La boda por turnos de Mireia y Felipe en época de coronavirus
Aunque la fecha no era la inicial, finalmente el 18 de julio Mireia y Felipe se dieron el "sí, quiero" delante de sus seres queridos. Una boda que contó con un plan B igual de exitoso y con todas las medidas reglamentarias tras el coronavirus.
Debido al coronavirus, muchos enamorados vieron como sus planes de boda originales quedaban alterados. Es el caso de Mireia, de 26 años y de Girona, y de Felipe, de 29 y de Barcelona, quienes tuvieron que retrasar unos meses su enlace, ya que la fecha inicial era el 18 de abril. Finalmente, el 18 de julio pudieron darse el "sí, quiero" en la provincia de Girona rodeados de amigos y familiares, aunque con un formato de boda alternativo: una boda por turnos. Una muestra más de la creatividad de las parejas y los profesionales del sector nupcial en tiempos de coronavirus. Y es que la ilusión por celebrar el amor sigue intacta y eso es lo importante. Mireia nos cuenta cómo han vivido el proceso y cómo ha sido su mágica cita nupcial.
Una relación que fue in crescendo
Esta joven pareja catalana se conoció en los campamentos de verano de un "esplai", un modelo de centro comunitario, social y educativo muy arraigado en Cataluña dedicado a actividades para los más jóvenes en su tiempo libre. Ambos eran monitores, lo que propició el contacto inicial. "El verano en que terminé segundo de bachillerato coincidimos como monitores en el mismo grupo, nos caímos bien y empezamos a charlar. Unos meses más tarde comenzamos a salir. De eso hará 8 años". Un noviazgo que creció y se afianzó con el paso de los años hasta el día de la gran pregunta. Una pedida de mano que llegó en agosto del 2019 en plena naturaleza. "Fuimos a una montaña al lado de casa y me lo pidió arriba del todo. Luego, fuimos a celebrarlo a un restaurante". Un momento muy emotivo que quedará por siempre grabado en sus retinas.
Facilidades por parte de todos los proveedores
Teniendo en cuenta que en abril casarse era inviable a causa del confinamiento por la COVID-19, tuvieron que buscar un plan B. ¿Fue sencillo encontrar una fecha alternativa? "El 18 de abril ya vimos rápidamente que era imposible. En ese momento contactamos con la chica del restaurante y nos comentó que le había quedado libre el 18 de julio. El hermano de Felipe se casaba en junio, mi hermana en septiembre, luego nos íbamos al piso nuevo…, lo que significaba irnos demasiado lejos en el calendario. Así que les dijimos que, a pesar de no saber cómo podría ser, nos guardaran la fecha porque queríamos casarnos este verano". ¿Cómo fue seguir con los preparativos? "No nos afectó mucho, puesto que para abril ya no había duda de que no sería posible, así que decidimos esperar que llegara julio para prepararlo todo al ver que tenía buena pinta. Lo hicimos en tan solo 15 días".
En cuanto a los proveedores, se muestran encantados con ellos gracias al respaldo y comodidades que les ofrecieron. "En Mas Marroch, el lugar del banquete, fueron muy flexibles en todo momento. De hecho, nos comentaron que no hacía falta ni confirmarlo con mucha antelación, sino que ya iríamos viendo si se podía o no realizar durante las semanas previas. Simplemente ellos ya contaban con nosotros y se adaptarían”. ¿Y el resto de profesionales? "Todos se han portado muy bien. En la iglesia no tuvimos ningún problema con la fecha, puesto que es muy pequeña y no había nadie más. En cuanto a las tiendas de los trajes, como en julio ya estaban abiertas, les dijimos la nueva fecha y lo gestionamos todo con rapidez".
Un "sí, quiero" algo distinto
La Iglesia Vella de Sant Gregori fue el escenario de la unión católica, donde no faltaron las medidas de seguridad e higiene para garantizar el bienestar de los presentes. "En la entrada pusimos mascarillas y geles hidroalcohólicos". En cuanto al convite, el restaurante les propuso organizar el evento siguiendo la fórmula de la boda por turnos para que todos los invitados pudieran participar. De este modo, todos pudieron acudir, al mismo tiempo que se cumplieron las limitaciones de aforo reglamentarias. "En cada turno podía haber un máximo de 150 personas. En el primero, asistió la gente de mayor edad, así como los familiares más cercanos y los amigos más íntimos, que pudieron disfrutar de la ceremonia religiosa y de una parte del banquete. En el segundo, los amigos más jóvenes, que vinieron directamente a la fiesta". Una celebración que tuvo lugar al aire libre en un espacio muy grande, lo que fomentó la tranquilidad y la distancia social obligatoria.
En cuanto a la comida, fue todo un éxito. "Lo hicimos todo pica a pica en 2 turnos, algo que agradeció todo el mundo, puesto que podías hablar más con unos y otros. Además en ningún turno faltó comida y había siempre muchos camareros. En Mas Marroch son muy prudentes y las soluciones creativas que idearon para cumplir con la normativa vigente fueron perfectas". ¿Vino toda la gente con la que contaban? "Tuvimos muchas bajas de última hora. Les comentamos con tiempo la nueva fecha, pero no se la pudimos confirmar hasta dos semanas antes. Sin embargo, como no había sitios adjudicados en las mesas tampoco nos alteró mucho la planificación, aunque los echamos mucho de menos". ¿Qué sería diferente de no haber sido por el coronavirus? "Hubiéramos hecho el tradicional banquete con todos sentados y en un solo horario, pero la verdad es que al final todo salió muy bien y estamos muy contentos con el resultado”.
Por lo que respecta a la luna de miel, el destino al que iban a ir tendrá que esperar. No obstante, tras la boda se llevaron una grata sorpresa al poder realizar un viaje alternativo. "Nos íbamos a ir a Nueva Zelanda, pero finalmente hemos podido disfrutar de Las Maldivas". Un viaje que salió de forma imprevista y que fue todo un éxito. "Tenemos una conocida que tiene una agencia y nos comentó que justo habían abierto el vuelo y el resort. Nos hicimos el test PCR para detectar la COVID-19, dimos negativo y decidimos aventurarnos con mucha prudencia. El avión estaba totalmente vacío y en el resort éramos 6 personas en total, lo que hizo que nos sintiéramos seguros y muy cuidados”. Un cambio de última hora para ponerle la guinda al pastel. ¡Mejor imposible!
Alientan al resto de parejas a continuar con sus planes
Pese a todo lo que ha supuesto la COVID-19, Mireia y Felipe tienen claro que lo más importante es oficiar la boda en cuanto se pueda, un mensaje de optimismo que quieren transmitir al resto de parejas en su misma situación. "Al ser creyentes, para nosotros lo significativo es el sacramento, el sellar el compromiso con la persona que has escogido. Si tienes claro el paso que vas a dar hazlo en cuanto puedas. Al final casarse es lo importante y la celebración siempre hacerse más adelante si no es posible en un momento determinado”. Y es que tarde o temprano todo llega y hay que vivir al día y celebrar el amor todos los días. "Al ser un día tan especial quieres compartirlo con la gente que quieres, sin embargo, en una situación tan excepcional como la que vivimos llega un punto que si estás esperando que llegue el momento perfecto puede que no llegue nunca". ¡Vivan los novios!