La boda de Juanjo y Ana: "no hace falta que algo sea perfecto para que sea genial"
La Alpujarra granadina llevaría a que, desde bien pequeños, Juanjo y Ana sintieran algo especial el uno por el otro. Así, y después de años de noviazgo con algunos altibajos, ambos jóvenes se dieron el "sí, quiero" en un enlace excepcional.
Válor, un pequeño pueblo de La Alpujarra –y la localidad de origen de los padres de Juanjo y Ana– fue el lugar que vió nacer el amor entre estos jóvenes. Compartiendo un mismo grupo de amigos desde bien pequeños y sintiéndose especiales el uno junto al otro desde el principio, el tiempo se encargaría de forjar su amistad y convertirla en una relación de amor única. Después de varios años de noviazgo –prácticamente siendo pareja desde la niñez– y, a pesar de vivir un sinfín de altibajos, ambos enamorados siempre creyeron en su lema: "no hace falta que algo sea perfecto para que sea genial". Y así lo aplicaron a su intensa e inolvidable historia de amor durante más de dieciséis años. Después de haber hablado miles de veces sobre la idea de contraer matrimonio, por fin Juanjo tomó las riendas de la situación y, al estilo más tradicional, un 26 de enero –justo el día del cumpleaños de Ana–, sacó su correspondiente anillo de pedida, seguido de la gran pregunta: "¿quieres casarte conmigo?". Un rotundo "¡sí!" por parte de Ana vaticinaba el gran día que ambos estarían a pocos meses de vivir: su cita más romántica, su boda.
Un romántico "sí, quiero"
La iglesia de Válor –un lugar de gran valor sentimental tanto para Juanjo y Ana, como para las familias de ambos– debía ser el espacio que acogiera el cálido y romántico "sí, quiero" de la pareja. Así, y a pesar de las complicaciones que esta decisión conllevaba en la organización de su enlace, los jóvenes no lo dudaron ni un minuto y convirtieron la iglesia de Válor en el escenario de su mágica ceremonia. Ya solo faltaba escoger el lugar de celebración. De nuevo Válor debía ser el protagonista, pues los novios se sentían muy vinculados a su pueblo y a la belleza tan especial de sus casas encaladas y postradas en las faldas de Sierra Nevada. Y aunque en un principio la búsqueda del espacio ideal fue algo complicada, ya que la zona no cuenta con grandes locales o fincas preparadas para la celebración de un enlace, al final tanto Juanjo como Ana compartieron la misma inspiración: "¿por qué no celebrarlo en la plaza del pueblo?". De esta manera, y gracias a la ayuda insaciable de Catering Benidorm Granada, pudieron plasmar a la perfección todos los sueños que, convertidos en ideas, los novios habían visionado para su boda en una perfecta noche de verano, bajo la luz de las estrellas, con un cielo cubierto de bombillas vintage de luz semicálida, mágicas guirnaldas y cientos de velas iluminando cada rincón de la velada.
La decoración, perfecta
Bajo una pincelada de sofisticación y romanticismo, Juanjo y Ana apostaron por un marcado estilo rústico para su "sí, quiero". Así, la decoración se fundió por completo con la naturalidad que desprendía el propio escenario, integrándose a la perfección con todos y cada uno de los elementos de la plaza. Partidarios del "menos es más", la pareja apostó por una decoración suave y nada sobrecargada, en la que destacaron cajas de estilo vintage y macetas de plantas aromáticas –lavanda, romero y tomillo–, así como macetas con flores blancas. El mobiliario se caracterizó por el total look blanco, sillas tiffany de palillería y mantelerías de algodón que caían hasta el suelo. En cuanto la vajilla, los novios apostaron por el estilo barroco y unos bajoplatos de esparto que dieron ese toque rústico inconfundible. Los centros de mesa lucieron con velas y tarros de cristal, así como con preciosas pentas de flor blanca presentadas sobre macetas. El toque de color en las mesas del banquete nupcial lo puso la papelería –tanto meseros como minutas– que, a juego con las invitaciones de boda, lucían un diseño exclusivo de Sasasú Desing en acuarela con motivos de hojas de olivo y hierbas del campo. Entre otros detalles de la decoración, destacó, sin duda, la mesa de cortesía que la pareja puso a las puertas de la iglesia, atendida por chicas del catering que en todo momento se encargaron de abastecer las necesidades de los invitados ofreciéndoles abanicos de madera calada, pañuelos de tela y agua bicarbonatada. Del mismo modo, destacó el beauty corner que la pareja colocó a la entrada de los baños, y donde Rocío –componente del equipo Drew Beauty– se encargó de retocar a las invitadas y dejarlas perfectas para la fiesta.
Los trajes de los novios
En cuanto al look nupcial, ambos novios lucieron radiantes. Juanjo apostó por un precioso traje de sastrería italiano de un azul intenso –regalo de su hermano–, que complementó con un chaleco cruzado con solapa en azul claro, camisa y pañuelo en blanco, y una corbata en un azul oscuro con pequeños motivos. Calzó unos preciosos Martinelli acordonados tipo Oxford que, sin duda, pusieron el broche de oro a un atuendo nupcial absolutamente perfecto. Por su parte, Ana quiso lucir un vestido del diseñador andaluz Franc Sarabia –regalo de su abuela–, un diseño fresco y vaporoso, ideal para una boda en verano, en gasa y encaje de chantilly, con un favorecedor escote, una espalda absolutamente romántica y un drapeado a la cintura que estilizaba todavía más su hermosa figura. En cuanto al velo, arriesgó con un tul de seda en color rosa cuarzo que no dejó a nadie indiferente. Complementó su look con un tocado en flores de cera hecho a mano por Paula, de Tocados Le Touquet, unos preciosos pendientes, de Uno de 50, su anillo de pedida y el de su madre. En cuanto a los zapatos, Ana se decantó por un diseño propio; unos salones en color arena que customizó con una pedrería en tonos similares al rosa cuarzo del velo. Finalmente, Maica, de la Rosa Amarilla –quien también se encargó de la decoración floral de la iglesia–, elaboró un precioso ramo con rosas de pitiminí blancas, eucalipto, astilbe rosa cuarzo y astrantias... Sin duda, un ramo absolutamente mágico.
Y así se vivió el enlace de Juanjo y Ana, en un lugar idílico en el que tantas veces los novios habían soñado con su "sí, quiero" y donde se compartió el amor más auténtico. Por su parte, el equipo fotográfico de Ernst Prieto Fotografía tuvo el placer de presenciar una boda única, y de retratar en sus bellas fotografías la excepcionalidad que adquirió cada instante... No os perdáis detalle del retrato más nítido de la felicidad plasmado en este reportaje nupcial.