Novio, sé previsor: prepara tu kit de emergencia

Vamos a partir de la base de que la perfección no existe. Es un mito. Por más y mejor que se planifiquen las cosas, siempre hay algo que puede fallar. Por decirlo de algún modo, la Ley de Murphy existe. Es por ello, queridos novios, que os quiero dar algunos consejos para tratar de anticiparos a situaciones que pueden ocurrir en cualquier momento de la boda. Ante el avistamiento de imprevistos, previsión.

• Sudores. En una boda los hay a mantas. Las emociones están a flor de piel y os aseguro que la camisa sufre las consecuencias. No es nada agradable sentir húmeda la camisa, por lo que no está de más que tengáis a mano una de recambio.
• Pañuelo. Todos somos muy hombres hasta que ella (o él) entra por la puerta de la iglesia (o del ayuntamiento). El nudo en tu garganta o bien se queda ahí y te cuesta articular las palabras o bien sube a los ojos y lloras. En el bolsillo de tu americana que no falten los kleenex. Si decides aguantar el lloro, después verás en el reportaje fotográfico las ‘curiosas’ caritas que pusiste. Tú mismo.
• Manchas. Si un canapé aterriza en tu corbata ya la has liado. Como con la camisa, ten cerca una corbata de repuesto (a juego, claro está, con la camisa y el traje).
• Primeros auxilios. Las jaquecas no entienden de celebraciones y aparecen en los momentos más insospechados. El día antes de la boda hazte un neceser con algunos medicamentos, desodorante, pasta y cepillo de dientes, colonia, lentillas (si las usas), etcétera. Lo que tú consideres necesario. Tampoco están de más las tiritas para luchar contra esos zapatos nuevos.
• Sentido común. Una boda es una fiesta, hay que pasarlo bien y disfrutar de ella. Pero con moderación. Ojo con el alcohol, porque no hay nada más desagradable para una novia que ver al novio como una cuba. En un día así, único e irrepetible para más señas, mejor controla.