La boda de Cristina y Gustavo en Alcalá De Henares, Madrid
Al aire libre Verano Beige 2 profesionales
C&G
22 Jun, 2013El día de nuestra boda
Pues nuestro maravilloso, el día comenzó así: A las 7:45 abrí los ojos y pensé, ¡sí por fin llego el día! Y salté en la cama diciendo, hoy me caso, ¡hoy me caso! Desperté a mi amiga que durmió en mi casa. También durmieron otro amigo más y mi primo Toni (ellos viven en las palmas y Tenerife). Desayuné, me duché con muchísimo cuidado ya que aún tenía los rulos puestos. Mi amiga Almu es mi peluquera, vino a última hora de la noche anterior a ondularme bien el pelo y ponerme los rulos.
Bueno, después de la ducha rapidita llegó Ana, la maquilladora, y mi hermana Malole. La maquilló primero ya que ella tenía que ir a la pelu a las 9. Mientras la maquillaban, como yo soy un culo inquieto, me puse a ordenar todo para que estuviese todo perfecto para las fotos. ¡Mi primo me echó un cable! Y por fin, ¡llegó mi turno! ¡Hora de maquillarme! Lo que tuve que soportar para aguantar las risas, porque mi primo es un chistero y no hacia más que decir disparates. Ana la maquilladora se partía de la risa, y claro, yo también. Mientras me maquillaban llegó mi amiga Almu. Ana me dijo que nunca se lo había pasado tan bien maquillando a alguien.
Seguir leyendo »Maquillaje terminado, a las 10:15 vamos superbién de tiempo, Almu empieza a quitarse rulos y manos a la obra con el recogido. ¡Y al final salió un recogido muchísimo más bonito y personal que el de la prueba! ¡A medida q lo hacía me cambió un par de cosas y creó algo para mí, ella es así, por eso la quiero tanto! ¡Listo! A puntito de llegar la familia y los fotógrafos. Algo curioso, sigo sin estar nerviosa. Hasta aquí, las 12 y 5 llegan los fotógrafos y a mi casa. Aún no ha llegado mi madre, ni mis hermanas, algo pasa.
El fotógrafo me dice que me tranquilice que vamos bien de tiempo, pero... ¿Por qué no viene nadie? Por fin llega mi madre... ¡Guapísima! ¡Parece una actriz de cine! Me dice: “hija tranquilízate que con tu hermana han tardado mucho en la peluquería y ha salido ahora”. ¡La pobre con un sofocón! Mi hermana tenía hora a las 9. Mi cara... Mi pobre niña, ¡con lo sensible que es! Total, que terminando de decirme esto mi madre, llegaron las dos. Volaron para vestirse, la pequeña se estaba vistiendo cuando fue a buscarla. Y en el momento en el que las vi entrar, ¡respiré!
Corriendo para mi habitación, ¡fue donde comencé a vivir un momento mágico! ¡Fue tan, tan bonito! Cómo me vistieron, cómo me puso mi madre los pendientes... ¡Qué emocionante todo, por dios! El fotógrafo me pidió que saliera al pasillo para hacerme fotos por el juego de luces, o no sé qué, eso sí fue una prueba de fuego. Al primero q vi fue a mi padre... Ay, su carita. No paraba de mirarme de arriba a abajo y le dije: “papi, ¿cómo estoy?”. Y me dijo: “hija, ¡pareces un ángel!”.
Luego miré al salón y estaba toda mi familia emocionadísima. Mi hermano pequeño no hacía más que decirme guapa, mis hermanas, que me acababan de vestir, estaban a puntito de llorar; mi madre igual, mi hermano mayor me miraba muy serio aguantando el tipo, emocionado; mi prima no paraba de llorar, mi cuñadito me dijo: “pareces una princesa”; mis sobrinos me miraban con admiración... ¡Esas fotos del pasillo fueron muy duras! Y empezaron mis fotos favoritas, con mis padres, con mis cuatro hermanos, sobre todo una muy especial con nuestra firma, con mis tíos, con mis primos, etc.
Una vez terminada la sesión de fotos familiar me agarré de mi padre y salí hacia el coche para tomar rumbo a El Olivar. Qué nervios, allí tuve que esperar bastante y me trajeron a mis dos ratoncitos, a mi sobrina y a mi prima. Ellas tirarían pétalos y mi hijo mayor llevaría los anillos. El peque, como solo tiene 21 meses, no pudo llevar nada porque se echaba a correr y lo tuvo que coger una de mis hermanas. Qué emoción, ver la cara de mis hijos asombrados... Alejandro me dijo: “mami, ¡pareces una princesa!”. Y se me saltaron las lágrimas. Héctor no habla, pero con su mirada lo decía todo, no paraban de mirarme, como si fuese una estrella, fue tan especial.
Ya por fin nos dicen que nos esperan en el templete, y menos el peque, que se lo llevó mi hermana, nos montamos en la calesa las niñas, Alejandro, mi padre y yo. Recorremos parte de la finca hasta llegar a las puertas cerradas del templete, y es entonces donde no sé porque mis nervios salieron a flor de piel. Las puertas comienzan a abrirse una vez para la calesa y empiezo a ver a mi gente, todos con cara de ¡oh, qué guapa! ¡Y yo otra vez al borde de las lágrimas!
Bajan a los peques, me ayudan a bajar con la salve rociera de fondo, empiezo a escuchar pequeños sollozos de emoción de mis familiares, miro a mis amigas/os y les tiro besos, me llaman guapa a medida que voy pasando y de repente lo veo, ahí está él, mi vida, mi amor. Y está tan, tan, tan guapo que se me cae la baba y ya no hay gente ni mundo, solos él y yo. Comenzó la ceremonia civil, sin parar de mirarnos, sin soltarnos. Llega el momento anillos y Alejandro, despistadillo, que casi se le olvida dárnoslos jajajaja.
El maestro de ceremonias finaliza con un poema y el coro rociero nos canta quiéreme, yo miro a mi amor y le hago playback mientras el coro rociero la canta. Llega el beso y mi amor me da un beso Hollywood de los nuestros, jajaja. ¡Cómo no! Cuando todo el mundo y él creían que ya todo había terminado me dirigí al púlpito y le dediqué unas palabras a mi marido, me imaginé que solo estábamos él y yo. Me costó porque soy muy llorona y aguantarme mientras se lo decía fue difícil, sobre todo viendo como lloraba él.
Y cuando finalicé nos fundimos en un abrazo y besos, muchos besos. Cuando alcé la vista vi que todo el mundo estaba emocionadísimo, ¡aluciné! Como colofón final, mi tía salió a leernos una emotiva carta que nos había escrito en la que nombró a personas muy importantes para nosotros que ya no están. Esto nos emocionó bastante ya que estábamos muy unidos. Cuando mi tía estaba finalizando su lectura nos tenía a todos con la lagrimilla y se dirigió a mí y me dijo: “Él ya no está para cantártelo, pero te lo cantaremos nosotros. Hermanos ¿podéis venir aquí conmigo?”. Y salieron mis dos tíos con mi padre, que junto a ella me cantaron ‘Es mi niña bonita’ de Vicente Fernández.
Ahí sí que lloré y lloré como una niña, y no solo yo, mi madre, mis hermanas, mis primas, además de muchos invitados que me dijeron que se habían emocionado mucho, pero claro, ellos no sabían el porqué de esa canción. Mi abuelo se la canto a sus hijas el día de su boda, incluso a mi madre cuando se casó y a alguna nieta cuando la vio casar. Fue muy, muy emotivo, me fallaron tanto las rodillas que Gustavo me agarro con fuerza para que no me viniese abajo de tanta emoción.
Un respiro. Al paseíllo entre pétalos de rosas y olés, reolés y guapos, guapa, requeteguapa, requeteguapos. Subimos padrinos y novios a la calesa para hacernos unas poquitas fotos. En plena sesión me trajeron a mis pollitos para hacernos unas poquitas con ellos, pocas ya que el peque se pone a llorar y cuando dice no, es no. Así que nos conformamos con poquitas, ¡mis hijos son así!
Y al cóctel, que con ese calorazo apetecía algo fresquito y picar algo por favor, aunque mi estómago había decidido cerrarse. Vaya momento... Y veo a mi gente, ¡qué ganas de estar con todos! Y poco a poco empezaron a saludarme. Pobres, no quieren atosigarme, empezaron a decirme que los había emocionado muchísimo con las palabras hacia Gus, que habían llorado un montón, que le había parecido una ceremonia sencilla y preciosa, lo más emotivo y bonito que habían visto... ¡Y yo otra vez a emocionarme!
Mientras se llevaban a los invitados al salón. Venga, más fotos de grupos, grupos y más grupos. Nuestra entrada al salón, antes de entrar me subió la adrenalina a tope. Estaba, como es normal, eufórica. También he de decir que, en la sesión de fotos, de tanto abrazo y beso, Gus me agarró el pelo y me desarmó un poco mi recogido (como se podrá apreciar en alguna foto), algo que sinceramente en mi estado de euforia me daba un poco igual. Sigo que me pierdo.
Para la entrada al salón elegí la canción de ‘Cuando me Enamoro’, de Enrique Iglesias y Juan Luis Guerra. Con esta canción se me eriza la piel, me encanta, me dan unas ganas de bailar cuando la oigo… Me sentí como una estrella al entrar entre tanto aplauso y la canción, con mi gente tirándome besos y yo a ellos. Brindamos y cuando fui a dar un paso para entrar, mi padre me dijo: “hija, hoy es tu día, se tú, ¡entra bailando!”. Y, sí, así lo hice. Me dirigí a la mesa echándome un baile con vuelta y todo al llegar. La gente se puso a dar palmadas y mis hermanos me decían: “¡ole, ole!”.
Gustavo seguía mirándome embobado, eso me dijo cuando nos sentamos, y le pregunté que por qué no me dio la mano y entró bailando conmigo. Me dijo: “¡solo podía mirar al ángel que bailaba delante de mí!” Uf… “¡Cuánto te amo!”, le contesté. Y la comida buenísima, maravillosa, con sus vivan los novios, que se besen, que vivan los padrinos, etc. Durante la comida sonó toda la música romántica que yo había grabado junto con unos amigos, canciones preciosas.
Y el momento tarta fue genial porque Gustavo no esperaba para nada la canción que sonó, su cara fue un poema jajaja. Esa canción siempre me la dedica, siempre me decía que la quería poner para la tarta y yo le decía que no, y... ¡tachán! ¡Sorpresa! ¡se emocionó un montón! “Una canción para ti”, de Cristian Castro, que es de un buen rollo y da una marchilla. Me encanta lo que dice y que mi amor me la dedique. Y claro, como sus amigos saben que a él le encanta Cristian Castro, todos con la servilleta en alto, yo venga a bailar y él a cantármela. Me emociono al recordarlo…
¡Qué día de emociones, madre mía, que felicidad más grande! Tocaba repartir los detallitos para las mujeres, para los hombres, los alfileres, tomar los cafelitos y estar de mesita en mesita por fin con la gente. Aunque el fotógrafo me secuestró cada dos por tres, pero eso es otra historia.
Y ya llega el baile, con que ilusión lo preparamos durante tanto tiempo… Bailamos nuestra canción “Dame la Llave de tu Corazón”, también de Cristian Castro, aunque a mí se me presentó un pequeño problema, me pisaba un poco el vestido y no pude hacer varios pasos. Aun así, ¡salió precioso! Después de nuestra canción sonó “Yo no me doy por vencido”, que tiene ritmo de vals para poder bailarla con nuestros padres y hermanos.
Y de la emoción pura a la barra libre y al bailoteo a tope hasta casi las 4 de la mañana. Lo pasamos tan bien, se me pasó tan rápido... Qué día tan maravilloso, especial, emotivo, divertido, mágico, tan feliz que si pudiese repetiría a diario y con las mismas personas que compartieron conmigo tanta felicidad y alegría. Gracias por leer mi crónica, ¡espero que os haya gustado! Un besazo.
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