La boda de Chema y Elena en Cabra, Córdoba
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C&E
08 Dic, 2012El día de nuestra boda
Hola a todas.
Os voy a contar cómo fue el día más maravilloso de mi vida. Antes de nada, os voy a poner en antecedentes.
Mi novio y yo no somos nada tradicionales. Al revés, lo que queríamos era una boda que se saliera de lo normal. Así que cuando a mi hermana (que ya nos conoce muy bien) se le ocurrió la idea de hacer una boda medieval, a nosotros nos pareció tan bien que ya pensamos que no podía ser de otra manera (teníais que haber visto cómo cambió la cara de mi novio, jajaja).
Mi hermana nos dijo que cerca de mi pueblo había un restaurante que se especializaba en bodas medievales: Juan el Artista, de Montemayor. Así que allí nos plantamos (dos días después de haber empezado a pensar en serio cómo lo íbamos a montar). Cuando entramos al salón yo no me lo podía creer. ¡Era maravilloso! Y encima al lado de mi casa.
Una vez que tuvimos el salón reservado empezó la locura. Decidimos casarnos con la temática de El Señor de los Anillos. Y una vez que dimos el paso, ya se nos fueron viniendo cada vez más ideas originales: las invitaciones, los detalles, los anillos, los trajes, etc. Todo ambientado. Las invitaciones con un dragón (que fue nuestro muñeco de la tarta); los anillos grabados con nuestros nombres en élfico; los trajes de Arwen y Aragorn (aunque tuneados); los detalles para los invitados fueron unos vasos de barro, hicimos unos estandartes con los escudos de nuestros apellidos. En fin, que lo adaptamos todo a la estética de la trilogía.
Seguir leyendo »Y después de mucha preparación y casi un año, llegó el gran día.
Nos casamos el 8 de diciembre del año pasado, y justo el día de antes llovió como para reventar. A mí a esas alturas me daba igual todo. Tenía a toda la familia en mi pueblo y ya estaba todo listo, así que ya no me importaba. Al final lo que decía (aunque creo que para quitarme el mosqueo) era que así al día siguiente luciría mejor mi capa. Y vaya que si lo hizo. El sábado hizo un día espléndido.
La boda era por la mañana, así que me tocó madrugar. La mujer que me maquillaba y me peinaba era prima mía, así que durmió en mi casa y por suerte no me tuve que mover. Yo estaba nerviosa y tranquila a la vez (no me preguntéis cómo), pero mi primo arregló esos nervios poniendo el "Gangman style", que empezamos a bailar todos y que nos ayudó a relajarnos.
El maquillaje y el peinado se me hicieron eternos porque tenía ya ganas de poder ver a mi novio y a todos los invitados. Como las fotos nos las echábamos en otro lugar, nos fuimos hacia allí sin haber terminado de maquillarme, para poder ponerme el traje.
En el palacio donde nos hicimos las fotos típicas de antes de la boda nos estaban esperando la costurera que nos hizo el traje (que es la mejor de todas), mi hermana, mis cuñados, los fotógrafos y mi novio (al que vi antes de la boda).
Con los nervios me metí dentro y empecé a vestirme, a terminar de arreglarme, y entre unas cosas y otras, de repente salí y me encontré con mi novio. ¡Qué guapo que iba! No nos dejaron entretenernos, porque cada uno se tenía que echar fotos por separado y allí estaba Fernando (el fotógrafo) para decirnos todo lo que teníamos que hacer.
Las fotos en el palacio me parecieron como de pasarela. A mí me iban diciendo, "vente para acá", "vente para allá" y yo que iba, más feliz que una perdiz. Todavía no las hemos podido ver, pero seguro que son impresionantes.
Al terminar vino mi suegro a recogernos en el coche nupcial (que era mi maravillosa "Burbujita Cursi") para llevarnos al ayuntamiento.
Y a partir de aquí sí que empezó la locura. Hasta ahora no tenía idea de lo que habíamos montado, y de repente, me vino todo encima. Al llegar al Ayuntamiento estaban esperándonos no solo los invitados, sino todos los vecinos que se habían enterado de que había una boda medieval y querían ver cómo era. Así que imaginaos la situación. Llegamos con un Opel corsa, con mi suegro disfrazado de Gandalf (vara incluida) conduciendo, y mi hermana de copiloto con su traje medieval. Y detrás, nosotros dos. Cuando me bajé no vi a nadie de la boda, sólo a gente mirándome. Estoy segura de que me tuve que poner colorada. Pero por suerte, una vez que nos bajamos, empecé a ver a mis invitados, ¡todos vestidos de medievales!
Mi suegro, para hacer un pasillo encendió unas bengalas, y de repente, como si fuera Moisés, se abrió un gran hueco. Después de eso nos dimos cuenta de que nuestros amigos y familiares nos habían hecho un pasillo con las espadas para pasar por debajo. Fue muy emocionante.
A la entrada del Ayuntamiento nos estaba esperando mi padre, que fue el que nos casó. La ceremonia fue impresionante y muy emotiva. Terminamos casi todos llorando con las intervenciones de nuestras familias y amigos. Estuvimos una hora y media de ceremonia, que a mí se me pasó en un momento.
Una vez terminada la ceremonia les dimos la sorpresa a nuestros invitados. No les habíamos dicho dónde celebrábamos el convite, así que no tenían ni idea de lo que les esperaba. Les dimos un mapa y nos fuimos todos para allá. En Montemayor estaban ya todos esperándonos cuando llegamos. La gente se quedó sin palabras. Los pocos que sabían dónde eran no habían dicho nada, y los demás estaban impresionados. Todos decían que estaban en un cuento de hadas.
La copa de bienvenida fue genial y luego pasamos al salón principal. Me emocioné muchísimo. La semana anterior habíamos estado allí probando el menú y estuve a punto de llorar pensando que ya mismo estaríamos allí, y de repente, ya estaba pasando. Y miraras por donde miraras todo el mundo estaba feliz, con una sonrisa de oreja a oreja. Fue increíble.
La sorpresa, aunque nosotros la sabíamos, también nos sorprendió. Poco después de entrar al salón nos dijeron que teníamos que ponernos delante de una pantalla. Allí proyectó el fotógrafo un vídeo de lo que había ido ocurriendo. La gente, al ver las tomas hechas en el palacio se pensó que era de otro día, pero cuando vieron imágenes del Ayuntamiento y de la propia copa de bienvenida, se quedaron asombrados. Cuando me vi en el vídeo no podía creer que fuera yo. ¡Qué maravilla!
Una vez que empezó el banquete nos lo pasamos genial. Entre plato y plato había espectáculos de baile, de saltimbanquis, de lucha. No me dio tiempo a nada. La gente no dejaba de decirnos que nos echáramos fotos con ellos, e íbamos de un sitio para otro. Lo que sí recuerdo bien es que mientras estaba sentada en la mesa real, por un momento me acordé de todas las veces que me habían dicho que disfrutara al máximo de la boda, que se pasaría enseguida. Y allí estaba, disfrutándolo al máximo.
Para rematar, terminamos con un baile el estilo medieval, que nos habíamos inventado, y en el que terminamos bailando con todos los invitados, fue genial.
Como podéis ver, fue un día memorable, impresionante, maravilloso, y todo lo que diga es poco para lo que sentí. Fue el mejor día de mi vida, sin duda.
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