La boda de Adri y Aida en Villaviciosa, Asturias

El día de nuestra boda

Ya han pasado 4 meses desde mi boda y no quería dejar pasar la oportunidad de escribiros la crónica de un día que recordaremos siempre como uno de los mejores de nuestra vida. La boda empieza el mismo día en el que, mi ya marido, nervioso, me pide que me case con él y me saca un anillo hecho con plastilina, porque después de semanas buscando no había encontrado el anillo perfecto para mí. Mi reacción ¿estás de coña no? Pero no y ese momento nos llevó a las largas horas en bodas.net y Pinterest buscando ideas, la adición a otros tantos blogs sobre bodas, las mañanas, tardes y noches haciendo manualidades para el gran día, las miradas cómplices y de ilusión cada vez que nos preguntaban por la boda, la búsqueda de los proveedores, el volver loco a todo el mundo que me rodea y a volverme como me autodefino: una yonki de las bodas. Y como no, después de todo el proceso en el que hubo momentos buenos, regulares y otros que mejor olvidar, llegó el día. La noche anterior dormí a pierna suelta de lo agotada que estaba, y en cuanto sonó el despertador salté de la cama con una sonrisa que ya no se me borraría de la cara en todo el día. ¿Qué digo en todo el día? ¡En semanas! Aunque el día amaneció con grandes tormentas en todo Asturias. Ducha, desayuno y a acabar de decorar la finca donde haríamos la ceremonia y toda la fiesta posterior, en el Castiello de Selorio, donde milagrosamente parecía que el tiempo nos iba a dar una tregua, aunque no se pudo montar la ceremonia fuera como teníamos planificado hasta el último minuto por miedo a que las tormentas cercanas llegaran hasta allí. Una vez todo lo que estaba en mi mano quedó listo, subí a mi habitación a prepararme, peinado, maquillaje y ponerme ese precioso vestido de Nicolas Costura, y me traían el precioso ramo de flores pando mientras los invitados comenzaban a llegar. Mi chico por su lado estaba en otra habitación nerviosito perdido preparándose con su traje de Hubo Boss, tirantes de Emilio Tucci y pajarita hecha por mi madre. Sin lugar a duda el look de mi novio causó sensación entre todos. Para la espera de los invitados mientras comenzaba la ceremonia preparamos una mesa con limonada, los protege tacones para las mujeres y confetti para que nos lanzaran después de la ceremonia, y contratamos a un grupo de jazz (Vintage jazz) que también nos acompañó durante la ceremonia y el cóctel, algo que gustó mucho y los protege tacones les fueron muy útiles a las chicas. Y entonces llegó el momento de la ceremonia, como el cielo estaba que parecía que iba a ponerse a llover de un momento a otro, y por mi insistencia la ceremonia se montó al aire libre, mi padre estaba súper nervioso y me llevó del brazo a 100 por hora, con lo cual tampoco tengo mucho recuerdo del momento “paseíllo”. Solo recuerdo oír a la gente decir “guapa” y que cuando llegué al final y mi marido se emocionó un montón. La ceremonia fue corta, nos dedicaron unas palabras mi cuñado y mi padre y mi madre nos dio una sorpresa con un chico que cantó y todo el arpa, Hector Braga. Una pasada. Después lluvia de confeti y arroz, muchos besos y abrazos que me destrozaron el peinado, pero algo que no me importó lo más mínimo, y con mis pelos de loca, nos hicimos algunas fotos por la finca y otras muchas con los invitados, mientras servían el cóctel, de la mano del Catering Sol Gimeno, que por su parte salió todo espectacular y la comida deliciosa. Entramos al salón con la canción de toros en la Wii de Love of Lesbian, justo en el momento del Fantástico (muchas de vosotros/as conoceréis la canción por un anuncio de cerveza) momento que encantó a todo el mundo. La tarta la hizo una invitada a la boda, y los muñecos una amiga, una de las que luego nos ayudaría a abrir el baile con una coreografía un tanto friki. Primero bailamos una lenta Adri y yo solos (“Qué bien” de Izal) y después se unieron a nosotros unas amigas bailando una canción del musical The rocky horror picture show. Momento que dejó boquiabierto a todo el mundo, dando comienzo así a la barra libre y ya de aquí en adelante risas, mucho baile, photocall, recena, candy bar, lanzamiento de los ramos (mi novio lanzó uno de chupa chups a los solteros). Todos lo disfrutamos muchísimo y lo pasamos en grande y además salió el sol por lo que pudimos disfrutar de toda la finca bailando dentro y fuera del comedor tal y como yo me había imaginado. Como detalle, a los invitados les dimos a los chicos una cerveza con etiqueta personalizada y una jarrita con nuestro logo grabado y a las chicas un tarro también grabado por nosotros lleno de galletas con forma de corazón. También se pudieron llevar como detalle unas macetitas pequeñas con una planta crasa que usamos para marcar el sitio de cada persona dentro del salón y chapas que dejamos donde el photocall. A los invitados que se quedaron a dormir con nosotros en la casa le dejamos a cada uno en la habitación una bolsa de tela personalizada con el logo de nuestra boda con un kit de supervivencia, una foto nuestra de la sesión preboda, una caja de bombones, el confeti y los protege tacones. El día superó nuestras expectativas, aunque por parte de la organización hubo bastantes cosas que no se hicieron como se pidieron, pero fueron pequeños detalles que salvo nosotros nadie más se dio cuenta y que unos amigos no nos pudieron poder un vídeo que llevaban preparado, pero que al día siguiente nos llevaron a casa, continuando así un poco más el momento boda.