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Bodas

La boda de Jessica y Sergio: naturaleza, personalidad y un amor de toda la vida

Después de diez años como novios, Jessica y Sergio decidieron dar el gran paso; un mágico "sí, quiero" que eclipsó a sus más queridos, en un magnífico espacio natural y una celebración llena de personalidad.

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Víctor Aláez

En el veraniego mes de junio, Jessica y Sergio decidieron darse el "sí, quiero" después de una relación de más de diez años. Un bonito enclave de la fantástica isla de Mallorca fue el protagonista de la ansiada pregunta con la que Jessica había soñado tantas veces. Su pedida cobró un sentido mucho más especial, pues ese mágico lugar de la isla balear eclipsó, diez años atrás, el primer beso de la pareja, el primero de toda una vida.

En pleno Parque Nacional de Doñana, los pinares de Villamanrique de la Condesa y el fantástico restaurante Ardea Purpurea enamoraron por completo a Jessica y Sergio, quiénes eligieron ese lugar como el escenario para celebrar su gran día. Amantes incondicionales de la naturaleza, la pareja andaluza logró encontrar un lugar que reflejaría por completo su personalidad, convirtiendo su ansiado enlace en una celebración particular, íntima y muy familiar, pues serían los hermanos quiénes oficiarían el sueño hecho realidad de ambos enamorados. 

La decoración de la boda se caracterizó por unos inmejorables detalles de estilo rústico, pero con tonalidades vivas, románticas y muy naturales, que se fundían por completo con los colores del propio escenario. Desde las invitaciones, Jessica y Sergio quisieron transmitir, meses atrás, la esencia tan pura y personal de su enlace; la papelería destacó por el romanticismo de sus gráficas, su personalización y la vivacidad de sus colores. El verde, el marrón, el blanco y el naranja cobrarían gran protagonismo desde un principio, pues además de estar presentes en las invitaciones, también lo estuvieron en cada detalle de la ceremonia. La furgoneta que trasladó a la novia hasta el lugar de la ceremonia, luciendo preciosa en dos tonalidades, naranja y blanco, y el sello de la boda en su parte delantera, fue un guiño al gusto de ambos por viajar. El resto de la decoración, atrapasueños colgando de los árboles y conformando el altar, pai pais a juego con el resto de la papelería, delicada floristería en cada rincón, luces y esa esencia tan rústica gracias al escenario, los fardos de la ceremonia y la madera, dieron como resultado una decoración absolutamente exquisita, mostrándose, además, como el reflejo más puro de la personalidad de la pareja; estas características tan pensadas por ambos, fueron las que dieron un valor especial al encale, como pequeños detalles que Victor Aláez supo captar a la perfección a través de su objetivo, reflejando, así, la belleza más real de esta fantástica boda.

Tanto la pareja, como los pajes, lucieron espectaculares con un trajes elaborados de forma completamente personalizada; él, vistió con un look distinto al clásico traje de novio, con unos pantalones azul marino, una chaqueta en azul celeste y, como broche de oro, unos tirantes y una preciosa pajarita. Ella, despuntó con un precioso vestido corte princesa, pelo suelto y una romántica tiara de plata. Su look culminó con la curiosidad del ramo, pues portaba los mismos colores que la papelería y el resto de la decoración nupcial. Los más pequeños de la celebración, se convirtieron en el centro de todas las miradas con sus preciosos trajes; los pajecitos lucieron el mismo look del novio, ropa elaborada con los retales de su traje nupcial.

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