La boda de Alberto y Carolina en Belmonte, Cuenca

El día de nuestra boda

Fue un día increíble. Salió todo perfecto, como nos lo habíamos imaginado, incluso mejor. Nosotros no paramos de sonreír en todo el día y todas las caras de nuestros familiares y amigos eran reflejo de esa alegría. Yo, la novia, empecé el día super estresada, con la maquilladora y la peluquera (mi hermana) persiguiéndome por la casa. Mis dos hijos por en medio. El mayor, casi 4 años, no quería bañarse, no quería vestirse... El pequeño, 14 meses, mirándome y echándome los bracitos y llorisqueando porque quería teta.

Cuando vinieron los fotógrafos teníamos la casa que había que pasar a brincos. En las fotos salen todos los detalles, ropa amontonada, zapatos por aquí y por allá, el pijama, la cama revuelta. Quien tiene niños sabe lo difícil que es a veces estar a una hora preparados y si encima no están ni papá, y mamá está liada... ¡pues un lío!

Después de esos momentos de caos inicial todo fue como la seda. El novio guapísimo y yo guapísima.

La ceremonia preciosa, cantó el coro en el que yo canto, Duque de Calabría y mis amigos del Coro Universitario de Alcalá, y fue maravilloso. Después de 19 años cantando en bodas, ese día por fin, los cantos eran para Alberto y para mí.