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Bodas

La boda de Marta y Pedro: la lluvia como fiel protagonista de su "sí, quiero"

En un piso de estudiantes y en pijama. Así de curioso fue el primer encuentro entre Marta y Pedro, cuando este último quiso sorprender a la compañera de piso de Marta en su cumpleaños. Hablamos de un amor a primera vista y de un "sí, quiero" único.

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Lau Cleo

Como nunca habían imaginado... Marta y Pedro se conocieron un día cualquiera. Marta, en pijama, recibía junto a su compañera de piso a Pedro, quién traía consigo una preciosa tarta. En la celebración de cumpleaños de la amiga en común surgió el amor verdadero; Marta y Pedro supieron desde un principio que estaban hechos el uno para el otro y, por eso, ese mismo sábado tendrían una cita en una de las terrazas con las vistas más magníficas de todo Madrid. Pasado el tiempo, y viviendo una relación de ensueño, Pedro decidió pedirle matrimonio a Marta arrodillado ante ella en el parque favorito de ambos en Londres, ciudad mágica en la que vivieron dos años. 

Una boda con muchos detalles

El 21 de junio de 2014 fue la fecha escogida por la pareja para darse el inolvidable "sí, quiero". El Santuario de la Virgen de la Cueva, situado en Infiesto, Asturias, se convertiría en el lugar soñado por ambos para oficiar su romántica ceremonia. Asimismo, el Palacio de Rubianes, ubicado en la misma localidad asturiana, acogería el banquete y la fiesta postboda, bajo el telón de un paraje natural absolutamente exclusivo y testigo indiscutible de un gran amor.

Cada uno de los momentos vividos –tanto durante la ceremonia como en el banquete– fueron el cúmulo de un montón de emociones indescriptibles. Susana, la hermana de Marta, leyó en la iglesia una parte de su libro favorito, el mítico cuento de El Principito. El Cuarteto Arpeggio se encargó de amenizar los momentos más importantes del enlace, convirtiéndose en la mejor banda sonora que podían incluir los novios en su gran día. En el cóctel destacaron las delicias asturianas de la comida y la exquisitez de una cena nupcial compuesta por bogavante y solomillo. Del mismo modo, despuntó un maravilloso naked cake como tarta de boda –obra de Lorena's Bake Shop–, así como el especial cake topper que la coronaba: dos novios de Playmobil que la novia quiso personalizar pintándolos. La canción At Last, de Etta James, cantada en directo por Trish Ahern –una amiga irlandesa de la familia–, abriría el primer baile de Marta y Pedro como marido y mujer. A pesar de no tratarse de la más perfecta de las coreografías, la complicidad entre los enamorados y el sentido sentimiento de la canción lograron hacer de ese instante un momento único. Asimismo, Marta y Pedro bailaron con sus respectivos padres al compás de Joaquín Sabina y la canción Noches de boda, momento del baile en el que los invitados se animaron a salir a la pista. Por su parte, la novia eclipsó a todas las chicas de la boda dando paso a una de las tradiciones más emblemáticas de la celebración: el lanzamiento del ramo. Entre diversión, nervios y muchas emociones, Marta tiró el ramo como si de una película de Hollywood se tratase, y su amiga Ángela –a quien conoció en pleno Erasmus– fue la afortunada que logró cogerlo a tiempo.

Esencia asturiana

En cuanto a la decoración, Pando Floristas se encargaron de hacer del escenario algo único y brillante con una fantástica mesa-bodegón típica asturiana en el cóctel y unos centros dedicados exclusivamente a Marta. Como amante de la lluvia –y puesto que en todo el mes de junio se predecía tormenta–, unas botas de agua de colores envueltas en flores silvestres conformaron la mejor de las decoraciones del banquete. El resto del escenario se caracterizó por un indiscutible estilo rústico.

Los novios lucieron magníficos con sus looks. Ella apostó por un precioso vestido de novia de raso y manga larga, con la espalda de tul, obra de Jesús Peiró. Escogió unos zapatos de piel plateados destinados a bailar salsa de Oobashoo y, para la hora del baile, se decidió por unas bailarinas de Topshop. Las joyas que Marta llevó en su gran día fueron, por un lado, el anillo de pedida –una preciosa pieza de los años 20 de oro amarillo con diamantes y una esmeralda– y una corona de Olga Plié, así como unos pendientes antiguos de una joyería de Atlanta, regalo de su madre. Pando Floristas fueron también los encargados de confeccionar el ramo de la novia; un maravilloso bouquet de eucalipto, cardos azules y brunias grises –entre una gran variedad más de flores–. Del maquillaje se encargó Carmen Fernández y del peinado, Naccho Madri, ambos profesionales de Oviedo que se desplazaron al palacio sin problemas. Pedro, por su parte, apostó por un look sencillo: un traje clásico en tonos oscuros acompañado por una corbata en verde eléctrico que dio el toque de color único a su vestuario.

De esta magnífica boda fue testigo privilegiado el equipo fotográfico de Lau Cleo, quienes consiguieron retratar cada mágico instante de la forma más real, natural y sencilla posible. El reportaje de un día inolvidable que, por nada del mundo, debéis perderos...

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