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Bodas

La boda de Gemma y Abel: destinados al "sí, quiero" desde niños

Tras doce años de noviazgo, y siendo inseparables desde bien pequeños, Abel dio el gran paso con la que desde siempre fue la mujer de su vida. Fundidos en un “sí, quiero”, la pareja puso el broche de oro a su relación con una boda pensada al detalle.

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Kepa Fuentes Fotografía

Un paseo en bicicleta propició un encuentro que marcó la vida de Gemma y Abel. A los 10 y 12 años, respectivamente, se conocieron en el pueblo en el que ambos veraneaban y la conexión fue evidente desde el primer momento. ¿Destino o casualidad? Fueron pasando los años y sumándose los momentos compartidos. Y, ya como adolescentes, iniciaron una relación fruto de su complicidad.

La esperada (e inesperada) pedida de mano

De la mano maduraron como personas y como pareja, durante doce años, hasta que una tarde de agosto, Abel llamó a Gemma con la excusa de que se le había estropeado la bici y le pidió que lo fuera a recoger. Ella, algo descontenta por tener que desplazarse varios kilómetros, se plantó en el pueblo donde un día Abel le pidió para salir: Siurana (Tarragona). Al llegar al marco medieval que Abel había elegido se encontró con JM, la mascota de los dos, con pajarita y junto a una pizarra que anunciaba lo inesperado: "ves donde todo empezó". Y allí estaba Abel, engalanado para la ocasión, que con el discurso correspondiente le pidió a Gemma que pasara el resto de su vida junto a él. Aunque ella esperaba su proposición más pronto que tarde, la cogió desprevenida y fue la mejor que podía esperar. Un rotundo "sí" y sushi para cenar, viendo caer el sol en un entorno idílico, concluyeron la pedida de mano.

Un "sí, quiero" mágico

Como no podía ser de otra forma, el enlace que estos protagonistas organizaron estuvo sobradamente a la altura de su preciosa historia de amor.

Una masía centenaria rodeada de avellanos, afincada en Riudecols (Tarragona), fue el enclave que acogió a estos novios. Los dos se sintieron identificados con L'Avellana Mas d'en Cabre desde el primer momento, por su atractivo contrastando los verdes más naturales con el blanco y la paleta de azules totalmente predominantes y tan mediterráneos, y por la variedad de espacios que permitían celebrar la ceremonia, el aperitivo, el banquete y el baile en diferentes zonas sin tener que repetir.

Gemma y Abel quisieron que también sus invitados se sintieran protagonistas de su gran día. Mediante una cinta que recorría todo el espacio de cabo a cabo –haciendo un guiño a la leyenda oriental que cuenta que toda alma está atada, por uno de los meñiques, a un hilo invisible de color rojo que conduce hasta otra persona con la que se hará historia– incluyeron fotos de familiares y amigos, entrelazando las palabras: recuerdos, familia, amigos, actitud, complicidad, fiestas, experiencias, escapadas y felicidad, y desencadenando en la cronología de su historia. Así, desde el principio, todos se rindieron a la magia que ese día prometía.

Auténticos

Para la ocasión, los dos lucieron 100% afines a su estilo. La novia se decidió por un vestido boho chic de la firma Immaclé y acompañó sus pasos con unas sandalias planas de Menbur. Para rematar su look nupcial no abusó de joyas –pues únicamente lució unos pendientes de brillantes que le prestó su madre, su anillo de prometida y una pulsera discreta– y confió en Angy Garrido, quien enfatizó sus rasgos con un maquillaje natural y dio forma a un recogido medio que combinaba ondas suaves y un tocado floral de Lito & Lola. El arreglo armonizaba a la perfección con el ramo silvestre y desenfadado en tonos llamativos, de tendencia, que le regalaron los cinco padrinos y mejores amigos del novio. Por su parte, Abel se enfundó un atuendo de Pujol Vilà de pies a cabeza: traje de novio en líneas clásicas, camisa blanca, chaleco a juego con pajarita en gris satinado y accesorios de piel en negro.

Personalización, detalles y sorpresas

La ceremonia civil se enmarcó en un escenario rústico compuesto por fardos de paja cubiertos con lonas de inclinación vintage, la significativa bicicleta del novio, decoración con tarros y jarrones de cristal tintado con flores y un banco blanco que ubicaba a los novios de cara a los invitados. La gran sorpresa llegó cuando la hermana de la novia recorrió el camino hasta el altar con JM, el responsable de hacer la entrega de los anillos y de provocar que a muchos se les saltaran las lágrimas.

Pero no quedó todo allí… La boda estuvo llena de sorpresas de principio a fin: tras la salida de los novios bajo una lluvia de pétalos de rosa y confeti, los invitados fueron sorprendidos con la presencia de un dron que registraba un plano cenital del día más especial e inolvidable de la vida de Gemma y Abel. Durante el aperitivo, que contó con puestecitos tipo bufet y las variedades gourmet más electas de Cal Blay Catering, todos y cada uno de los presentes encontraron una tarjeta con un mensaje personalizado. Y en el banquete, donde se distribuyó con un seating plan temático a los amigos en mesas semidesnudas alargadas y a los familiares en circulares, con una decoración impecable y bajo un techo repleto de luces blancas que definía la atmosfera perfecta, el sector femenino fue obsequiado con corazones de patchwork DIY hechos por la madre de la novia, y los solteros con una chapa que los identificaba como single ladies y singles gentlemans. La hermana y una muy buena amiga de la pareja recibieron una réplica del ramo de Gemma, y también se pensó en las futuras mamás, algunas parejas de amigos y las madres, entre otros. Y, después de que los novios sirvieran unos postres que hicieron la boca agua a los paladares más exigentes, se proyecto el same day edit.

A pesar de que Gemma y Abel creían tenerlo todo bajo control, estaban equivocados. Una de las testigos sorprendió a los novios con un regalo al que sucumbieron: la pelota con la que jugaban de niños. Además, el padre de la novia dedicó unas emotivas palabras a su hija y yerno, unos amigos prepararon pruebas que debían superar para ganarse una chaqueta y una peluca forradas de billetes, todos los invitados los dejaron sin palabras con un montaje de vídeo y una coreografía con suelta de globos en forma de corazón al son de Love is in the air, de John Paul Young, y Abel preparó un vídeo en el involucró a los seres queridos que no habían podido asistir por distintos motivos.

¡La fiesta!

De esta manera, con personalización absoluta y emociones por doquier, el día termino con el baile, que se inició cuando el grupo de charanga Suquet Calero condujo a grandes y pequeños de la sala de la cena a la pista al aire libre. Se inauguró con el primer baile como marido y mujer y continuó con una fiesta hasta la madrugada, que contó con una caravana retro con candy bar y un photocall con atrezo diverso que dio pie a algunas de las fotos más divertidas que los invitados subieron a las redes sociales acompañadas del hashtag del día. Y, por si fuera poco, se sirvieron sándwiches de Nutella y huevos fritos recién hechos para los marchosos que aguantaron hasta el final.

La boda de sus sueños hecha realidad

Kepa Fuentes Fotografía fue testigo de esta boda. Consiguió capturar las mejores instantáneas, con la mejor luz y los enfoques mejor encontrados, del encanto indiscutible del gran día de Gemma y Abel, que seguro permanecerá impasible en el recuerdo de los novios y de todos los que los acompañaron. ¡No os perdáis este maravilloso día B!

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