La boda de Carlos y Silvia en El Puig, Valencia
Rústicas Primavera Azul 7 profesionales
C&S
14 Abr, 2018El día de nuestra boda
¡Después de un año y medio de preparativos nuestro día llegó! ¡Y de qué manera! Después de una semana de previsiones continuas de lluvia e incluso nieve en toda España (con mis consecuentes nervios infinitos), justo amanece con un sol radiante.
Desde temprano comenzaron los preparativos finales: recoger el vestido de casa de mi abuela, ir a la peluquería, que llegase la maquilladora, la florista con mi ramo y un centro de flores, fotógrafos, amigas, vecinos,... ¡La casa de mi madre era un ir y venir de gente!
Todo fueron nervios hasta el momento en que llegó la maquilladora y se puso conmigo, ahí sí o sí tenía que estarme quieta, así que dije, respira Silvia, disfruta de tu momento. ¡Una vez maquillada de nuevo a correr y eso que nos casábamos por la tarde!
Los fotógrafos llegaron y después de varias fotos en bata me dijeron “momento de ponerte el vestido”, así que allá fui, con las amigas de mi madre como ayudantes entre risas y gritos de "¡Mari, cuidado con el moño!" me ayudaron a vestirme (y menos mal, porque a mí se me olvidó ponerme el cancán y una de ellas se dió cuenta).
Seguir leyendo »Aunque parezca mentira mi madre estaba más nerviosa todavía que yo, no paraba quieta, de aquí para allá, revisando todo, controlando tiempos, gente y eso que yo le repetí como 100 veces que no olvidara los anillos.
A las 19h fue el momento de salir de casa con mi padrino, mi hermano (¡qué tremendamente guapo iba!). Abajo me esperaba mi cuñado, guapísimo en traje también, después de gastarme una broma en la que casi lo mato. Llegamos tempranísimo al lugar, los nervios hicieron que llegase súper pronto, fui la novia que llegó con 15 minutos de antelación a su boda, así que allí estabamos, mi cuñado, mi hermano y yo esperando en el coche hasta que llegaron las 19:30h y Cristina, nuestra fantástica chica de protocolo, nos dijo que era la hora.
Cuando bajé del coche me tembló el cuerpo entero, fue el momento en que vi a mi chico que en breves momentos se convertiría en mi marido. Estaba guapísimo, traje negro, corbata y chaleco a juego en tonos grises. No podía dejar de mirar hacía él mientras me colocaban la cola. Entonces sonó mi canción (The piano guys – Thousand Years) y allá fui, agarrada a mi hermano, diciéndole que no me soltase. El lugar estaba precioso, el arco de flores, la decoración que habíamos elegido, toda nuestra familia y amigos de pie esperándome, con caras de ilusión y alegría. Comencé a andar y me dije a mí misma mira al frente, error... me giré y vi a dos de mis mejores amigas con lágrimas en los ojos y como efecto dominó me salieron a mí las lágrimas teniéndome que parar y soltarme del brazo de mi hermano para secármelas. Mi abuela estaba emocionadísima, mi padre, mis amigas, todos me decían que estaba guapísima.
Llegué a los brazos del amor de mi vida sin poder reprimirme un beso diciéndole lo guapo que estaba. La ceremonia fue preciosa, hablaron dos de nuestros mejores amigos, con palabras de cariño, buenos deseos, recuerdos de momentos vividos. Y llegó nuestra sobri con los pétalos de rosas y la hija de mi amiga (la que había hablado) con los anillos junto con el hijo de mi marido de la mano de ella. Entonces Carlos me dio la sorpresa más bonita: sus votos. No iba a decir nada porque no puede hablar en público, ¡y lo hizo! Vaya votos más bonitos. Su hijo se emocionó tantísimo también. Hicimos la ceremonia de la arena mientras el ceremoniante explicaba su significado. ¡Y vino el sí, quiero!
Firmamos con mis padres, mi hermano, sus hermanos y el hijo de Carlos ¡y a por el arroz! Acabé con arroz hasta en las orejas. Fuimos a hacernos varias fotos por los jardines mientras nuestros invitados disfrutaban del cóctel, con el atardecer de fondo. Antes de terminar el cóctel volvimos con todos para hacernos fotos con nuestros invitados.
Entonces fue momento de pasar al salón, mientras nuestros invitados se iban sentando nos dejaron unos minutos a solas fuera en los jardines, fueron 5 minutos que nos vinieron de lujo para respirar y ser conscientes de todo lo que estábamos viviendo.
En el salón comenzó a sonar Qué Festín de la Bella y la Bestia mientras todo el salón de pie nos recibía con aplausos. Hicimos un brindis (¡nuestro primer brindis de casados!) junto a todos y nos sentamos. En ese momento nos avisó Cristina (protocolo) si queríamos dar los ramos especiales y allá que fuimos. Primero a mi madre que rompió a llorar sorprendida y después a la hermana (y madrina) de mi marido. También le entregamos un regalo a mi padre y a su mujer, incluido un prendido como mi ramo que le puse en su traje.
El primer plato estaba increíble. Nos dejaron también varias piezas del aperitivo para que lo disfrutáramos, ya que entre foto y foto no probamos mucho bocado. Aprovechamos el momento en que estaban recogiendo platos para pasar al sorbete cuando dimos los regalos especiales a nuestros amigos solteros: una cajita con un anillo dentro donde ponía: "¿A qué no hay huevos de pedirle matrimonio?” y a las chicas una rosa roja. Sorpresa, sorpresa, de una boda sale otra boda y pudimos ver cómo próximamente ¡iremos de boda!
Después, llegó el sorbete y segundo plato. Buenísimos también aunque yo no paraba quieta, sólo quería estar con los invitados y después de probar un poco fui yendo de mesa en mesa, saludando, preguntando a todos qué tal.
Justo antes del postre llegó el momento de mi ramo: Estaba destinado a mi abuela, así que con la canción de fondo “El regalo más grande” fuimos recorriendo el salón con mi ramo hasta llegar a mi abuela que con un grito de sorpresa lo cogió y todo el salón aplaudió. Emocionadísima se levantó enseñando el ramo mientras nos abrazaba y yo rompía a llorar de la emoción.
Después de mi ramo tocó un marco de fotos enorme que habíamos preparado para el hijo de mi chico con fotos suyas de peque, con nosotros, con la familia, amigos... y al hermano de mi marido unas figuritas de novios porque próximamente también se casarán y una rosa a mi cuñada.
Y llegó la tarta. Después de tanto momento emotivo necesitábamos un poco de marcha, así que al avisarnos protocolo que tuvieramos cuidado si me cogía en brazos para coger los muñecos cambié el guión y al cortarla cogí un trozo y le puse tarta en la nariz a mi marido y él a mí, así que nuestro primer bocado fue de la nariz del otro. El hijo de mi marido nos dedicó unas palabras y agradeció a todos los invitados su asistencia y entonces dos compis de trabajo de mi marido nos regalaron un Red Bull enorme con frases típicas de su trabajo, un regalo genial y divertido que no esperábamos.
Repartimos los regalos junto a los padrinos y comenzó el baile... ¡Y vaya baile nos marcamos! Perfect de Ed Sheran, seguido de Rock around the clock y Mambo No. 5. ¡Con chaqueta vaquera y a lo loco! Entonces comenzó la fiesta. Duró hasta las 5h y largas de la madrugada que llegamos al hotel.
Fue una boda increíble. Disfruté como una niña, bailé como una loca, reí, lloré,... No pudo haber salido mejor. Éramos 80 personas, pero éramos los justos que debíamos estar. Fue, sin duda, el mejor día de mi vida.
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