La boda de Borja y María en Valencia, Valencia
Al aire libre Primavera Azul 6 profesionales
B&M
12 Abr, 2025El día de nuestra boda
¡El mejor día de nuestra vida! La coordinación, la llegada, la decoración, el paisaje, la comida... todo fue de 10. Esa noche dormí en casa de mis padres para que mi pareja no pudiera ver mi vestido antes de tiempo. Me maquilló mi prima, que se dedica profesionalmente al maquillaje, y eso relajó bastante los nervios, la verdad, y me hicieron un peinado que me encantó, con flores azules y blancas, fusionando mi color favorito (azul) y el de mi pareja (blanco). Mientras mi madre me ponía el vestido, mi padre fue a por el ramo de novia, a vestir el coche y a por los prendidos para él y mi marido. Los fotógrafos, muy profesionales, se preocuparon por sacar las fotos en el lugar más bonito de la casa y me dieron unas cuantas instrucciones sobre mi llegada al espacio de la ceremonia. En el coche tenía los nervios a flor de piel, y una vez llegué al espacio (Nou Racó, un precioso restaurante al borde de la Albufera, en Valencia), me temblaban las piernas de pensar que todo el mundo me estaría mirando a mí (no me gusta ser protagonista), pero en cuanto escuché mi canción de entrada, decidí dejarme llevar lo máximo posible. Entré con mi padre, que continuamente me tenía que estar conteniendo para que yo no anduviera rápido (pobret, tiene el cielo ganado, porque yo camino muy rápido), y cuando llegué a donde estaban los invitados y vi a mi marido, bajo el arco de boda, tan sonriente y elegante como iba, me dio un vuelco el corazón. Recuerdo que me temblaba el labio superior de sonreír y llorar a la vez. Mi chico me dijo que estaba increíblemente preciosa, y a partir de ahí ambos nos quedamos de pie (pese a que teníamos dos bancos para sentarnos), ya que estábamos como dos flanes. Después de la "ceremonia" (que fue oficiada por una de las mejores amigas de mi marido, pues nosotros ya nos habíamos casado legalmente la semana anterior), estuvimos un buen rato haciéndonos fotos nosotros solos y con los invitados, la mayoría de ellas bajo el arco, ya que estaba precioso, decorado con flores azules y blancas. Gracias a algunos de nuestros increíbles invitados, pudimos comer alguna cosa mientras nos tomaban las fotos (gracias a todos los que nos trajisteis algo de comida), y casi a la finalización del cóctel pudimos disfrutar de la compañía de nuestros amigos y familiares, reuniéndonos con ellos en la zona donde estaban reunidos. Mientras ellos buscaban su mesa del convite y se sentaban, nosotros dimos la vuelta y esperamos pacientemente a que sonara la canción de entrada (I'm a Believer, de Smash Mouth), y recorrimos el salón mientras ellos se levantaban y hacían bailar sus servilletas en el aire, y luego brindamos con ellos. Durante la comida, que, por cierto, estaba buenísima, se nos acercaron varios invitados para hacerse fotos y hablar con nosotros un rato, y todos ellos nos dieron la enhorabuena y nos agradecieron lo bien que se lo estaban pasando. Antes del postre, nos pasamos por todas las mesas para saludar a la gente y preguntar cómo estaba yendo todo, y menudo regalazo ver sus caras de felicidad y de disfrute con la comida y la bebida. Sin duda, comer es de los mayores placeres de la vida, al menos para nosotros. Nuestra fiesta fue un poco diferente, ya que no hicimos baile nupcial (a mi marido no le gusta demasiado bailar) y, sin embargo, las dos primeras horas, en lugar de discomóvil, hicimos karaoke, cosa que triunfó, porque nadie había visto nunca una boda con karaoke y todos querían cantar. Además, para animar la fiesta, pusimos un bar de purpurina hecho por nosotros y un rincón de chuches, también hecho por nosotros, para ahorrarnos un dinero. ¡Ambas cosas fueron éxito absoluto, pues todo el mundo quería decorarse la cara y probar las chuches! Como regalo para los invitados, compramos una botellita de aceite de la marca Chinata para cada adulto (todo el mundo estaba encantado porque lo consideraron un regalo práctico y no el típico regalo que se reparte en muchas bodas y al final acaba guardado en un cajón y sin usarse), y para los niños pusimos unos cuadernitos para pintar, además de contratar un servicio de animación de dos horas. En resumen, fue, sin duda, el mejor día de nuestra vida.
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