La boda de Blanca y Daniel en Albacete, Albacete
Elegantes Verano Verde 3 profesionales
B&D
13 Sep, 2013El día de nuestra boda
La boda empezó realmente el día de antes, tuvimos una comida con los amigos. Yo llegué directamente de la última prueba del vestido, un Franc Sarabia que me quedaba como un guante, comodísimo y precioso, me sentía como si estuviera hecho para mí, comprobar que estaba perfecto y llevármelo a casa. Cuando lo tuve colgado en mi habitación de pequeña, en casa de mis padres, se me ponían los pelos de punta de la emoción, ya estaba ahí casi el día.
En la prueba me habían dado lo que me faltaba para montar los regalos de mi madre, hermana, cuñadas y amigas, un trozo de la tela del vestido, de lo que le sobraba del bajo para ponerlo en un marquito con una frase escrita por mí. ¡Nos tuvimos que ir de la comida para ir a montar todos los marcos! La tarde entera estuvimos montando, envolviendo, poniendo los nombres...
Esa misma mañana yo le había regalado a mi futuro marido un perfume que le encanta para el día B y él me llevó por la noche a cenar a uno de mis restaurantes favoritos, cenamos solos, muy tranquilos, una comida espectacular y nos sirvió para disfrutar esos últimos momentos antes de separarnos y no vernos hasta el altar. Llevábamos viviendo juntos un año y medio, yo quería que durmiéramos juntos porque me iba a costar mucho descansar, estamos acostumbrados a dormir juntos y lo íbamos a notar. Mi marido se empeñó en que durmiéramos separados, por hacerlo todo más romántico, así que yo me fui a dormir a casa de mis padres y él se quedó en la nuestra. Esa noche, cuando nos despedidos en la puerta, fue como cuando nos despedíamos de novios en el portal, me invadieron muchísimos recuerdos de entonces, fue un momento muy especial. Saber que cuando nos volviéramos a ver sería ya dentro de la iglesia, no sé, aún ahora escribiendo esto y recordando noto mariposas en el estómago. La mañana empezó ya movidilla. Mi hermana trajo sus cosas para arreglarse y decidimos ir a desayunar a una cafetería unas tortitas con chocolate y nata. Hice bien, fue lo único que comí en todo el día. Después, a la peluquería con mi hermana y mi madre. Mi padre, mientras tanto, fue a recoger el ramo y los pétalos a la floristería y mi marido estuvo corriendo toda la mañana para ultimar los detalles. En ningún momento dudé al escoger la peluquera, Anays. Había sido la mía de un tiempo a esta parte y supo captar lo que quería. Nos dejó a todas guapísimas. Estando allí se pasó el fotógrafo Fran, de Kollphoto, para grabar unas imágenes que luego añadiría al vídeo, ¡qué vergüenza! Un profesional en toda regla, no podíamos haber escogido mejor. A las 3 de la tarde salimos de allí camino de casa de mis padres donde habíamos quedado con la maquilladora, a las 3 también. No me dio tiempo a nada más que ducharme y ponerme la ropa interior y la batilla mientras ella maquillaba a mi hermana. En cuanto se puso conmigo me dio mucha confianza, súper profesional. En estas empezó a sonar el timbre, mi vecina, mis amigas de siempre, comenzaron las lágrimas de emoción y los abrazos.
Seguir leyendo »En cuánto llegó el fotógrafo, nos metimos para dentro a preparar las cositas para vestirme. En ese momento, me di cuenta de que mi madre estaba maquillándose y mi hermana vistiendo a mis sobrinos. Total, menos mal que estaban mis amigas para ayudarme a vestirme. Después, mi madre me puso la liga hecha por ella de bolillos con el lazo verde y una flor azul, me puse los zapatos, verdes de Membur, muy bonitos. Me puse las joyas, unos pendientes de oro blanco y brillantes y mi anillo de pedida, de lo mismo.
Me trajeron mi ramo, que hasta entonces no había visto y me saltaron las lágrimas, era precioso, justo lo que quería. Fuimos al salón y la peluquera me puso el velo, me hice unas fotos con mis amigas y, de repente, una de ellas me trajo una carta de mi marido y un regalo. Con la carta lloramos todos, fue súper emocionante. Abrí el regalo y era un iPad, levanté los brazos tan contenta que parecía que había ganado la copa de Europa. Brindamos y se fueron todos menos mis padres. Estábamos esperando a que nos recogieran. Por fin llegaron con un coche de caballos súper bonito llevado por mi cuñado y un amigo y consiguieron que durante el trayecto me tranquilizara muchísimo. Por fin llegué, la gente esperándome en la puerta de la iglesia, el novio acababa de llegar y había pasado para dentro. Entró toda la gente y por fin entré yo, con mi madre. La madre de mi novio falleció unos años antes y el decidió ir con su padre como padrino y yo con mi madre como madrina. Mi cuñada nos cantó en la iglesia, fue una boda flamenca, muy emocionante. De hecho, yo llegue al altar con la salve rociera y unos lagrimones cayéndome por la cara como puños. Allí estaba él, esperándome con una sonrisa, el hombre de mi vida. La ceremonia fue personalizada al 100%, el cura fue un amigo nuestro que nos lo preparó todo con muchísimo cariño. A la salida, nos llovieron miles de granos de arroz rosas, verdes y blancos y pétalos de rosa. Después de eso, nos tocaron una sevillana en la puerta de la iglesia y la bailamos. Luego fuimos a hacernos las fotos, pasamos un rato muy bueno, nuestro fotógrafo nos hizo estar comodísimos, nada de posados. Cuando llegamos al restaurante, entramos en el jardín con la canción de Elvis de ‘Always on my mind’. Brindamos y disfrutamos del cóctel con los invitados, después entramos a la carpa, esta vez con la canción ‘San Pedro’ de Revólver, un ‘temazo’ súper marchoso. La cena estuvo genial, todos quedaron encantados. Casi en el postre, le regalamos a mi hermana un ramo de flores de fieltro hecho por mi enterito, se emocionó muchísimo y les di los marcos a las chicas. Mi marido me preparó otra sorpresa, me regaló un traje de flamenca blanco precioso puesto en un maniquí, no me lo esperaba y me gustó mucho.
Cortamos la tarta y estaba buenísima, lo hicimos con un estoque, mi marido es muy taurino. Los nombres de las mesas eran plazas de toros y los meseros, carteles taurinos. Al final, los regalamos casi todos. Estaban puestos antes de entrar en la carpa, encima de un capote. Dimos los regalos y los alfileres, a todos les gustaron. Los alfileres eran pequeñas flamenquitas, me he quedado bastantes de recuerdo porque todas eran diferentes. Empezó el baile y la barra libre. Bailamos otra sevillana y luego hicimos nuestro baile, la mitad la bailaba con mi padre y a medias cambiaba la canción y me "cedía" a mi marido. Fue un vals muy chulo también. A partir de ahí nos lo pasamos genial en el photocall, eran dos maderas pintadas como burladeros y un montón de complementos taurinos, un capote, flores, peinas, collares, monteras, sombreros, una guitarra pequeña...las fotos no tienen desperdicio. La noche siguió entre fotos, saltos en el castillo hinchable de los niños, risas, bailes y copas. Nos marchamos a casa sobre las 7 y pico de la mañana y al entrar nos encontramos un reguero de vasos de plástico, algunos llenos y otros no de agua por todo el pasillo, 20 minutos quitándolos. Luego desabrochar todos los botones, otro rato. Al meternos en la cama nos dimos cuenta de que nos habían encadenado las sábanas con unos candados y la sábana de arriba con la de abajo y no podíamos juntarnos en el medio. Estuvimos dando vueltas buscando la llave hasta que ¡decidimos cambiar las sábanas! Y hasta aquí, a los tres días nos fuimos de viaje a Mauricio y ¡fue un sueño! La verdad es que ¡repetiría mil veces! ¡Espero que os haya gustado y os sirva si alguien tiene alguna duda! Podéis escribirme para lo que queráis.
Servicios y Profesionales de la Boda de Blanca y Daniel


Otros Proveedores
Otras bodas en Albacete
Ver todas
Inspírate con estas bodas
4 comentarios
Deja tu comentario