Un chill out vintage para una boda con identidad propia

*Texto cedido por Toñi Martín Calderón. Imágenes de Javier Sierra Fotógrafo.

A comienzos del invierno pasado acudía al primer encuentro con Paz y Ángel en una céntrica cafetería de Valencia. Como siempre, con mi habitual nerviosismo en estos casos y mis dudas al querer proponerles algo diferente para su ambientación, pero con muchas ganas de querer experimentar chill outs nuevos y vestir su boda con candelabros antiguos y lentejuelas.
 
Ella, menuda, muy discreta y tímida. La rodea un halo de melancolía que apetece abrazarla nada más conocerla. Todo un encanto de mujer. Él, también tímido y discreto, con un toque de elegancia más propia de los caballeros del siglo XIX que de los tiempos que corren. Un porte impecable.
 
Al terminar mi exposición, la primera frase fue "Nos gusta...". ¡Y la sorpresa fué mayúscula! Así que me dispuse a perfilar la escenografía durante los meses siguientes, cada detalle, cada ambiente, debería de ser perfecto.

 
El día de la boda, las ideas cobraron vida propia en la terraza del increíble espacio que eligieron para celebrar su enlace: la finca Myrtus. Su arquitectura se presta a cualquier diseño, así que las líneas rectas y curvas se mezclaron con las sillas de anticuario, los almohadones con plumas y las lentejuelas creando un efecto mágico.

 
Se diseñó un centro de mesa especial para ellos, a base de lithiantus blancos y morados, y el juego de iluminación del lugar hizo el resto.

 
Mis chicos estaban impresionantes vestidos de novios: ella con una traje a medida y unos maravillosos Louboutin en plata, sencillamente preciosos. Pelo suelto, toques vintage, maquillaje suave... La novia perfecta. Él iba impecable. Dicharachero y muy cercano.
 
Lograron una boda totalmente diferente. Lo tenían claro, y el resultado fue increíble. Para terminar, os dejo con su entrada triunfal.