La boda de Adrián y Patricia en Morillo De Tou, Huesca
Rústicas Invierno Morado 2 profesionales
A&P
14 Mar, 2020El día de nuestra boda
Nuestro día empieza más de un año antes. Desde el principio, no queríamos una boda cualquiera de un solo día. Queríamos pasar un fin de semana especial con nuestros familiares y amigos, ya que nos íbamos a juntar por un gran motivo, y algunos tendrían que recorrer unos cuantos kilómetros.
Encontramos en Huesca, concretamente en Morillo de Tou, el entorno ideal. Ya lo habíamos visto en fotos y nos gustaba muchísimo, y cuando lo vimos, supimos que ese era nuestro lugar, incluso las ideas que nos proponían y el presupuesto encajaban con la boda de fin de semana que nos imaginábamos.
Casi todo lo relacionado con nuestra boda fue DIY: las invitaciones, la decoración, los detalles, regalos sorpresa, el árbol de huellas, el libro de firmas, los juegos... Teníamos una idea bastante clara, organizada y llena de detalles, y a medida que se acercaba el día, más ilusión nos hacía. Todo estaba saliendo como queríamos, y los preparativos estaban siendo intensos, pero satisfactorios, solo quedaba esperar. El fin de semana del 14 de marzo ya llegaba.
Seguir leyendo »Todo comienza el viernes 13 de marzo, cuando mi pareja y yo vamos de camino al Morillo para preparar los detalles y la fiesta del viernes por la noche. Durante las dos horas de viaje hasta allí, las cosas se tuercen. Varios familiares nos avisan de que estando la situación como está, no se atreven a venir. Dos de nuestros proveedores, maquilladora y florista, nos fallan. El viaje de novios, que teníamos pensado comenzar el martes, termina posponiéndose sin fecha concreta. Ese trayecto hasta el sitio que era tan especial, hasta el día que debía ser nuestro día, se convierte en el peor de nuestras vidas. A pocos minutos de llegar, paramos donde pudimos y nos planteamos posponer, a menos de 24 horas de convertirnos en marido y mujer. ¿Pero qué hacíamos con nuestros familiares y amigos que ya venían de camino? Mi madre había dejado un trabajo por venir ese fin de semana hasta allí, ¿lo había hecho por nada? Seguimos nuestro camino hasta Morillo con la única intención de dar a nuestros invitados un lugar donde dormir y comida para pasar el fin de semana. Tal y como nos sentíamos, no teníamos fuerzas para más, para seguir adelante o para celebrar algo que, desde luego, no se parecía en nada a lo que llevábamos más de un año soñando.
De repente, arropados por aquellos que ya estaban a nuestro lado, decidimos seguir adelante. Algunos fuimos a Aínsa a por un ramo, que nos hicieron de un día para otro, y a buscar una peluquería que tuviera un hueco para prepararme. La florista nos había enviado flores que estaban sin tratar para los centros de mesa y para el altar. Pero todo el que estaba allí se puso a organizar. Un equipo de cuatro de nuestros invitados se encargó de las flores. El maestro de ceremonias tampoco venía. Una invitada se ofreció voluntaria, y otras dos reescribieron el discurso. El banquete podría ser self-service por falta de camareros, pero incluso los de Morillo se ofrecieron. Nada era como habíamos planificado, pero, aun así, continuamos.
El día 14 amaneció con un sol espléndido, un tiempo de película, una luz magnífica. En la peluquería me dejaron fenomenal. Lloraba mientras me peinaban, y el maquillaje ni se inmuto (era a prueba de agua). El ramo era único, exquisito, con tan poco tiempo y con tanto detalle, como el que me imaginaba para ese día. El altar quedó precioso, los invitados estaban volcados, ilusionados, y muy guapos. Todos contribuyeron para que estuviera y se viera así. La ceremonia fue muy emotiva para todo el mundo, inolvidable. La comida exquisita, el servicio sin palabras. Recuerdo cómo los camareros sacaban comida y venían directos hacia mí, para que la novia no se quede sin comer. Nuestros invitados estaban felices, disfrutando, sonriendo. Por un momento, nadie pensaba en lo que pasaba fuera, vivían y disfrutaban con nosotros de ese día.
Por la noche celebramos una gran fiesta, con barra libre, música y nuestro baile, con aquellos que también habían ensayado con nosotros. Bailamos mejor que en cualquier ensayo, nadie nos había visto bailar, y volvimos a llorar.
Ahora han pasado 3 meses de aquel día. 3 meses donde hemos tenido nuestros más y nuestros menos con respecto a ese fin de semana, sin embargo, después de todo, gana el más. Las bodas son la celebración del amor, el momento de convertirse en una familia, y compartirlo con aquellos que queremos. Y realmente, eso fue lo que vivimos. Nuestras familias y amigos nos demostraron el amor incondicional que nos tienen. El apoyo a nuestro amor y a la familia que hemos formado. Nos han transmitido esa tranquilidad que da, que pase lo que pase, estarán a nuestro lado. No fue la boda que habíamos planificado, fue mejor. Todo el mundo participó en mayor o menor medida para hacer posible ese día. Nos llevamos el recuerdo del apoyo, la colaboración, el amor y la emoción. Queríamos una boda inolvidable, y la tuvimos. ¡Gracias a todos por hacerla posible!
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