La boda de Débora y Ainoa: una exquisita fiesta blanca

Tras muchos años de noviazgo, Débora y Ainoa decidieron dar un paso más en su relación: formalizar su unión y crear una familia de la mano. Y, para empezar a dar forma a ese final feliz, ¡hicieron realidad la boda que Débora soñaba desde niña! 

Boda diurna en el corazón de un valle de naranjos

Para que nada pudiera preocupar a sus invitados, estas enamoradas optaron por elegir –como fecha destacada para siempre– un viernes de agosto. De esta manera, su gran día inauguró un fin de semana largo en el que los sentimientos afloraron y las risas estuvieron garantizadas desde el primer momento.

Ainoa y Débora decidieron casarse en El Huerto Eventos, una masía que funde la elegancia y el buen gusto, ubicada muy cerca de Xàtiva, en la provincia de Valencia. Ambas vislumbraron la white wedding que querían en ese enclave compuesto de terrazas exteriores, jardines y salones imponentes, con servicios totalmente personalizados y hotel con suite para hospedarse.

Así, bajo una maravillosa e intensa luz natural, organizaron una emotiva ceremonia y se prometieron amor eterno en una bonita pérgola –que combinaba a la perfección con los detalles vintage de la decoración: lonas, bicicletas, cajas de madera pintadas, cestas de mimbre, flores en tonos pastel, puertas...–. ¡No faltaron las sonrisas ni las lágrimas de felicidad en el "sí, quiero"!

¡Total white!

Una vez formalizado el matrimonio, todos disfrutaron de la gastronomía mediterránea en el aperitivo y posterior banquete de celebración. Y, para finalizar, –persiguiendo la idea de boda-fiesta– en pleno atardecer, un baile a orillas de la piscina. Cabe destacar que la música tuvo un papel muy importante. Y no exclusivamente durante la fiesta de cierre, sino que también amenizó el convite y abrió paso a muchas sorpresas para las recién casadas.

Sin duda, la boda de estas enamoradas fue súper divertida, llena de emociones e, indiscutiblemente, inolvidable para los participantes, ¡que lucieron impecables de blanco! Pues, con el fin de que la idea de enlace idílico de Débora fuera un sueño cumplido, el blanco no quedó restringido. Todo lo contrario: el dress code marcado proponía que todos los asistentes lucieran prendas de ese color desde buena mañana.

Dos estilismos, una misma sintonía

Al tratarse de una boda de día, la puesta en marcha llegó temprano. Las novias decidieron prepararse para la ocasión juntas y en compañía de sus familiares más íntimos, quienes las ayudaron a vestirse. En una habitación forrada por completo de madera, con un aire exótico, las dos se enfundaron sus vestidos de novia.

Tal fue la compenetración, que apostaron a la par por modelos de corte en A, cuello cerrado e inclusión de encajes: un vestido blanco neutro, con escote redondo y efecto ilusión, repleto de encajes y cintura ceñida; en equilibrio con un diseño en crudo, con escote halter y falda de gasa con mucho movimiento. Además, las dos decidieron lucir recogidos con tocados discretos para que no les molestase su cabello, conjuntaron sus ramos –dos composiciones idénticas en distintas tonalidades moradas– y calzaron cuñas de esparto, primando la comodidad. Y, una vez listas –desafiando tradiciones y protocolos–, cruzaron el pasillo que prepararon sus familias entre aplausos y silbidos. ¡Radiantes!

Fiesta hecha retrato

El gran día de Débora y Ainoa fue especial de principio a fin a ojos de todos aquellos que lo presenciaron... Incluida Alba Escrivà, responsable del increíble reportaje fotográfico. "Me encantó fotografiar esta boda. Fue perfecta, en mi opinión. (...) Las novias hicieron honor a su amor con sus familiares y amigos, quienes se mostraron predispuestos a celebrarlo por todo lo alto", declara satisfecha la profesional. Sin duda, las imágenes conforman un recuerdo único que plasma la felicidad que se vivió en cada momento. ¡No os perdáis todos los detalles en perfectas instantáneas!