La boda de Agustín y Raquel en Ponteareas, Pontevedra
Elegantes Primavera Morado 5 profesionales
A&R
16 May, 2015El día de nuestra boda
Tras 13 años de relación decidimos dar el paso un San Valentín, como debe ser :) Teníamos que poner una fecha, y como no nos gustaba hacerlo al calor del verano, buscábamos una fecha entre primavera y otoño. Ganó mayo. Era probable que lloviera, pero si hacía bueno seguramente no haría mucho calor. Nos equivocábamos. Casi morimos aquel día del calor que hizo, ¡madre mía!
Pero vamos al día anterior a la boda: la mañana del viernes fuimos a buscar nuestros trajes (sin verlos, claro) y a llevar todo al hotel. La ropa, las decoraciones,... por la tarde mi madre y yo fuimos avanzando en la cuestión peluquería mientras mi todavía novio se encargaba de quedar con la de lo floristería para dejar ya decorada la iglesia. Después fuimos mi madre y yo hasta ella para echarle un ojo. ¡Estaba preciosa! No me podía creer que unas horas después fuese a recorrer aquel precioso pasillo de aquella iglesia que iba a estar llena con los míos, con mi familia, con mis amigos... ya se me ponían los pelos de punta sólo de pensarlo.
Seguir leyendo »Gracias una y mil veces a Begoña de Floristería Graniflor de Mondariz. También se encargó de hacer mi ramo de novia, lo hizo simplemente perfecto, tal y como yo le había descrito.
Después me fui con mi novio a casa a ultimar algunas cosas y a planificar bien el día siguiente. Hicimos un último repaso de nuestro baile, cenamos y me llevó a casa de mis padres. Me fui a dormir allí, me hacía ilusión la tradición de no ver nada al novio hasta llegar al altar. Sabía que no iba a dormir nada entre que no era mi cama y los nervios. No me equivocaba. Si cerré los ojos unas dos horas ya fue mucho. Me despertó mi madre con el desayuno, como cuando era pequeña, y estaba muy tranquila. Me casaba por la tarde y hasta después de comer no íbamos al hotel.
Como nos cambiábamos y preparábamos allí, peluquería incluida, teníamos que estar comunicándonos por whatsapp para no coincidir en ninguna parte, parecía un juego de espionaje aquello ("novia dirigiéndose a recepción", "novio con madrina entrando en hotel", "novia yendo a la peluquería", y así todo el rato). Mi peluquería y maquillaje corrieron a cargo de "La Peluquería del Hotel", Vanesa hace auténtico arte con las manos, aparte de ser encantadora, dulce, atenta, amable...y una profesional como la copa de un pino. El hotel del que hablo, que fue donde hicimos todo el banquete, es el Balneario de Mondariz. Aprovecho también para darle las gracias especiales a su maître, Santi, y a todo el personal que se ocupó de que ese día estuviera todo perfecto. Mil gracias a todos.
Una vez que estaba peinada y maquillada volví a subir al a Suite Nupcial, donde me iba a vestir. Llegaron mis padres, ya arreglados también, para ayudar a vestirme. Mientras yo estaba en la peluquería, los fotógrafos BrunSantervás habían estado haciendo las preceptivas fotos a la madrina y al novio, así que cuando yo subí a vestirme aparecieron ellos para hacer lo mismo conmigo y mis padres. Ana Santervás fue uno de nuestros mejores aciertos para nuestra boda. Nos reímos muchísimo con ella. Ponerse delante de su cámara era de todo menos incómodo. Nos sacó fotos muy naturales, preciosas, pocos posados (los que le pedimos y poco más), creativas, originales...todo el mundo alucina cuando las ve, tanto las fotos como el vídeo, que también es genial. Os los recomiendo muchísimo. Los invitados se divirtieron con ellos lo que no está escrito, eran parte de nuestra boda. Sin duda una elección de la que no nos arrepentiremos jamás.
El novio salió para la iglesia, que era el Convento de Canedo en Ponteareas, y yo salí poco después en nuestro propio coche, ¡que ese día no podía dejar de acompañarnos! Fui con mis padres y condujo nuestro mejor amigo común.
Yo quería que cuando yo llegara estuviera todo el mundo ya dentro de la iglesia, ¡y lo conseguimos! aunque luego el novio me confesó que no fue nada fácil...sabía que yo estaba a punto de llegar y aún no había conseguido meter a todo el mundo, pero al final la fotógrafa también ayudó y lo consiguió.
La música de la ceremonia corrió a cargo de unos amigos. Tanto mi ya marido como yo somos músicos, así que tenemos mucha gente a nuestro alrededor para tal menester. Fue una mini orquesta de cuerda con una soprano, todos amigos y la mayoría invitados también a la boda. Escuché desde el coche cómo sonaba la pieza que daba entrada a mi novio en la iglesia y me di cuenta de que por fin llegaba el momento. Yo seguía en el coche. En cuanto acabó de sonar, salí. Mi madre me colocó el vestido, se fue para adentro y nos quedamos mi padre y yo listos para entrar. Cuando me situé en la puerta no me podía creer lo que veía: de repente un montón de caritas y móviles dirigidos a mí, la música empezó a sonar y apenas podía ver a mi novio (la iglesia es bastante grande) al fondo. Moría de ganas de abrazarlo y besarlo. Ese pasillo se me hizo eterno. Debo reconocer que no estaba nerviosa hasta que empezó a sonar la música. Ése fue el momento en el que me vine abajo: apenas dados unos pasos al interior de la iglesia me deshice en llanto. Me sentía entre emocionada y ridícula... los invitados (que ni siquiera era capaz de verles las caras) me vitoreaban para animarme. Fue un momento super especial. Pero me dio la sensación de durar eternamente. En cuanto estuve cerca de mi novio lo abracé y me sentí tan reconfortada...hubiese parado el tiempo en ese instante y hubiese sido feliz.
Empezó la ceremonia: leyeron nuestros amigos, lecturas, preces...que además habíamos hecho encuesta entre ellos para escoger las lecturas de la misa. Mucho nos reímos con todo esto, ¡jajajaj! Durante la ceremonia todo fue perfecto. La gente alucinaba con nosotros haciendo todo el consentimiento, anillos y arras de memoria. Además eso nos permitió vernos a los ojos durante el proceso y quedaron unas fotos preciosas y muy emotivas. Durante el ofertorio sorprendimos a todos los invitados tocando nosotros mismos al violín y a la guitarra el Ave María de Bach-Gounod. Esto era algo que sólo sabía el cura y los músicos que nos prestaron los instrumentos. La gente alucinó. De repente se arremolinaron en el altar todos nuestros amigos para grabar y verlo de cerca. Un momento muy especial, con aplauso final incluido.
La ceremonia siguió, firmamos, nos hicimos las fotos de posado (que llevaba yo una lista que le di a la madrina con las fotos imprescindibles para no retrasar la salida ni hacer esperar a los invitados, fue muy fluido y rápido, os lo recomiendo).
Salimos solos de la iglesia. Al fondo ya veíamos a todos los invitados preparados con el arroz de colores que habíamos teñido pacientemente mi marido y yo y los pétalos que nos dejó la de la floristería. El resultado es precioso, también os lo recomiendo muchísimo, las fotos no tienen precio. Teníamos a otros muy buenos amigos tocándonos la gaita a la salida y mientras saludábamos a todo el mundo, lo que hizo muy ameno ese momento. ¡Gracias, chicos! Terminados besos y abrazos de rigor, los invitados se fueron para empezar con los aperitivos al aire libre en el hotel mientras nosotros nos hicimos ya nuestras fotos en el claustro del convento y luego en los jardines cercanos al hotel donde íbamos a celebrar el banquete. El momento de quedarse "a solas" (sacando los fotógrafos, claro) con mi ya marido fue uno de los que más disfruté en todo el día, de verdad. Es un momento de relajación por fin, de estar con él, de empezar a comentar tranquilamente las primeras anécdotas del día... disfrutadlo mucho. Ya que estamos, un consejo importante os doy: tened agua en el coche, después de la ceremonia vais a querer beber, en serio.
Nos fuimos a los aperitivos, nos hicimos fotos en el photocall que habíamos preparado y luego ya banquete. No comí casi que nada, os recomiendo que hayáis comido bien antes de empezarlo todo, porque es cierto que no se come nada. Ya no porque no te dé tiempo, que también, sino porque no tenía hambre, tenía el estómago completamente cerrado, lo último que quería hacer era sentarme a comer. Así que llevad bien las fuerzas antes de empezar la ceremonia.
Tras el corte de la tarta dimos los novios a una pareja de amigos jóvenes que ya llevan bastante tiempo juntos, el ramo de novia se lo dimos a mi madre (menuda llorera), y luego a mi abuela, la madre del novio y la hermana del novio, que era la madrina, les dimos un precioso ramito de rosas junto con una taza de coña a la madrina. Más lloreras. También dimos un regalo muy especial hecho por nosotros a nuestro mejor amigo (el chófer de la novia) y a una de nuestras amigas que estaba embarazada.
Luego unos amigos nos sorprendieron con un montaje de vídeo y foto nuestro (mucho me reí, madre mía) y la fotógrafa nos brindó, sin pedírselo y gratuitamente, un montaje de fotos de ese mismo día. Increíble vernos ya ese día vestido de boda, imágenes de la ceremonia, de nuestros preparativos...creo que los invitados fliparon directamente. Gracias de nuevo, Ana, eres una crack.
Llegó el momento del baile: después de varias semanas de pensar coreografías y todo y de varios ensayos a las tantas de la madrugada en casa, creo que puedo decir que lo hicimos bastante digno. Bailamos el Vals nº 2 de la Suite de Jazz de Shostakovich. Todo el mundo nos felicitó y lo siguen haciendo aún hoy cuando sale el tema. Valió la pena el esfuerzo y nos queda un precioso recuerdo.
Y ya por fin la fiesta que duró hasta las seis de la mañana gracias a Rubén de Basterdiscomóvil. No éramos muchos invitados, pero los que éramos lo pasamos genial.
Lo que pasó después...mejor me lo callo.
Sólo debo decir que no estoy de acuerdo en que no te enteras de nada, que el día pasa volando y todo eso. En mi caso no fue así, fui plenamente consciente de todo (o casi todo) durante todo el día y viví cada minuto. Creo que duró lo que tenía que durar y que es un día importante sí, pero no va a ser el más importante de vuestra vida, o no debería. Para mí es igual de importante cualquier otro día que comparto con mi ya marido y seguramente haya cosas a lo largo de nuestra vida que estén a la altura o superior del día de nuestra boda, pero eso ya lo iremos viendo con los años.
A las que estáis preparando ahora mismo vuestras bodas os diré que no os agobiéis, no os preocupéis ni amarguéis por tonterías, después os vais a arrepentir de haber perdido el tiempo y la paciencia en cosas de las que sólo vosotras y vosotros os vais a dar cuenta. La gente va a pasárselo bien y vosotros debéis pensar en el acto que vais a llevar a cabo, en vuestro matrimonio, en disfrutar del amor mutuo que os tenéis y será el mejor recuerdo que os podáis llevar de vuestro día.
Una vez más aprovecho esto para dar las gracias a todos los proveedores de nuestra boda, que fueron muchos y todos estuvieron a la altura. Gracias.
Y gracias a todos los que habéis leído esta crónica, espero haber podido compartir con vosotros un poquito de nuestro día, aunque las emociones reales vividas aquel día son indescriptibles aquí. Os dejo unas fotos que quizá hablen mejor por sí mismas que todo lo que yo os haya podido contar.
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