La boda de Cristian y Ainoa en Pozoblanco, Córdoba
De noche Verano Verde
C&A
01 Jul, 2023El día de nuestra boda
El día de nuestra boda simplemente fue maravilloso. Siempre había oído lo de que es el día más feliz, ¡y qué razón! Nos casamos en la Iglesia de San Bartolomé a las 8 de la tarde. La mañana empezó con nervios, y a las 3 de la tarde ya estaba en la peluquería. Me dejó perfecta, como siempre había soñado con ir ese día. Fui a la peluquería a peinarme y maquillarme, y al final lo agradecí, porque estábamos solo ella y yo y pude estar más tranquila. Ahí nos retrasamos una hora de lo previsto y tuve que volver corriendo para casa de mi madre, que ya estaban esperándome la fotógrafa y el videógrafo. En ese momento empecé a ponerme histérica, iba tarde; mi madre y mi hermana también iban con retraso en la peluquería. La fotógrafa y el del vídeo allí, y nada preparado. Menos mal que la fotógrafa consiguió tranquilizarme y mientras me ponía la bata, ella fue preparando todo para las fotos. El vestido ni siquiera estaba en la habitación donde me vestía, lo iban a preparar mi madre y mi hermana, pero ellas iban con más retraso que yo. Al final conseguimos echar las fotos, que no sé cómo salen tan bien con lo nerviosa que estaba de que iba a llegar tarde. Otro problemilla de última hora fue que media hora antes de la ceremonia, cuando me pongo el vestido, había vuelto a adelgazar con los nervios y se me caía de las mangas. Menos mal que vinieron a ayudarme a vestirme las de la tienda del vestido y rápido se pusieron a meterle. Os podéis imaginar mi estrés, encima de que ya iba agobiada con llegar tarde, ¡media hora antes y ellas cosiendo el vestido! Pero a pesar de todo, cuando nos subimos en el coche para ir a la iglesia, ya que salimos, me di cuenta de que eran las 8 menos cuarto. Mi madre vive al lado de la iglesia, y mi ya marido me dijo que iba a llegar para las 8 menos cuarto. Así que tuvimos que parar el coche y hacer tiempo para que dieran las 8. Esas son las anécdotas del día, y a partir de ahí todo fue perfecto. Llegué a la iglesia y me hizo tanta emoción ver a todos nuestros seres queridos juntos, a mi casi marido esperándome en el altar... fue un momento superemocionante. Y el remate fue que no habíamos cogido música para la ceremonia por falta de presupuesto, pero justo cuando empecé a entrar por el pasillo, una chica empezó a cantarme. Mi madre lo había contratado de sorpresa y eso hizo que todo fuera más especial aún, ¡tan perfecto! La ceremonia se me hizo supercorta, estaba superemocionada, llorando casi todo el rato y disfrutando tanto. Cuando nos dimos cuenta, había acabado la misa, ha sido la misa que más corta se me ha hecho. A la salida, primero nos cantó la chica de nuevo (estuvo cantando toda la ceremonia) y luego nos bañaron de arroz, pétalos y cañones de mariposas. La verdad que ese momento previo, viendo cómo todos nos esperaban, fue precioso. De ahí nos fuimos 15 minutos a echar unas fotos mientras los invitados se iban desplazando al lugar de celebración, y para la copa de bienvenida. Teníamos claro que no nos la queríamos perder y fue un acierto, porque pudimos disfrutar esa hora con todos nuestros invitados. Ahí nos esperaban más sorpresas. La primera: nos recibió un saxofonista tocando versiones de canciones actuales, regalo de un grupo de amigos. Nos encantó y a los invitados también, ¡no paramos de bailar todos en toda la copa de bienvenida! Y otra sorpresa fue la decoración, en teoría la estaba preparando mi madre con manualidades, y cuando llegamos nos encontramos con que había contratado a una empresa de decoración que lo había dejado todo precioso. Disfrutamos tanto de la hora que duró el cóctel, todos bailando, echándose fotos en los rincones de decoración... Ya en la copa los invitados nos decían que estaban comiendo superbien y que estaban ya llenísimos, algunos pensaban hasta que no había más comida. Cuando los camareros avisaron, fueron pasando todos al salón, y nosotros entramos por otra puerta al ritmo de Sará perché ti amo. Fue un momento superchulo de subidón, todos con las servilletas y nosotros bailando y botando entre todas las mesas. Durante la cena nos llenaron de sorpresas y regalos, qué afortunados nos sentimos de estar rodeados de gente tan maravillosa. Luego llegó el momento de cortar la tarta: dejaron el salón casi a oscuras y la sacaron con la intro de Juegos de Tronos y unas bengalas en la tarta, los muñecos eran Funkos de Juego de Tronos y la cortamos con la espada Garra de Jon Nieve. Fue un momento superchulo que gustó mucho a todos y la espada fue un éxito, todos querían fotos con ella y tuvimos que pasar por todas las mesas a enseñarla. De ahí pasamos a los postres y fuimos dando a cada uno su detalle: una botellita de aceite y una cuñita de queso. Otro éxito; encantó a todos. De paso, aprovechamos para echarnos una foto con cada mesa y así tener fotos con todos. Y ya de ahí pasamos a la barra libre, y llegó el momento del baile. Las horas de ensayo merecieron la pena, y aunque no salió perfecto porque mi marido estaba supernervioso, quedó muy bonito y es un momento superemotivo que no cambio por nada. Ya a partir de ahí, cero protocolos, casi se me olvida lanzar el ramo y menos mal que nos lo recordó el DJ. Estuvimos hasta las 6 de la mañana dándolo todo con nuestros amigos y familiares, todos estaban disfrutando mucho y diciéndonos lo bien que habían comido y lo bonito que estaba siendo todo. Seguro que me dejo algo en el tintero, fue un día tan bonito que dos meses y medio después seguimos en una nube. De momento tenemos un adelanto de las fotos y algunas que nos pasaron los invitados, y estamos deseando ver ya todas las fotos y vídeos. De verdad, disfrutad ese día al máximo, porque es todo tan bonito y pasa tan rápido. Sin duda el mejor día de nuestras vidas, el más bonito y el más emotivo. ¡Repetiría cada día de mi vida!
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