La hora de los discursos
Uno de los momentos más emotivos de una boda llega con el discurso de una persona muy especial para vosotros. Os damos algunos consejos para que sea memorable.
En un día tan especial y único como el de vuestra boda no pueden faltar los discursos. Personalmente, no soy partidario de que haya muchos. Una gran cantidad de gente hablando, la una detrás de la otra, banaliza el propio sentido de los discursos. Los prefiero pocos, a poder ser breves, pero, eso sí, muy sentidos.
Normalmente, los padres suelen tener una labor especial en todo el proceso. Un consejo que os podría dar es que, dado que el padre de la novia tiene el papel (y, no lo olvidemos, también la responsabilidad) de guiar a su hija hasta el altar, el brindis al final del banquete, si cabe esa posibilidad, podríais dejárselo al padre del novio (o, en su defecto, un familiar suyo).
Sin embargo, no os olvidéis de vuestros amigos. En ocasiones tendemos a pensar que quienes mejor nos conocen son nuestros padres y, en general, nuestros más allegados.Pero tened en cuenta que gran parte de vuestro tiempo (en el ocio y también en el trabajo) lo pasáis junto a vuestros amigos que, para lo bueno y para lo malo, siempre están ahí. De modo que puede ser una gran idea que os dediquen unas palabras en un día tan especial.
Finalmente, no me gustaría terminar sin aconsejaros también que, por poco que podáis, coged un micrófono y agradeced a la gente su asistencia y, por qué no, sus regalos. Es de bien nacidos ser agradecidos y en muchas ocasiones las bodas sólo son posibles gracias a las generosas aportaciones de nuestros invitados.