¡Que no falte un photobooth!
Si queréis que en vuestra boda no falten momentos de diversión y de locura os recomendamos que preparéis una sesión de photobooth con la que vuestros invitados pierdan toda la vergüenza.
Hay varias cosas que podrían considerarse vitales en toda boda que se precie. Una de ellas es, sin duda, el photobooth, ‘smile booth’, fotomatón o como queráis llamarle. Es decir, una cámara, un fondo y muchos, muchísimos, complementos. Se ha convertido en un must no sólo en las bodas, sino en todo tipo de celebraciones.
A la hora de contratar a vuestro fotógrafo, preguntad por este servicio, pues suele salir bastante bien de precio y sus resultados son excelentes. Las fotos que acostumbran a salir de un photobooth son tremendamente divertidas y, además, añaden un punto más desenfrenado y loco a vuestro álbum fotográfico (si decidís incluir alguna en él).
Por mi experiencia los he visto de dos tipos. El que el fotógrafo hace físicamente las fotos y el que la cámara está en un trípode y vosotros, mediante un disparador, hacéis las fotos (que vais viendo cómo quedan en un monitor). Éste suele ser más divertido que el anterior, pues da más pie a que la gente haga el ganso delante de la cámara.
Podéis añadir complementos: sombreros, bigotes postizos, boas de plumas, gafas, disfraces… Poner un fondo ya es rizar el rizo. Por ejemplo, si vuestra boda es temática, pongamos inspirada en Nueva York, podéis pedir que os hagan un fondo de cartón pluma en el que se vea el skyline neoyorquino. O, como pude ver recientemente en una boda inspirada en Las Vegas, había un Elvis de cartón pluma al que los invitados se agarraban micrófono en mano. Las posibilidades del photobooth son ilimitadas y.. ¡‘casa’ con todo!
Foto 1: Nacho Ibañez
Foto 2: Marietta Fotos y Vídeo
Foto 3: Gabriela Ramírez