La boda de Basilio y Patricia en Balsicas, Murcia
Al aire libre Otoño Dorado 4 profesionales
B&P
12 Dic, 2020El día de nuestra boda
Era la tercera vez que cambiábamos la fecha de la boda. La fecha original era el 20/06/20. En marzo todos sabemos lo que pasó y cómo afectó a las personas que nos casábamos este año.
En todo momento quisimos mantener la fecha, hasta que vimos que no era posible, tanto por miedo de los invitados, como por la situación, así que lo pasamos a julio, pero después de pensar que un mes más no cambiaba nada (y sí, cambió, aunque por poco tiempo), así que decidimos pasarla para el 19/06/21. Nos dolía la decisión, ya que tenemos muchas ganas de ser papás y teníamos que esperar porque yo ya tenía mi vestido comprado, y mi marido el suyo, y si me casaba embaraza me iba a tocar comprarme un vestido nuevo.
Iban pasando los meses y la situación era cada vez peor. Restricciones, más restricciones... Entonces, una tarde que mi ahora marido llegó a casa, me miró a los ojos, y yo ya supe lo que estábamos pensando. Los dos nos dijimos a la vez: ¿y si nos casamos ya? Y al día siguiente ya lo teníamos todo cambiado. La nueva fecha y (esperábamos) definitiva era el 12/12/20. Volvimos a recuperar la ilusión, porque de repente nos quedaba algo más de un mes para ser marido y mujer. Nos daba igual que hiciera frío y que ahora tuviera que celebrarse en una terraza al aire libre con sólo 30 personas y no las 120 que teníamos pensadas invitar. Pero las cosas no iban a ser tan fáciles y la vida nos tenía varios obstáculos reservados. Justo el mismo día que anunciamos la noticia, publicaron el cierre perimetral de la Región de Murcia, y el día que fui a pedir cita para las pruebas del vestido y terminar de arreglarlo, publicaron el cierre de la hostelería.
Seguir leyendo »En todo momento fuimos positivos pensando en que el día de nuestra boda todo sería normal de nuevo. Mucha gente nos criticó por adelantar la boda, nos decía que estábamos locos, que no entendían esa prisa... Lo que ellos no entendían era que estábamos hartos de esperar y esperar, de ver como nuestro gran día no llegaba nunca y ya habíamos perdido toda la ilusión.
Mi marido siempre ha sido un gran apoyo, porque contra todo contratiempo siempre era el punto positivo, siempre me repetía que todo iba a salir bien, a pesar de que todo a nuestro alrededor era malo. Los contagios seguían subiendo, sobre todo en nuestro municipio, Torre Pacheco.
A una semana de la boda, el gerente del local donde lo íbamos a celebrar nos dijo que, como consejo, nos buscáramos otro sitio para celebrar la boda porque la hostelería en Torre Pacheco no tenía intención de abrir. A una semana, ¿qué restaurante va a querer organizarte una boda? Pero corrimos como nunca y lo encontramos. Las cosas parecían otra vez más fáciles, volvíamos a estar contentos porque era oficial que el 9 de diciembre se levantaba el cierre perimetral, y todos nuestros amigos y familiares podían venir y podríamos celebrarlo todos juntos.
Pero el mazazo que vino después nos dejó devastados. Se anunció que abrían todos los municipios menos el nuestro y otro más. De nuevo, la celebración, a cinco días de la boda, se nos iba al garete y, por primera vez, vi a mi marido derrotado. Intenté buscar alternativas y soluciones, pero él ya no quería escuchar. Estaba cansado. Quizá sí teníamos que haber hecho caso a todo el mundo y casarnos en junio, pero nosotros queríamos hacer lo que queríamos nosotros, no el resto del mundo.
Y gracias a esto que ocurrió después, he empezado a creer en algo, no sé en qué, pero en algo que de verdad te observa, observa lo que luchas por las cosas y entonces... Te las concede. Llámalo Karma, Universo, Dios (si eres religioso), Destino... Pero algo quería que el 12/12/20 fuera nuestro día.
El gerente del local donde íbamos a celebrarlo la primera vez nos llamó y nos dijo que sí que abrían, y que podíamos volver a estar fuera, pero esta vez sin restricción de aforo, ya que en la terraza tenían permitido el 100% y sus jardines eran enormes, así que podíamos caber los 120 que íbamos a ser en un principio si queríamos, pero aún había restricciones de otro tipo, mucha gente con miedo, y tampoco queríamos hacer una reunión multitudinaria por si acaso, así que el número final fue 48 personas.
Desde ese miércoles todo volvió a ser bonito, volvieron los nervios, pero de esos que merece la pena tener, y volvimos a disfrutar de los preparativos y los días previos.
Y cuando llegó el día, no me lo podía creer. Después de todo el frío que estuvo haciendo días atrás, contaba con que íbamos a pasar frío, mucho frío, pero nos hizo un día más típico de mayo que de diciembre. Nos brilló el sol y nos dio todo su calor.
Cuando llegó el momento de ponerme mi vestido casi me pongo a llorar, pero por ver que todo al fin estaba saliendo bien. Vinieron mis damas a hacerse fotos conmigo, les di las alianzas, las arras y un cartelito muy gracioso que ponía: "Basi, ¡aquí viene tu vikinga!". Mi marido siempre me dice que soy una vikinga, y fue un guiño que quise hacer a eso tan nuestro.
La misa fue maravillosa, nuestro párroco es un gran hombre que nos ayudó en todo lo que pudo y nos hizo una misa preciosa, amena, divertida, ¡y se nos hizo corta!
El momento de salir de la iglesia no lo olvidaré jamás. Somos moteros, y mi marido llamó a varios amigos para que vinieran con la moto. Nuestra salida fue un aluvión de confeti, mariposas de papel, arroz, pétalos de rosa y ruido de motos cortando inyección para celebrar que por fin lo habíamos conseguido.
Una vez en el restaurante, preparamos una ceremonia civil en uno de sus jardines, donde algunos familiares y amigos nos leyeron discursos preciosos, y nosotros pronunciamos nuestros votos.
Tanto el cóctel como la comida tenían que ser sentados, ¿pero sabéis? Nuestra boda no tuvo nada que envidiar a una boda en tiempos normales.
Nos hicieron sorpresas, nos reímos mucho, gritamos, lloramos de felicidad, cantamos, bailamos. Sí, ¡bailamos! Nuestros hermanos hicieron una presentación de cada una de las mesas y de todas las personas que había en ellas al son de una canción, y cada uno en su sitio, pero tuvieron su minuto de lucirse, jeje. Nosotros hicimos nuestro baile nupcial y yo, que me encanta bailar y soy instructora de Fitness Dance, le hice dos bailes sorpresa, uno con mis damas, y otro con dos amigas mías bailarinas.
A las diez nos tuvimos que ir porque el toque de queda acechaba, pero los invitados, antes de irse, vinieron a decirme que habían estado en muchas bodas, pero ninguna como la nuestra. La misa, el día, los detalles, vernos tan felices y desprender tanto amor, las sorpresas... Por un día la gente se olvidó del Covid y disfrutó de una tregua, donde lo único importante era el amor y la felicidad.
Tengo poquitas fotos porque el fotógrafo todavía no las tiene listas (nos hizo muchísimas fotos que me muero por ver), pero pongo algunas que me han ido enviando.
Así que, si me preguntan si hubiera cambiado la fecha de nuevo o me hubiera esperado a que se pasara el Covid, definitivamente diría que no, porque sabía que el 12 del 12 a las 12 iba a ser la fecha más importante de mi vida, donde mi camino se unía a la persona que más quiero y querré jamás: mi al fin marido. Y todo, al final, se dio para que ese día fuera el mejor de nuestras vidas.
P.D.: las fotos donde veis a gente sin mascarilla son sólo para la foto. Todo el mundo siguió las medidas de seguridad y se portaron bien.
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