La boda de Mathieu y Aida: el mar como gran protagonista de su "sí, quiero"
La empresa en la que trabajaban es el lugar que vió nacer el amor entre Mathieu y Aida. Pasados siete años de relación y con un hijo en común, Mathieu pidió matrimonio a su chica en el edificio más alto del mundo. Un instante absolutamente mágico.
En 2007 Mathieu y Aida coincidieron trabajando en la misma empresa; él en el departamento de ventas y ella en el de compras. Ambos tenían una vida muy distinta, pues Aida tenía novio y Mathieu estaba en un etapa en la que, simplemente, vivía la vida, ya que acababa de volver de Francia y en España había encontrado el lugar en el que poder desarrollar sus conocimientos a través de unas prácticas empresariales. No obstante, y a pesar de las diferencias que les separaban, una fuerte complicidad haría que entre ambos naciera el auténtico amor. Así, dos años después, Mathieu y Aida iniciaron una bonita relación. Y después de cuatro años y medio de relación y con un bebé en camino –y a pesar de ser Aida la que en un principio quería tomar la iniciativa en cuanto al matrimonio–, Mathieu se adelantó sintiendo que había llegado el momento de dar un paso más en su relación. Por ello, aprovechando la estancia de Aida en Dubái por motivos laborales, el joven viajó a los Emiratos para reunirse con su chica y pasar allí unos días de vacaciones juntos. En ese momento Aida ya estaba embarazada del pequeño y los primeros meses se le estaban haciendo algo duros. Mathieu aprovechó la ocasión para llevar su chica a cenar bajo el edificio más alto del mundo –el Burj Khalifa– y en medio de la romántica cita le preguntó: ¿qué puntuación le darías al viaje? A lo que Aida contestó que algo baja debido a su malestar por el embarazo. En ese momento, Mathieu sacó un precioso anillo de pedida y volvió a a realizar la misma pregunta: "y ahora, ¿qué puntuación le das?". Aida, por supuesto, contestó que un 10 seguido de un enorme e indudable "¡sí!".
Por motivos de peso –el nacimiento y los cuidados que requería el pequeño Leo–, la pareja se vio obligada a posponer la boda y celebrarla tres años más tarde. De esta forma, Mathieu y Aida se animaban a realizar una boda sencilla e íntima, que acabaría convirtiéndose en uno de los días más emotivos para ambos; un regalo maravilloso que además pudieron vivir al lado de su precioso hijo y de sus seres más queridos. El bonito municipio de La Ampolla (Tarragona) y, más concretamente, el restaurante Perales Restaurant, se convirtió en el escenario que acogió el "sí, quiero" de esta pareja; un lugar significativo para los dos, pues ahí tuvieron su primera cita como novios. La fiesta, por otro lado, la vivieron en el Mirador Bahía. Envuelto en una mezcla de estilos boho chic y rústico inconfundible, el escenario de su "sí, quiero" se caracterizó por una decoración sencilla y romántica, ideal además con el mar y el verde natural de fondo. Detalles de madera, botellas de cristal colgantes, flores en tonos rosa palo y tul blanco fueron los únicos elementos que cubrieron la decoración del enlace de la pareja, pues la belleza del escenario no requería de nada más.
Mathieu y Aida soñaban con una boda sencilla, nada encorsetada y alejada de tradiciones o rituales. Por ello, evitaron protocolos de etiqueta y la ceremonia se caracterizó únicamente por un escrito de Aida para Mathieu, de él para la joven y de sus respectivos hermanos. La comida tampoco fue nada ostentosa y como único regalo dieron a sus invitados una pulsera personalizada con el mensaje Appreciate every moment, resaltando la A y la M por ser las iniciales de ambos. La mayor sorpresa que los novios quisieron dar en su gran día fue una fiesta que organizaron en medio del mar, algo que ningún invitado esperaba y que tanto Mathieu como Aida quisieron hacer rindiendo homenaje a su pasión por el gigante azul. Después de comer, novios e invitados cogieron un barco al atardecer que les llevó a dar un paseo por el Delta del Ebro. La ruta finalizó en las mejilloneras, lugar donde hicieron la mágica fiesta privada entre cavas y marisco.
En cuanto al look, ambos novios lucieron brillantes, tal y como la ocasión merecía. Por su parte, Mathieu apostó por un traje color beige con detalles azules en cinturón, pañuelo y zapatos. Mientras que Aida lució preciosa con un vestido estilo boho chic con poco volumen, fresco y fácil de llevar. Como zapatos, unas cómodas cuñas en color crudo, y, en el pelo, una preciosa corona de porcelana elaborada a mano por una amiga de la familia, en color dorado y burdeos. El resultado de su peinado fue un recogido de carácter desenfadado, romántico y bohemio. La novia se decantó asimismo por unas joyas de estilo vintage y por un precioso bouquet romántico de flores blancas con toques rosa palo.
De esta mágica boda fue testigo el equipo fotográfico de Zonart Fotografía, que supo reflejar a la perfección cada detalle en un sinfín de instantáneas llenas de vida, luz y romanticismo. ¡No os perdáis detalle del gran día de Mathieu y Aida!