La boda de Angel y Agueda en Villalba Del Alcor, Huelva
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A&A
17 Oct, 2015El día de nuestra boda
Habían pasado 297 días desde la pedida de mano hasta el día de la boda. Y todos y cada uno de esos días, puedo decir que fueron maravillosos, viviendo en un sueño constante, y con la mayor de las ilusiones.
Llegó el día de nuestra boda y amaneció lloviendo, lo sabíamos desde hacía varios días, pero confiábamos en que fuera algo leve, y cayó una buena. Por suerte al casarnos por la tarde contábamos con un poco de ventaja para ver si el día clareaba.
Había imaginado ese día miles de veces, como me levantaría, que haría, y qué pensaría, y en lo primero que pensé es que me había llevado casi 10 meses evitando que la ausencia de mi padre me afectara, y en esa mañana todo eso me cayó encima.
Mi padre falleció hacia 7 años, pero lo tenemos muy presente en nuestro día a día, y claro en mi boda más.
Mi madre se encargó de tranquilizarme, de ayudarme a preparar la habitación, los detalles, el vestido y todo eso.
Una a una fuimos a la peluquería y seguía lloviendo, entre medio de todos y cada uno de esos minutos había llamadas a mi Novio que estaba aún más nervioso que yo, por equivocarse en la iglesia y por toda esa agua que no paraba de caer, pero mantenía bien el tipo.
Seguir leyendo »Conforme avanzaba la mañana iban a apareciendo, mi hermana, mis wedding, mis primas a traerme cosas, etc.
Comer? mi madre había preparado cosas para que fuéramos picando, pero comer resultaba muy difícil, aunque todos fuimos pasando por el mini bufet en la cocina de mi madre.
Ya casi eran las cuatro y llegaron del salón los weddings, ya que uno de ellos me tenía que maquillar, mi novio me aviso que tanto el fotógrafo como el video venían para mi casa y ahora si empezaba el movimiento.
Llegaban la peluquera para ponerme el velo, mis amigas, mis primas, mi hermana de la peluquería y maquillaje, etc.
Y para sorpresa mía y de todos, conforme se acercaba la hora, mis nervios y mis lágrimas desaparecían para dejar paso a una tranquilidad extrañamente feliz.
Cuando me di cuenta, estaba montada en el coche que mi padrino me había conseguido y agarrada de su brazo, pasando el momento que más tenia, la llegada con alguien que no era mi padre, pero me sentía bien, porque lo sentía conmigo.
Y en medio de una pequeñísima llovizna entramos en la iglesia, en la que dejamos la oscuridad de la tarde fuera, y al entrar lo que recuerdo es ver la luz en el fondo del altar, y ahí estaba él, y esa mirada y esa cara no la olvidaré jamás.
La ceremonia, superensayada y pensada por los dos, me pareció demasiado breve, todo paso muy rápido pero estuvo preciosa.
Las palabras de mi hermana me llegaron al fondo, haciéndome recordar todo lo que habíamos luchado por llegar ahí, y quien estaría orgulloso de vernos así.
Al salir un sol salió de no se aun donde, para abrirnos paso en medio de una nube de arroz y pétalos hacia el coche. Todo era genial.
Estuvimos haciéndonos fotos y mientras los invitados empezaron los aperitivos, pudimos saludarlos a todos y ya disfrutamos de una cena espectacular y de un montón de detalles que junto a nuestros organizadores pensamos con mucho mimo.
Llego el momento de los regalos a los padres y me quedo con el momento de mi madre, a la cual le debo tanto...
Y por fin el baile, las ligas, tirar el ramo, y disfrutar toda la noche.
Todo se pasó muy rápido, pero os puedo asegurar que repetiría una y mil veces.
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