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Bodas

Sara y Alberto, una boda y mil viajes

Todos sabemos que cada boda es un mundo. Bueno, pues la boda de la que os voy a hablar aquí fueron muchos mundos. Ahora veréis por qué.

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*Artículo cedido por Erika Ramiro de Presume de Boda.

La intriga y la sorpresa fueron los grandes protagonistas del evento. Así lo querían los novios y así lo hicimos. Sara y Alberto no querían desvelar ningún detalle de lo que iba a pasar en su boda. Por eso, dosificamos la información con cuenta gotas: lo único que sabían sus invitados es que debían estar preparados en la puerta del Hotel Ágora a las 18:00h.

Una vez allí, dimos a los invitados un sobre que contenía 3 billetes ficticios de avión, los cuales eran imprescindibles para poder acceder a las diferentes partes de la boda (a la ceremonia, al cóctel y al banquete). En cada estancia les esperaría una azafata para hacer los check in.

La siguiente sorpresa fue entregar a las mujeres unas alpargatas a elegir entre varios colores, ya que llegábamos a la parte en la que les decíamos que nos íbamos de excursión. Así que todos los invitados en fila india comenzaron a seguirme sin saber dónde iban, pero pronto entendieron el por qué de las alpargatas. Subiríamos al Castillo de Peñíscola por los preciosos caminos empedrados.

Las sonrisas en las caras fueron acentuándose a medida que nos íbamos acercando. Ya empezaban a entender lo que estábamos tramando y a alguno se le escuchaba deducir el destino final. Por este camino disfrutaron de unas de las vistas más bonitas del Mediterráneo.

Presume de Boda

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Una vez arriba, los invitados disfrutaron de un refrigerio previo a la ceremonia en la cocina del Castillo, una sala fresquita y oscura con un caldero del siglo XIX, al cual bautizamos como El Caldero de Los Deseos. Colocamos unas chuches y unas botellitas de agua en una mesa larga de madera oscura, también de la época, y unos pergaminos handmade al más puro estilo medieval. En ellos, los invitados escribieron deseos a los novios y los echaron dentro del caldero. 

A continuación, los invitados accedieron a la sala gótica del castillo. Una preciosa sala medieval donde tuvo lugar la ceremonia. Sara no quiso flores en su boda, así que toda la decoración era con pompones, cintas de raso y velas.

El ramo de la novia era de tela, de peonías en color rosa empolvado de B de Blanca y su vestido de Alma novias.

Tras la ceremonia, dirigimos a los invitados a lo que sería la siguiente sorpresa. El cóctel se celebró en la piscina del hotel. En la puerta les esperaba una periodista que iba entrevistando a los invitados como si fuera la alfombra roja de los Oscar. Cuando entraron los novios comenzó una alucinante exhibición de fuegos artificiales.

La siguiente sorpresa no tardaría en llegar. La entrada al salón de los novios fue graciosísima. Por megafonía anunciaron el último aviso para los pasajeros Sara Busquets y Alberto Romanillos, en español y en inglés, como en un aeropuerto. Así que entraron corriendo como si llegaran tarde con sus maletas y todo

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Los centros de mesa los formaban peceras con peces vivos y las mesas representaban las ciudades a las que los novios habían viajado. Las minutas las hicimos en forma de aviones de papel con el sello oficial de la boda.

En la cena no se paró ni un momento... Entre plato y plato, más y más sorpresas, ¡era un no parar! Apagaban las luces, subían el volumen de la música y la gente se animaba a bailar.

La sorpresa final fue la que dejó a todo el mundo con la boca abierta: el baile de los novios. ¡Juzgad vosotros mismos!

¡Para mí fue la guinda perfecta a una boda muy especial!

CRÉDITOS

 Wedding Planner: Erika de Presume de Boda

Fotografía: Cristina de Boudoir Fotografía

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