La boda de Alexandra Domenech y Eduard Vidal en Bellvei, Tarragona

El día de nuestra boda

Empezó de la mejor manera posible, mis padrinos y yo desayunando tranquilamente antes de ir al barbero, luego a casa mis padres a ponerme el traje y a esperar a la novia. Los invitados iban llegando, todos muy guapos, la boda era rockabilly y todo el mundo se lo había “currado” mucho, la novia tardo más de lo previsto, pero cuando llegó montada en una Harley y escoltada por un buen puñado de moteros fue espectacular. Ella estaba preciosa montada en la parte trasera de la moto como una princesa de cuento. Luego el oficiante, un amigo muy querido, vestido a lo Elvis en negro y dorado, estaba espectacular, la ceremonia fue muy diferente a lo normal, ya que mi mujer y yo jugamos a rol, "Elvis" nos casó como si fuera una partida de rol, con sus dados poliédricos, su pantalla de master y demás, hubo algún momento emotivo, pero fue más que nada divertida, nos reímos todos mucho.

Momento fotos con los invitados fue un divertido caos, con mil anécdotas que contar.

El convite fue genial, la gente reía y comía, no pude estar sentado mucho tiempo, iba de mesa en mesa a hablar con los amigos y familiares, deberíamos haber prescindido de mesa presidencial y sentarnos con los amigos. Entre el primer y el segundo plato nos llovió, estábamos comiendo al aire libre, pero después del estrés y movernos al comedor interior la fiesta continuó y fue aún mejor, la gente cambió de compañeros de mesa y se apiñaron más, el jolgorio fue general, risas, gritos, etc., pero hubo su parte mala, la gente se distrajo y el momento corte tarta y entrega de regalos y ramos no fue como esperábamos, los invitados no estaban por la labor, y al repartir los detalles estaba la gente tan apretada que costaba pasar entre las mesas. La comida estuvo riquísima y los camareros perfectos y Cecilia, la encargada, decir que fue profesional es poco, fue como nuestra wedding planner.