La boda de Antonio y Teresa en Santiago De Compostela, A Coruña
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A&T
07 Dic, 2019El día de nuestra boda
Empezamos un poquito mal, como siempre, la novia, que soy yo, llegó tarde a la ceremonia. El chófer no era de Santiago y se perdió por las calles de la zona vieja. Pero después de unos 20 minutos, ¡finalmente llegué! En mi carruaje, un Maserati Quattroporte, capricho del novio.
Me esperaba mi novio desesperado. Por su cabeza habían pasado miles de cosas. Quise poner el prendido de mi novio al salir del coche y no sabía cómo hacerlo, me puse nerviosa... ¿os suena de algo, chicas?
Ya más relajada entramos en la Catedral y modestia aparte parecía una princesa. Mi novio estaba guapísimo. Eso sí, durante la ceremonia lo veía temblar; no sé si de nervios o de frío, porque dentro de La Corticela hace fresquito.
La ceremonia fue según el rito católico latino y el rito católico armenio. En este rito se usan coronas nupciales unidas por un cordón, y para acabar con los nervios del novio, mi corona se enganchó en mi pelo, "unidos para siempre".
Otro percance fue que el padrino se atascó en desatar las alianzas del cojín. Mi culpa absoluta, porque fui yo quien las ató bien por miedo a que se perdieran.
Seguir leyendo »Por lo demás fue una ceremonia preciosa y acompañada con una música ideal elegida por nosotros, y en un ambiente muy medieval porque la capilla de la Corticela es milenaria.
A la salida nos esperaban unos gaiteros. Detalle de mi tierra.
Sesión agotadora de fotos bajo la sempiterna lluvia de Compostela, que pese al frío, le dio también un toque bucólico.
Luego nos fuimos al banquete con un hambre de lobo, haciendo caso omiso al fotógrafo que seguía haciéndonos fotos mientras nosotros atacábamos al jamón 5J.
El banquete fue como lo habíamos previsto y en el segundo plato ya no nos dejaron disfrutar de nuestro menú, dándonos las gracias y felicitándonos.
Comenzó la fiesta que se alargó hasta 3 horas de barra libre, viendo a gente dando brincos, cuando toda la vida me habían parecido que eran muy serios. Lo pasamos fenomenal.
La gente se fue satisfecha y nosotros nos quedamos en la suite del hotel, por cierto, impresionante.
De Luna de Miel nos fuimos a Punta Cana (República Dominicana) porque queríamos un destino calentito para estas fechas de invierno. Fue un acierto porque nos relajamos mucho en esas bonitas playas de agua azul turquesa y paisajes tropicales. ¡No queríamos volver a casa!
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