La boda de Alberto y Míriam en Chinchon, Madrid
Al aire libre Verano Beige 9 profesionales
A&M
30 Ago, 2014El día de nuestra boda
Tras 13 de meses de preparativos (muchos preparativos)... llegó el gran día. No fue una boda típica; y mucho menos en mi familia. Todos la esperábamos con entusiasmo.
El gran día duró, en realidad, 3 días:
El pistoletazo de salida fue el viernes 29 de agosto, cuando Alberto y yo nos casamos "legalmente" en el ayuntamiento de Leganés. Fue un día magnífico.
Nos arreglamos en casa, los dos solos. Admito que fue realmente divertido y nos emocionamos mucho al vernos. Nos pusimos bien guapitos para disfrutar de un día genial. En el ayuntamiento había gente esperando, los que pudieron venir, claro. Fotos, besos y "vivan los novios" para ir calentando. Entré del brazo de mi padre, por supuesto, con un ramo precioso que me había traído mi madre. La ceremonia discurrió entre risas y bromas, lo pasamos genial. Intercambio de anillos, firma y listos. Todo el mundo esperó fuera para echarnos arroz.
Tras la "ceremonia" (¡la buena fue la del sábado!), nos fuimos a una terracita a tomar botellines y montaditos, todo un lujazo.
Seguir leyendo »Muchas risas, cerveza, jamoncito cutre e incluso cubos de agua por encima de las madres nos hicieron tener un día espectacular... y eso que lo bueno, estaba por llegar.
30 de agosto de 2014. Duermo como un ceporrillo junto a mi marido (sus amigos me dan demasiado miedo como para dormir separados esa noche, y nos levantamos la mar de felices. Nada de nervios, todo está listo. El jueves había venido nuestra increíble y espectacular wedding planner María a llevarse la mayoría de las cosas que habíamos preparado.
Llegamos a la finca a eso de las 14:00 (dormíamos allí la noche de sábado, gran acierto) y, tras comerme un buen bocadillo de calamares (luego lo agradecí, dado que no cené nada), me duché y vino mi amiga Patricia, la artista que me maquilló y peinó. Vino mi madre, mi suegra y mis cuñadas a vestirme, toda una hazaña. Allí ya estaban el fotógrafo y el cámara. Al abrir la caja de los zapatos, mi chico me había escrito una nota y dejado allí. No pude contener las lágrimas de felicidad, ¡le amo! Yo, por mi parte, le había preparado un álbum boudoir con fotos muy sugerentes... Mi cuñada se lo llevó y debe ser que le encantó, porque lo mira muy a menudo.
Mientras tanto, mis amigas escribiéndome porque el autobús no salía... ¡Ay madre! La ceremonia era a las 19:00 y esto serían las 18:30... Es increíble, pero en ningún momento me puse nerviosa. Sólo les dije: "tranquilas, hasta que vosotros no lleguéis esto no va a empezar". Y llegaron.
Mi padre me recibió en la escalera que iba de la habitación al gran salón de la casa, fue un momento precioso e íntimo. Le entregué un pañuelo para sus lágrimas en el que había bordado: "De todos los paseos que hemos dado, este va a ser mi favorito. Te quiero papá". Y le sirvió para enjugarse muchas lágrimas (de felicidad).
Y ahí estaba yo, del brazo de mi padre, esperando que se abriera la puerta para salir y caminar el pasillo hasta el amor de mi vida. Creo que fue el único momento de la boda en el que estuve nerviosa, mientras escuchaba la canción con la que entraba él (Stand by me) y el inicio de la canción con la que entraba yo (More than words, de Extreme). Y ya. Caminé, saludé a todos, sonreí y le vi. Y ya no hubo nadie más. Disfruté mucho la ceremonia. Hablaron amigos, familia y nosotros. Leí los votos a mi marido, hechos con todo el amor del mundo... y el me los cantó. Como leéis, me cantó en nuestra ceremonia. Y estuvo magnífico, ¡me volví a enamorar! Tras los besos y firmas, arroz a montones. Y vinieron las fotos.
Momento único para disfrutar de mi amor, pero no con los zapatos... Antes de volver al coctel ya me los había cambiado, ¡y menos mal! Más fotos en el cóctel y llegó el momento de entrar al banquete... a ritmo de AC/DC. Todo un éxito: la gente bailando, gritando, aplaudiendo, cantando... Me lo pasé genial.
Durante la cena no pude comer bocado y, realmente, no sé por qué. No estaba nerviosa, pero sí muy excitada. Adoraba ver a todo el mundo cenando bajo el palmeral, con las luces bajas, al aire libre. Estaba soñando... Y llegaron las sorpresas. ¡Muchas sorpresas! Caja fuerte, pecera llena de céntimos, ramo de flores hecho con billetes, tartas de dinero... Se portó increíble (casi) todo el mundo.
Todo el rato se oían gritos de "vivan los novios", "que se besen", "otro otro otro"... Nuestro público estaba entregado. Y nosotros disfrutando el momento, disfrutando nuestros besos, nuestras caricias. Íntimo pero público a la vez. Saboreando cada instante. Mi hermano nos dedicó un brindis maravilloso. Es un gran orador y ese día estuvo sublime. Lloramos y reímos, es genial.
Tras el banquete, tocaba el baile y... ¡sorpresa! Alberto y yo preparamos una coreografía digna de Fama. La gente se entregó y aplaudió mucho, se ve que les gustó. Mis amigas me prepararon un vídeo divertidísimo, lo podéis encontrar en Youtube si ponéis "Cómo conocí a Miriam". No podía parar de reír.
El photocall encantó a todos. El fotógrafo (Jose, de +Juntos, increíble), llevaba una impresora para entregar las fotitos a los invitados. Fue súper divertido.
A mitad de la noche sorprendimos a Alberto con un FlashMob que había preparado junto con un amigo y enviado a todo el mundo por Whatsapp para que se aprendieran la coreo. Fue con la canción "Suavemente" de Elvis Crespo... que Alberto odia con todas sus fuerzas. Salvo porque el Dj no tenía preparada la canción y suerte que la llevábamos en USB, todo genial. Muchas risas y pisotones.
Bebimos, reímos, bailamos y disfrutamos de cada persona que había en nuestra boda. La gente no quería irse, nos decían lo bien que lo estaban pasando, lo bonito que había sido la ceremonia, la de detalles que habíamos puesto... Y nosotros orgullosos y felices y disfrutando. ¡Todo un éxito!
Pero aún había más. Salimos a despedir a los invitados, que volvían, la mayoría, en el autobús. Bailamos, cantamos, reímos todavía más. Pero, al volver a la casa (dormíamos con nuestros padres y hermanos) y entrar en nuestra habitación, alucinamos. Nuestra Wedding Planner nos había preparado la habitación con pétalos de rosa, velas, un álbum con mil detalles de nuestra historia de amor... Fue alucinante y se lo agradeceremos siempre.
Al día siguiente, estupendo día comiendo con la familia, con tanto dinerito, riendo y recordando el gran día que habíamos pasado. Fueron 3 días maravillosos que repetiría todos los años.
Sin duda, se cumplieron nuestras expectativas. Espero que leer esta crónica os guste tanto como a mi escribirla.
Un beso, ladies.
Servicios y Profesionales de la Boda de Alberto y Míriam




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