos eran 40 minutos, pero creo que nos pasamos un poquito.
Al ver la entrada al aperitivo aluciné: nos habían puesto alfombra roja, dos columnas y unos carteles de medio metro con nuestras iniciales y la fecha. Y más adentro otros de "bar". Y dos sillas y una mesa de mimbre para nosotros. Y empecé a dar vueltas para mirarlo todo, flipando, mientras él atendía a la gente. Como estaba en mi nube no me di cuenta de que todo lo que habíamos preparado para el Photocall estaba en un rincón oscuro, incluso unas fotos que quería que estuviesen en la entrada. Y nadie lo había visto. Se lo dijimos a alguien y poco a poco la gente se fue acercando, aunque algunas cositas pasaron bastante desapercibidas.
Empezó a anochecer, nos hicimos algunas fotos de familia y pasamos al comedor, nosotros al final con la canción de entrada a todo volumen. Marta, la chica del Hostal con la que habíamos estado hablando de todo, iba pasando por nuestra mesa para ver si habíamos terminado cada plato e íbamos a buscar el regalo, avisando a Francisco, el DJ. La gente muy animada, y todo estaba muy bueno, yo estaba llena desde el aperitivo pero me lo quería comer todo igualmente.
El baile nos salió bastante bien, improvisando a ratos, pero con la ventaja que nadie había visto ni oído nada. Era una coreografía propia mezcla de aeróbic y otros estilos, con 6 trozos de canciones que había mezclado un mes antes con el ordenador. Sacaron el carro de chuches, la gente volvía a coger el atrezzo que preparó el restaurante para el Photocall para hacerse más fotos. Incluso la gente más mayor aguantó por los menos hasta la 1h30-2h. De 3h a 4h sólo quedábamos el grupo de amigos. A las 3h30 tuvimos un pequeño susto cuando un conserje nos dijó que era el límite del restaurante, pero habíamos acordado hasta las 4h, así que nos dejó, pidiendo que bajáramos el volumen. Incluso nos quedamos hablando (y bebiendo) una media hora más mientras el DJ iba recogiendo y el autocar esperaba pacientemente. Nosotros nos teníamos una habitación en el hotel-restaurante, que todavía no habíamos podido ver. Una suite en tonos azul marino y blanco, preciosa, con una bañera enorme, una pena que no tuviésemos más tiempo para disfrutarla.
Salimos hacia las 14h, el restaurante estaba abarrotado y nos tuvimos que esperar hasta las 17h para despedirnos y recoger los regalos que habían sobrado y demás cosas. A la mañana siguiente cogíamos nuestro vuelo a Grecia.
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