La boda de Carlos Alberto y Mireia en Murcia, Murcia
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29 Mar, 2014El día de nuestra boda
Después de un año y medio de preparativos, el 29 de marzo de 2014 llegó el gran día. Tanto mi chico como yo, aunque ya llevábamos más de año y medio viviendo juntos, decidimos dormir en casa de nuestros respectivos padres la noche anterior. Cuando llegué a mi casa, esa noche me esperaba la primera de las sorpresas. Mi madre y mi hermana se habían encargado de redecorar mi antigua habitación con tonos rosas y blancos y en la pared habían montado un mural lleno de post-it con mensajes de enhorabuena de nuestros amigos y familiares. No me podía creer que la noche antes ya estuviese llorando de emoción. Después de una media hora en la cama con los ojos como platos, al fin parece que me entró el sueño.
Me levanté a las 8 de la mañana, después de haber descansado 7 horas del tirón. Me fui a la peluquería temprano con mi madre, donde me peinaron y colocaron el tocado. Luego volví a casa a que me maquillaran allí. Cuando terminaron de maquillarme, llamaron al timbre. ¡Era el novio de mi hermana con mi ramo! Qué ilusión. Quedó precioso. Poco después de llegar el ramo, llegaron los fotógrafos, que me dijeron que en casa del novio todo iba estupendamente. Empezaron a hacer fotos de los detalles (alianzas, vestido y zapatos, etc.) y luego de cómo me vestía. Por último, llegó la peluquera, que vino a casa a colocarme el velo, nos hicimos unas fotos en el salón de familia, y marchando hacia el Ayuntamiento. El trayecto en coche de mi casa al Ayuntamiento fue de poco más de 5 minutos, pero fue muy emocionante. Yo iba pensando: “esto es de verdad, es hoy, ¡por fin!” Cuando llegué a la plaza del Ayuntamiento, ya estaban allí casi todos los invitados y mi futuro esposo con su madre. El coche aparcó y para llegar a la plaza había que bajar una escalinata bastante grande. Cuando estaba en la parte alta de las escaleras viendo abajo a mi chico, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y me emocioné mucho. No lloré, pero me costó. Bajé y le planté un gran beso y todos los nervios se esfumaron. Él estaba pletórico y yo también. Como todo el mundo estaba por allí, empezaron a darnos besos y a darnos la enhorabuena (¡como si nos hubiésemos casado ya!). En el ayuntamiento llevaban retraso, así que nos tiramos como media hora más de lo previsto en la puerta haciendo tiempo con los invitados. A las 12:30 aproximadamente, por fin entramos al ayuntamiento, nos llevaron a una sala a nosotros y a los padrinos y testigos, donde nos explicaron cómo funcionaba todo. Primero entraron al salón de plenos todos los invitados, luego las testigos. El novio entró con la madrina y yo, con el padrino, ambos con la misma canción: Cantata de Bach. La ceremonia fue muy emotiva. Hubo 4 lecturas, 3 de ellas de gente a la que se lo habíamos pedido nosotros y una sorpresa de mi padre, que hizo llorar a todo el mundo. Nosotros no hicimos votos personalizado, sólo dijimos el "Sí, consiento" e intercambiamos anillos.
Seguir leyendo »Al terminar la ceremonia, la gente fue dándonos la enhorabuena, esta vez de verdad. Nos hicimos unas fotos y salimos nosotros también a la puerta donde nos esperaba un diluvio de arroz (fue muy divertido, por cierto, donde esté el arroz que se quiten los pétalos y el confeti, a mi gusto). Después nos fuimos a hacernos un pequeño reportaje por la zona y de ahí al Hotel Nelva, donde celebrábamos la boda. Cuando llegamos, ya estaba allí todo el mundo, bajamos una gran escalera que tienen hacia el jardín donde habíamos colocado una alfombra fucsia y nos recibieron el maître y un camarero con una bandeja de bebidas y algo para picar. Hicimos un brindis y comenzó el cóctel.
Como hacía mucho viento ese día, aunque no llegó a llover, no pudimos hacer el cóctel en el jardín como estaba previsto, así que fue en un salón que daba directamente allí. Cuando llevábamos unos 10 minutos de cóctel, me fui a la recepción del hotel donde estaban nuestras maletas (la noche de bodas la pasamos allí y luego nos fuimos directamente de viaje). Abrí la maleta y saqué mis Converse rosas a estrenar, que me había comprado meses antes para este día. No veáis que a gusto estuve todo el día, cómo bailé y salté. ¡Abajo los tacones y el sufrimiento!
Volvimos al cóctel y, cuando se hizo la hora de entrar al salón, la comercial fue avisando a la gente. Todos fueron para adentro y luego, a ritmo de "Heroes" de David Bowie, nosotros.
Empezaron a servir la comida y nos fuimos levantando a ratos para saludar a la gente y ver cómo iba todo. Cuando sirvieron el sorbete sonó "Mira que eres linda", de Antonio Machín, la canción que elegí para entregarle mi ramo de novia a mi abuela materna. Fue un momento muy bonito. Después hicimos el corte de tarta con "Let's Stay Together" de Al Green. Se sirvió el postre, los cafés y dimos un pequeño discurso cada uno agradeciendo a los invitados su presencia y diciéndonos unas palabras entre nosotros también. Acto seguido, ¡el primer baile! Bailamos "At Last" de Etta James. Cuando terminó esa canción empezó "Happy" de Pharrell Williams y animamos a todo el mundo a acompañarnos en la pista. A partir de ahí, ¡empezaron a correr los cócteles, las nubes y los cupcakes! Pusimos una barra de cócteles aparte de la barra libre normal y un candy bar. La gente se lo pasó pipa bailando y haciéndose fotos en el photocall. Como detalle a los invitados, había hecho unos broches de fieltro en forma de corazón que tuvieron mucho más éxito del esperado. Los puse en una cesta encima de una mesita para que la gente fuese cogiendo y volaron. Después de unas 4 horas de baile, sacaron unos mini bocadillos que habíamos pedido como resopón, la gente cargó pilas y estuvimos otro par de horas bailando. A las 23:00 horas, después de 12 horas muy intensas, dábamos por terminado el mejor día de nuestras vidas. Todo el mundo nos decía que se hace muy corto, que luego te da rabia porque ni te enteras, etc. Pues yo, que queréis que os diga, lo viví tan intensamente, que lo disfruté todo como una enana y, cuando acabó, no hacía más que recordar montones de momentos increíbles que habían ido sucediendo a lo largo del día. Nunca he estado tan feliz.
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