La boda de Jonathan y Sandra: un amor nacido del chocolate
La prima de Jonathan y una chocolatería unirían a esta pareja para siempre. Después de cinco años como novios y un hijo fantástico, Jonathan y Sandra se daban el "sí, quiero" en un enlace romántico y de esencia medieval. ¡No perdáis detalle!
Sandra era íntima amiga de la prima de Jonathan. Esto, unido al hecho de que ambos regentaban la misma chocolatería, propició el momento idóneo para que los jóvenes se conocieran. De esta bonita casualidad, surgió un amor único. Tanto es así, que Jonathan y Sandra comenzaron un noviazgo de más de 5 años que continuó de la mejor forma posible: con un precioso bebé entre sus brazos y un "sí, quiero" inolvidable.
Un deseo mutuo
Desde el principio, tanto Jonathan como Sandra quisieron casarse de mutuo acuerdo. Y aunque esa idea no cambió, sí lo hizo la forma en la que se dieron el "sí, quiero"; aquello que, en un principio, era un simple trámite burocrático, se acabó convirtiendo en un enlace absolutamente maravilloso.
¡Tampoco pudo faltar la pedida oficial por parte de Jonathan! Arrodillándose ante su chica con un bonito anillo, el joven formulaba la tan esperada pregunta... Por supuesto, esta fue seguida de un gran "¡sí!".
Un "sí, quiero" con esencia medieval
La iglesia de San Miguel de Villardeveyo –en Veyo (Llanera, Asturias)– y el palacio de Villabona –en Villabona (Llanera, Asturias)– fueron los dos escenarios escogidos por la pareja para vivir su romántico día.
La ceremonia se celebró en la iglesia de San Miguel, lugar que la pareja decidió vestir de forma delicada, sirviéndose de unos ramilletes de paniculata blanca, algo de verde y tul.
Del mismo modo, la elegancia característica de los jardines del palacio de Villabona, y sus cuidados interiores, acogieron el banquete y la fiesta postboda. La pareja cubrió el escenario de un inconfundible estilo barroco y medieval, combinado con las pinceladas de puro romanticismo. Detalles de madera, vidrio y tela arpillera –entre otros–, en una mezcla de blancos, nude y rojos, pusieron el broche de oro al resultado final del escenario.
Detalles como el photocall, los vasos de sidra serigrafiados con la caricatura de los novios y su bebé, el cóctel que se sirvió en el jardín del palacio o la bachata que la pareja bailó en su primer baile como recién casados, marcaron la diferencia en una boda llena de personalidad.
Puro romanticismo en sus looks
El novio apostó por un traje clásico y zapatos de Emilio Yuste. Por su parte, Sandra escogió un vestido hecho a medida en Nicolás Costura; con mangas, corte recto, escote redondo y un detalle dorado en su cintura. En cuanto al ramo, la novia confió en Flores Pando para un precioso bouquet de estilo romántico y desenfadado. Su magnífico look lo culminó un recogido bajo, así como un maquillaje natural y luminoso.
Alegría contagiosa
Los novios contagiaron su alegría, su amor y toda su energía, y el equipo fotográfico de Plazaola capturó a la perfección ese sinfín de sensaciones... No perdáis detalle de la magia de ese gran día: el romántico "sí, quiero" de Jonathan y Sandra.