Sobre dietas salvajes y bodas
La mayoría de las novias deciden ponerse a dieta cuando ven acercarse el momento del sí quiero, y en menor medida también lo hacen los hombres. Esta es la reflexión que nos hace Ricky Romero, un novio real, sobre el tema.
A todos nos gusta quedar bien en las fotos y, más especialmente, si nos vamos a casar. Es por ello que suele ocurrir que cuando suenan campanas de boda al mismo tiempo retumba en tu cabeza aquello de: “¡Dios, debo perder algunos kilitos!”. Huyamos de los tópicos y los estereotipos. Pasa tanto en novias como en novios.
Sin querer meterme yo en ningún fregao, recomendaría a todos y a todas la máxima prudencia con este tema. Fundamentalmente por dos motivos. El primero y más importante, por la propia salud. Si queréis perder peso acudid siempre a un especialista. El dietista/nutricionista os aconsejará sobre la mejor manera de adelgazar y de hacerlo, además, de forma segura. Olvidad, por lo tanto, las dietas milagrosas, los ayunos salvajes, las dietas hipocalóricas desequilibradas, las dietas disociadas, etcétera. Carecen de base científica y, además, pueden ser peligrosas para la salud.
El segundo motivo es, digamos, de índole más romántica. Y es que no debéis olvidar ni por un minuto que cuando él/ella os pide matrimonio, lo hace porque está enamorado/a de ti, de tus virtudes y también de tus defectos físicos (si es que los tienes). Ahora os hablo desde un punto de vista muy personal: antes de casarme siempre tuve claro que quería resultar reconocible para la que iba a ser mujer. Del mismo modo, quería reconocer a la mujer de la que me enamoré. De modo que nos encontramos en el altar con el mismo aspecto del día de la pedida, por ejemplo. Así que, si hay que hacer dietas, uno, que sean controladas, y dos, que no os dejen tan chupaos que luego ni se os conozca.