La boda de Álvaro y María en Cáceres, Cáceres
De noche Otoño Azul 6 profesionales
Á&M
30 Sep, 2017El día de nuestra boda
Por fin llegó el sábado, el día que llevaba todo un año esperando. Tuve un nudo en la garganta toda la mañana. Iba a casarme con aquella persona que conocí en la escuela de hostelería…
A las 10 de la mañana fuimos a por la tarta y a darle el último vistazo a toda la colocación de mesas. A las 2 de la tarde empezó mi preparación. Fui la peluquería con mi madre y mi hermana. Mientras las peinaban, le escribí un par de Whatsapp a Álvaro, deseando que él estuviera algo más relajado que yo.
Me peinaron y volví a casa corriendo para ver, por primera vez, mi ramo. Era una sorpresa, nadie sabía cómo iba a ser, aunque di unas pautas muy concretas. ¡Y era el ramo más bonito que había visto nunca! Me sentí emocionada y deseando verme vestida de novia al completo, salí a la terraza, donde ya estaba esperándome Maria José, mi maquilladora y una gran amiga. Mientras me maquillaban llegaron los fotógrafos, que estuvieron pululando por toda la casa sacando hasta el más mínimo detalle. Me contaron que la sesión con el novio y su familia habia sido muy cómoda y que parecía que estaban tranquilos.
Seguir leyendo »Una vez maquillada empezó el “jaleo” de verdad. Con mis padres y mis hermanos ya vestidos, me tocó el turno a mí. Mientras me ponía el vestido empezaba a ser consciente de que iba a casarme y que estaba muy feliz por todo lo que me esperaba. Me vestí con la ayuda de mi madre y mi hermana, manteniendo los nervios a raya y me hicieron un montón de fotos, pero no conseguí retenerlos cuando una vez vestida, le regalé a mi madre unos pendientes para que llevara ese día. Estábamos emocionadas y no pudimos contener las lágrimas. Algo más tarde, le tocó el turno a mi padre, cuando me entregó el ramo que le ponía el broche a mi look nupcial. Otra vez las lágrimas... Soy una llorona. Me miré al espejo y estaba radiante. Nunca había pensado en cómo me vería vestida de novia y, cuando vi mi reflejo en el espejo, no pude evitar pensar en Álvaro y en lo que pensaría mientras caminara hacia el altar.
Fotos y más fotos, y a las 7 pusimos rumbo a la iglesia. Me llevaron en el coche de mis tíos, adornado con flores que habíamos estado haciendo mi madre y yo durante todo el año.
Mi vestido era de princesa total, así que tuve que montar sola en la parte de atrás mientras mi padre iba en el asiento del copiloto y mi tío conducía. Al llegar a la iglesia, Todos los invitados estaban aún fuera mientras el fotógrafo se peleaba por meterles dentro. Yo empecé a ponerme muy muy nerviosa. Allí estaba, solamente acompañada de mi padre, en aquella explanada de la Ermita de la Montaña, camino de mi futuro.
La entrada fue eterna, a pesar de que la Ermita tiene unos 30 metros de largo y solo teníamos 80 invitados. Una boda muy íntima y aun así casi le dejo sin brazo a mi padre de lo que le apreté. Y al final del camino, estaba él, guapísimo, con su traje negro y corbata y chaleco azul.
La ceremonia fue muy amena y emotiva, en la que no pude parar de llorar de la emoción cada vez que me tocaba hablar. Pero al lado tenía al hombre más maravilloso del mundo, que me cogió la mano y no me la soltó en todo el día. Y al otro lado, mi padre, que se aprovisionó con bien de pañuelos para el momento. Y a mis hermanos, que al final de la ceremonia nos dedicaron unas palabras preciosas.
A la salida arroz, pétalos de flores, confeti y pajaritas y mariposas de papel que habíamos embolsado el día anterior. Y fotos, muchas fotos. Y muchísima felicidad. Lo recuerdo como algo precioso.
Volvimos al coche, esta vez con tranquilidad y una sonrisa que no se borró de la cara en toda la noche. Durante el camino estuvimos hablando de nuestro día y cómo lo habíamos vivido, y de lo guapísimos que estábamos.
Al llegar al Castillo de las Seguras, donde se celebraba el banquete, estaban todos los invitados esperándonos con unas varitas con cascabeles también hechas por mi madre. Entramos con la canción ‘Qué alegría más tonta’ de Pereza y nos dio el subidón para aguantar toda la noche. Empezó el coctel y los abrazos, las felicitaciones y más fotos. Apenas pude comer nada porque, aunque los nervios se habían quedado en la iglesia, la emoción me hizo un nudo en el estómago. Mientras la gente comía, bebía y disfrutaba, pusimos muchos detallitos para que la gente nos dejara sus mejores deseos. Libro de firmas y árbol de huellas, todo DIY.
Pasamos a la zona del banquete donde la hermana del novio, una de mis damas de honor, nos tenía una sorpresa. Un vídeo lleno de fotos desde que éramos pequeños hasta ahora. Un amor de video que nos volvió a sacar las lágrimas.
El banquete fue sublime, no pudimos elegir mejor. Entramos con la cancion "Viva la vida" de Coldplay y, aunque yo seguí casi sin comer, nos divertimos un montón. Durante la comida tuvimos varias sorpresas. En el momento del sorbete les dimos los regalos a nuestros padres, una caja de smartbox para un fin de semana donde ellos quisieran, para que se relajaran después de tanto ajetreo. A la hora del postre, cortamos la tarta y, como era el cumpleaños de dos de nuestras amigas, les cantamos el cumpleaños feliz con una tarta de chuches para cada una y una bengala. Además, les regalamos a cada una su letra inicial decorada con scrap.
Al terminar el banquete pasamos a la zona de la barra libre donde teníamos preparado el cigar bar, un pequeño mural de chapas, el candy bar y el photocall. Entramos cuando todos estaban ya allí y sonó la canción de nuestro baile ‘Have you ever really loved a woman?’ de Bryan Adams. Después de ensayar el baile un montón de veces la semana anterior, llegó nuestro momento y quedó maravilloso. Los invitados nos acompañaron con bengalas y pulseras luminosas. Fue un momento mágico.
Y después de eso, bailar y bailar durante toda la noche, hasta que se nos hizo de día, a las 8 de la mañana, que se terminó la barra libre, aunque la gente se quedó con ganas de más. Al terminar, el castillo nos dejaba pasar la noche del evento en una habitación preparada para ello, pero nos costó muchísimo dormir después de todas las emociones vividas.
Aún escribo estas líneas y me emociono al recordarlo. Fue un día perfecto.
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