La boda de Álvaro y Pilar en Castellar Del Riu, Barcelona
En el campo Verano Verde 7 profesionales
Á&P
02 Sep, 2023El día de nuestra boda
Somos Pilar y Álvaro, y nos casamos el sábado 2 de septiembre de 2023 en una ceremonia legal, íntima, en medio del campo; sencilla y en cierto modo “low cost”… Pero también diferente, llena de significado, y para nosotros la mejor boda del mundo.
El viernes 1 llegamos a las Masías Puigventos donde nosotros, nuestros padres, y más de 2/3 de los invitados pasaríamos el fin de semana. Teníamos que prepararlo todo: distribuir la comida por las casas, colocar los regalos de las habitaciones, poner carteles… ¡Y ultimar detalles! Sobre todo porque de repente daban frío y lluvia para ese fin de semana y había que pulir el plan B. Estábamos nerviosos, pero todo empezó a fluir al aparecer los primeros invitados. Primera anécdota: se nos olvidaron muchísimas cosas y mis suegros tuvieron que hacerse 3 horas más de coche para recogerlas. Afortunadamente, todo el mundo venía dispuesto a darlo todo, con muchas ganas, y ese cariño que nuestros amigos nos tienen era palpable en el ambiente.
Seguir leyendo »Yo, que seguía nerviosa, “desaparecí” un par de horas, para estar a solas con mi hermana, ducharme, lavarme el pelo… Y tomar conciencia de lo que iba a pasar. Fue un momento importante, en el que se me fueron los miedos, y desde ahí solo me dediqué a disfrutar. Cenamos todos juntos y la verdad es que fue muy bonito ver a nuestra gente estar ahí, por y para nosotros, pasando un buen rato y conociéndose más entre ellos. He de decir que contra todo pronóstico no me costó nada irme a dormir, ¡se me habían ido todos los nervios y estaba feliz!
El sábado amanecí con Álvaro, fuimos a desayunar con nuestros padres, y aunque yo no me sentía nerviosa se ve que sí que lo estaba… ¡No me entraba nada de comer! A las 8 llegaron la maquilladora (Anna Mundet), el fotógrafo (Juan Muñoz), y poco después el Catering (“KeMagdalenas” o “KM Catering”). Nos dividimos: mi prometido se quedó en el piso de abajo con su padre y amigos, y yo en el de arriba con mi hermana. Después de maquillar a mi suegra, Anna vino para empezar a peinarme. Segunda anécdota: tenía un pijama blanco lencero monísimo y una bata, pero con el frío que hacía me quedé con mi pijama de invierno (de ositos)… y así salgo en las fotos. Muy auténtico.
El momento de peinarme y maquillarme fue muy especial. Dicen que las bodas se pasan volando, y si soy sincera no tuve esa sensación… Viví y saboreé cada momento, y las horas de preparación no fueron menos. Sin tener que hacer nada y delante de una cristalera donde veía el prado en donde nos íbamos a casar, podía ver las sillas ya colocadas, el altar, el córner de bienvenida, los invitados que empezaban a estar vestidos… Entraban de vez en cuando mis amigas, para coger cosas de la casa, saludarme, ver cómo iba… Pero en contraste con toda esa algarabía, yo sentía paz. Es como si el mundo girara a toda velocidad a mi alrededor, pero yo estuviera quieta, centrada, con la conciencia de que en unas horas me casaría con el amor de mi vida. ¡Me sentía tan plena!
Poco a poco la gente fue desapareciendo. Incluso mi hermana tuvo que irse a recibir al alcalde que nos casaba, así que llegado el momento de vestirme estaba sola con la maquilladora, y sola me vestí. Fue un momento de empoderamiento, de decir “¡venga que ya vamos!”, con la cabeza bien alta, segura de mí misma… una vez más, de tomar conciencia de lo que iba a pasar. Llegaron mi tía, mi hermana y mis padres; todos riendo a carcajadas, abrazándonos, tan guapos y contentos… ¡Y ya estábamos todos listos! ¡Esto empezaba!
Pese a que daban el peor tiempo de todo septiembre para ese día, la lluvia nos respetó hasta mitad del banquete, y pudimos casarnos al aire libre como soñábamos.
Ya a solas con mi padre empecé a oír la música de entrada de Álvaro (“La canción más bonita del mundo”, de Sabina) y después la mía… (El tema principal de Jurassic Park… Poco convencional, pero es un instrumental impresionante, os animo a escucharla). Salí del brazo de mi padre, radiantes los dos, y cuando vi al Álvaro al final del “pasillo”, con las montañas de fondo… no puedo ni describir la sensación. No sabía si reír o llorar. Nada más llegar, nos besamos, nos abrazamos… Y empezó nuestra boda.
Fue una ceremonia preciosa, oficiada por mi hermana, quien contó nuestra historia un poco novelada. Los “discursos” fueron a cargo de una de mis mejores amigas y el mejor amigo de Álvaro, y después nosotros nos dijimos nuestros votos, precedidos de unas palabras que nos dedicamos (15 minutos cada uno hablándonos… Lo recomiendo totalmente). Los sentimientos estaban a flor de piel, todos los invitados lloraban. ¡Fue todo tan “de verdad”!
Después vino la parte legal: tomó la palabra el alcalde, leyó los artículos pertinentes, hicimos el intercambio de anillos, nos dimos el sí, quiero… ¡Y estábamos casados! El alcalde nos dijo “Ya podéis besaros otra vez”. Nos besamos y en ese momento empezó a sonar la canción de salida (“La increíble historia del hombre que podía volar, pero no sabía cómo” de Izal). No pudimos movernos de ahí: todo el mundo se abalanzó hacia nosotros para abrazarnos y felicitarnos. Aparecieron por sorpresa pistolas de pompas entre los invitados, dando un ambiente aún más mágico. No llovía, pero hacía muchísimo viento (algo estilo la salida de la boda de “una cuestión de tiempo”, para los/as que hayáis visto la película…) Fue impresionante.
Después de firmar y de hacernos foto de grupo nos fuimos con Juan (nuestro fotógrafo) a hacernos las fotos de pareja. Mientras, entre todos los invitados movieron las sillas de la pradera a la casa donde era el banquete: yo solo sé que no hice nada. Cuando llegamos ya estaba todo puesto, Germán y todo su equipo de KM Catering habían decorado todo de un modo perfecto, los invitados ya estaban empezando el picoteo, y todos se acercaron a felicitarnos por lo buena que estaba la comida. ¡Es verdad que es difícil comer siendo los novios! Si comí algo fue porque mis tíos no paraban de ofrecerme cosas.
Durante los postres nos dieron regalos, no solo dinero de diferentes formas divertidas, sino otros regalos físicos muy especiales que nos hacían darnos cuenta de hasta qué punto nuestros amigos nos conocen… No cabía en mí de felicidad. En ese momento definitivamente empezó a llover, y el fotógrafo nos insistió en salir a hacernos fotos bajo la lluvia… obedecimos, y a la vuelta ¡no había nadie en la sala del banquete! Nos guiaron a otra sala, donde todo el mundo estaba sentado, cual cine, con un proyector y una pantalla… nos sentamos en el hueco que nos habían reservado, y el hermano de Álvaro apareció para hacernos la introducción: nos habían preparado un vídeo como regalo, de muchos momentos nuestros de niños, de amigos, de pareja… No solo salíamos nosotros, sino que ¡había fotos de todos los invitados, y de los abuelos que ya no están con nosotros! Fue muy emotivo, además de un gesto precioso. Nos sentimos tremendamente queridos y cuidados.
Tras esto llegó la sorpresa que habíamos preparado nosotros: unos juegos para los invitados, con pruebas de todo tipo… Les dividimos en 2 grupos, y todo el mundo dio el 100%. Todos participaron con muchas ganas, la competitividad no tardó en aparecer (de la sana), y nos reímos y divertimos un montón. Por último, llegó la fiesta y el baile… No teníamos DJ (ya dije que era algo low cost…), pero aparte de listas que teníamos preparadas, la gente fue añadiendo canciones pensando en qué era lo mejor para cada momento. ¡La música no dejó de sonar, la pista de baile no dejó de tener gente, y como sí que habíamos alquilado equipo de sonido y luces, nuestra discoteca “handmade” no tuvo nada que envidiar a ninguna otra! Anécdota 4: no teníamos baile preparado, pero el fotógrafo insistió en que hiciéramos algo… Pues bien, en ese momento sonó “clavaito” y bailamos los dos, en medio de la pista, como si estuviéramos solos, disfrutando a tope… Salieron unas fotos y unos videos geniales, y fue un momento “regalado”, que no habíamos planeado, pero que disfrutamos a rabiar. Llegaron las pizzas (sí, como recena, habíamos reservado unas pizzas gigantes de una brasería de 10, “La Notta” de Berga…) y fue ya la guinda del pastel. Bailamos hasta las 12, luego nos fuimos a dormir dejando a algunos invitados continuar la fiesta… ¡Ventajas de celebrar la boda en el sitio donde todos se alojan!
Al día siguiente amanecimos a las diez… descubrimos que la sala de fiesta estaba recogida, y la comida de las casas organizada. Muchos invitados se llevaron bebida porque sobró… (Con el miedo que teníamos de que faltara). Desayunamos todos juntos, pasamos la mañana… Aun en una nube. De hecho, los invitados nos siguieron escribiendo los siguientes días para contarnos que estaban de resaca emocional. Vivimos todos una cosa superbonita, especial y real… No cambiaría nada de ese día.
Al día siguiente quedaban las últimas tareas: con la furgo hasta los topes, devolver por Barcelona todo lo que habíamos alquilado (sillas, mesas, altavoces, mesa de mezclas, sistemas de sonido, de luces...). Volvimos a casa agotados, al día siguiente preparamos la maleta (sí, queríamos haberla preparado antes de la boda, pero nadie es perfecto…), y ¡nos fuimos a nuestra luna de miel! 3 semanas superespeciales también, por Cantabria y Asturias, disfrutando de la naturaleza, la montaña, de nosotros, de nuestro perruno, e incluso de amigos de vez en cuando… Escalando, haciendo surf, o simplemente estando juntos.
En conclusión, que es un día único, muy muy muy especial, y que nos alegramos muchísimo de haber hecho exactamente la boda que queríamos, que se ajustaba a nosotros, y en la que podíamos ser nosotros mismos.
A los que leáis esta crónica y vuestro día aún esté por llegar… ¡Enhorabuena! Os queda por vivir uno de los días más mágicos de vuestra vida.
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