La boda de Ana Belén y Juan Manuel en Chiclana De La Frontera, Cádiz

El día de nuestra boda

El día comenzó bien temprano, a eso de las 7 ya estaba despierta. Esa noche la pasamos juntos ya que desde hace dos años vivimos juntos y con los nervios que ya tenía fue la mejor opción. Después de una buena y relajante ducha, me fui a casa de mi madre donde me vestiría y arreglaría. Allí ya todos tenían dibujadas una amplia sonrisa y todo comenzó. La primera en llegar fue mi peluquera, una amiga, casi una hermana. Durante todo el tiempo estuve tranquila y no podía borrar la sonrisa de mi cara. Maquilladora, videógrafo y fotógrafo ya estaban en sus labores, mientras mi sobrina jugueteaba por la casa, mis hermanas me miraban emocionadas y mi madre se convertía en una espectacular madrina. Estaba preparada media hora antes de lo previsto, tranquila y con ganas de encontrarme con mi futuro esposo. Me dio tiempo de reír, de hablar con mis hermanas, de contemplar la mirada alucinada de mi sobrina al verme y decirme que le guardara el vestido para cuando ella sea mayor. Maravilloso.

A la hora prevista salimos hacia el lugar de la ceremonia y banquete. En el momento en el que llegamos sí que me puse nerviosa, la emoción empezó a apoderarse de mí. Al llegar vi a mi amiga que me miraba y no paraba de decirme lo guapa que estaba, apenas pude hablar. Al entrar quería ver a todo el mundo, todas las miradas fijadas en mí, las lágrimas inundaban mis ojos y no quería dejarlas caer, las caras de emoción. Impresionantes sensaciones. A los laterales de la alfombra roja, los alumnos de las clases de kung fu de mi marido haciéndome su tradicional saludo. Seguía reteniendo las lágrimas y al fondo él. Mi compañero de aventura, mi pareja, mi amigo, mi punto de apoyo, mi amor. Nervioso, con los ojos brillantes y guapísimo. Una ceremonia civil bien bonita, al menos a mi gusto. Una bonita carta de mi hermana y otra de su alumno. Momentos inolvidables en los que nos cogíamos cada vez más fuerte de la mano.