La boda de Clara y Miguel en Valencia, Valencia
Elegantes Verano Morado 4 profesionales
C&M
06 Jul, 2013El día de nuestra boda
Fue sin duda uno de los días más especiales de nuestras vidas. Aunque no empezó así exactamente...
A mí me encanta dormir así que ese día ya que me casaba a las 19.30 aproveche todo lo que pude, despertándome casi a las 12, y porque oí ruidos en casa que si no...
Desayuné, me duché y ya me puse el pijamita tan mono que había comprado para salir monísima de la muerte en las fotos. Como no tenía nada más que hacer me puse a jugar al candycrush (vicio total). Mis hermanos y mi madre me veían y alucinaban. Supongo que esperaban ver a una novia nerviosa, incapaz de estar quieta, pero yo estaba en plan "esto no va conmigo". Poco a poco, todo fue cambiando...
Éramos 8 personas en mi casa ese día: mi madre y mis hermanos con sus parejas. De esas 8 personas 5 éramos chicas, y de esas 5, una es peluquera y maquilladora y tenía que ponernos guapas a todas para ese día, incluida ella. Y a partir de ahí todo se fue retrasando un poquito. Que si mi hermana no estaba lista para peinarse, que si yo tenía que ir después, que si mientras peino a otra, que si se retrasa todo un poco más...
Seguir leyendo »A las 17.30 yo ya estaba peinada y casi maquillada, a falta de los últimos retoques. Después de mí iba mi madre, y hasta que no estuviese guapa no se vestiría, y hasta que no se vistiera ella no me vestía yo. Pero por ahora había tiempo suficiente, justo, pero suficiente.
A esa hora tenía que llegar también el fotógrafo, aunque el pobre llevaba un jaleo horroroso de direcciones y llegó un poco tarde. Al subir a casa y ver el caos que había de personas se dedicó a deambular por ella y a hacer fotos a todos mis detallitos (me encantan esas fotos), y por supuesto fotos in fraganti a mi familia.
De repente miro el reloj y son las 19, yo no estoy vestida, el fotógrafo se tiene que ir a la iglesia en 15 minutos ¡y aquí nadie está preparado! Nervios en aumento a pasos de elefante.
Empiezo a meter prisa a todo el mundo, se viste mi hermana, se viste mi madre: vale, ¡todas a vestir a la novia a la de YA! Buff, pero qué calor hace, ¿y mi abanico? ¡Ponedme un ventilador! ¡Mamá, dame el cancán! ¡Noo, por abajo no, por arriba! ¡Ay, cuidado con el pelo! ¡Espera que me ponga los tirantes! ¡Ay que no cierra, mete tripa! ¡Buf estos botones no pasan, qué pequeños!
En fin, horroroso. Para mí fue el momento de más tensión, mi madre gritando y yo que cuando me grita mi madre me pongo de los nervios, todo el rato abanicándome sin parar. ¿Pero por qué hace tanto calor? Finalmente vestido en su sitio, zapatitos puestos, colonia echada, pendientes colocados... El velo, ¿dónde está el velo? Mi hermana me lo trae y me lo pone. ¡Lista, por fin! ¿Por qué está aquí todo el mundo aún? Venga todos para la iglesia que tenéis que ver a Miguel entrar. Un par de fotos con la mami y la sister y el fotógrafo se va también. Son las 19.20 y mi madre no para de decirme que tenemos tiempo. ¿Tiempo de qué? ¡Tendría que salir ya! Pero, ¿por qué nadie me hace caso? ¡Es mi bodaaaa!
Por fin bajan mi hermana y mi madre y me quedo sola en casa, uff que tranquilidad. Cierro la puerta y bajo por el ascensor. Miradita al espejo: ¡pero qué guapa que estoy! Que me caso hoy, ¡qué fuerte!
El camino en coche es super relajante. Estoy hablando con algunas amigas que no vienen a la boda por el whatsapp, enviándoles fotos desde el coche, riéndome con ellas. Justo lo que necesitaba para afrontar el siguiente paso. Giramos la última esquina y, ¡sorpresa! El novio aún está fuera. ¡Ay que casi me ve! Venga todos para dentro hombre.
Cuando salgo del coche sólo queda mi madre, las niñas de arras y mi madrina que me da un abrazo enorme y se va para adentro. Ay que ya empieza la emoción a salir... ¡Uff, respira Clara!
Me cojo al brazo de mi padre y empieza a sonar mi canción. Nos toca. ¡Pero cuánta gente y qué guapos están todos! ¡Qué fuerte, que me caso! Ay madre que voy a llorar, mejor miro al suelo. Pero mi padre no me deja: “Mira al frente Clarita, que esto sólo es una vez en la vida, míralos a todos”.
Alzo la cabeza y veo a todo el mundo super emocionado y no tardo ni dos segundos en ponerme a llorar de la emoción. Por Dios, cómo los quiero a todos, están aquí sólo por nosotros.! Uf, uf, Clara respira que te va a dar algo. Bueno y mi futuro marido en unos minutos ¿dónde está? Mirada al frente y... ¡ohhh! pero qué guapísimo y cómo me mira. Madre mía, no puedo parar de llorar. ¡Qué bonito todo, quiero casarme todos los días!
Nos damos un abrazo muy emotivo y al lío que aquí hemos venido a casarnos ¿no? Durante la misa no dejo de mirarle, de cogerle la mano, ¡pero qué guapo está!
Todo sale a la perfección: la música, las lecturas, las niñas de arras... ¿todo? ¡NO! Porque cuando llega el momento del casamiento no puedo evitar emocionarme y ponerme a llorar como una tonta, tanto, que no podía hablar, pero qué vergüenza. Me tengo que tomar un par de minutos para calmarme porque estaba haciendo pucheros y todo, ¡qué horror! El cura estaba alucinando.
Por fin conseguimos casarnos, ya somos marido y mujer. Ya sólo queda la parte fácil: cena y fiesta así que vamos para afuera que todo el mundo está esperando.
Traca, lluvia de arroz, besos, abrazos, saludos, risas, fotos, fotos, más fotos... ¡Hale, vámonos a manducar!
Nos metimos al coche como marido y mujer y no parábamos de mirarnos. Estábamos casados, llevábamos dos años preparando nuestra boda y ya estaba aquí.
El cóctel y el banquete fueron perfectos, hablando con todo el mundo, haciéndonos mil fotos más, comiendo por supuesto y sobre todo, disfrutando. Éramos las personas más felices de este mundo, y todo el mundo nos transmitía además su felicidad por nosotros, no podía ser mejor.
Tampoco se quedaron cortos los halagos por todos los detalles que habíamos hecho nosotros, la gente alucinó muchísimo: paipays para la misa, bolsitas de arroz de color lila, árbol de huellas, meseros personalizados, mermeladas hechas por la madre de la novia para ellas, navajas rústicas para ellos... Por todas partes tenían algo nuevo para ver y la verdad es que mereció la pena todo el esfuerzo que nos llevó, porque la gente lo supo apreciar.
Tras una cena llena de sorpresas y lágrimas, era el momento de abrir el primer baile como casados y dar comienzo a la fiesta.
EL baile fue, sin duda, el momento más vergonzoso y a la vez uno de los más bonitos del día. Estuvimos a punto de no hacer baile pero al final nos decidimos y a pesar de la vergüenza creo que mereció la pena porque fue casi el único momento de intimidad que tuvimos, a pesar de estar rodeados de 115 personas más.
Y con el baile da comienzo la fiesta. El photocall que hicimos triunfó desde el minuto uno. La gente no paró de hacer cola en toda la noche y la verdad es que las fotos dan constancia de lo que gustó. Consejo para futuras novias: nunca hay suficientes disfraces, la gente se los queda y deja al siguiente sin nada.
La música fue un acierto total, muchísima gente nos felicitó por ella, por lo original que fue y porque hubo música para todas las edades. Es algo que a veces no se le da mucha importancia y la verdad es que puede convertir una buena fiesta es un bodrio absoluto, así que muy importante la elección de la música para todo el día.
Barra libre de mojitos, chuches por doquier y el photocall fueron algunos de los detalles que tuvieron los invitados durante la fiesta.
Yo, sinceramente, no podía ser más feliz. A veces me ponía a bailar sola y me sentía volar, no necesitaba a nadie a mi alrededor ese día para ser la persona más feliz del mundo, pero si encima venían mis amigas y mi familia a bailar conmigo, ya era la bomba.
Tras bailes de Gangnam style, congas, canciones de Disney y coros a gogó, la gente se fue marchando poco a poco, no sin antes decirnos que había sido una de las bodas más divertidas y bonitas a las que habían ido nunca.
Nosotros conseguimos aguantar hasta el final, hasta que el dj nos dijo que se acababa lo que se daba, que la boda había acabado. Sólo quedaron unos pocos valientes con nosotros. Marchamos de allí coreando diversas canciones, felices y contentos, con la idea en la cabeza de que había sido uno de los mejores días de nuestra vida, que habíamos hecho lo que habíamos querido, que había salido todo perfecto y que la gente se iba de allí pensando lo mismo. ¿Qué más se podía pedir? Lo cierto es que nada, no pedíamos nada más para ese día, es más, pedíamos mucho menos de lo que tuvimos porque la gente fue maravillosa durante todo el día.
Llegamos a casa reventados, con los pies destrozados, sudados, con el pelo deshecho, pero más felices que en toda nuestra vida. ¡Estábamos casados!
Servicios y Profesionales de la Boda de Clara y Miguel


Otros Proveedores
Otras bodas en Valencia
Ver todas

Huerto Montesinos - Catering Cinco

La Torre by Bonho

Las Arenas Balneario Resort
Inspírate con estas bodas
1 comentario
Deja tu comentario