La boda de Alberto y Victoria en Inca, Islas Baleares

El día de nuestra boda

Nuestra boda fue un sueño, a pesar de las sorpresas que nos trajo el tiempo. Elegimos la Finca Binissatí para celebrar ese día tan especial, con una lista de 60 invitados, ya que queríamos algo íntimo y familiar, rodeados de las personas que más significaban para nosotros. Desde el principio, habíamos apostado por septiembre pensando que el calor veraniego se suavizaría, y nos brindaría el clima ideal. Después de un verano tan caluroso, ¿Cómo no iba a ser así?

Llegamos a la finca el viernes para poder ver cómo iba tomando forma todo: las mesas, la decoración y el montaje general. Estar allí desde el día anterior nos permitió vivir cada pequeño detalle de los preparativos. El sábado amaneció tal y como lo habíamos imaginado: el cielo azul, el aire fresco y una luz perfecta que acariciaba el paisaje. Todo indicaba que el día sería perfecto.

Pero entonces, el clima cambió. Comenzó a llover. Tuvimos que ajustar nuestros planes. La ceremonia, que habíamos soñado hacer en el bosque rodeados de la naturaleza, se tuvo que trasladar al interior. Aunque ese pequeño revés podría haber desanimado a cualquiera, decidí aferrarme al clásico: "novia mojada, novia afortunada", y seguí adelante con una sonrisa. Después de todo, ¡las historias más memorables siempre tienen giros inesperados!