La boda de Alfonso y Patricia en Getxo, Vizcaya

El día de nuestra boda

Después de un año de espera, llegó el día, nos despertamos en casa los dos con nuestra niña y transcurrió la mañana con normalidad hasta las 12:00, que teníamos cita en el ayuntamiento para formalizar el matrimonio. Sin nervios y los tres juntos con los testigos, fuimos a firmas y entonces sí, después de eso empezaron un poco las prisas y los nervios. El novio se fue a nuestra casa con la niña, su madre y hermano para prepararse, y yo a casa de mis padres con mi mejor amiga (que es como mi hermana). Entonces peluquera y maquilladora se pusieron manos a la obra… Después de la chapa y pintura, mi padre condujo hasta Tamarises, donde se oficiaría la ceremonia (nos casó un amigo de la cuadrilla). El tiempo aguantaba, aunque no duraría mucho tiempo… Pero siempre tiene que haber un plan B… ¡Y menos mal! Después de la ceremonia y el cóctel, se levantó una galerna que nos hizo bajar a la discoteca antes de tiempo… ¡Pero qué maravilla! Barra libre, glitter y tatuaje bar, photocall y candy bar nos acompañaban. Fuera nervios y entramos bailando al ritmo de un technazo de la Potra salvaje, que hasta el novio se animó a bailar (¡con la vergüenza que le da!). La gente mayor se iba marchando al paso de las horas, y nuestra gordi, con sus casi 3 años, lo daba todo, pero también acabó por marcharse a dormir con sus aitites (abuelos). Se terminaba el día, bailamos, reímos, lloramos de emoción y sonó el Flying free para cerrar la boda. Y, por supuesto, fuimos felices y comimos burger de vuelta. ¡Me quiero volver a casar (pero ojo, ¡con el mismo!)!