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Bodas

La boda de Cristina e Iván: un amor que unió la facultad

La Facultad de Biología de Badajoz haría que Cristina e Iván iniciaran una bonita relación de amistad. Después de 17 años compartiendo momentos y ocho de ellos viviendo un noviazgo único, ambos jóvenes se dieron el "sí, quiero " en una boda mágica.

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Andrea Jiménez

La inolvidable etapa universitaria se convirtió en un momento mágico en la vida de Cristina e Iván. Prácticamente sin buscarlo, la Facultad de Biología de la Universidad de Bajadoz fue el escenario del nacimiento de una complicidad absolutamente única. Así, y después nueve años compartiendo una bonita amistad, Cristina e Iván comenzaron a ser conscientes de la intensidad de aquellos sentimientos que ambos compartían el uno por el otro... Después de ocho años viviendo un noviazgo de ensueño –con ella convertida en bióloga y profesora de universidad, y él en biopaleontólogo e investigador–, ambos enamorados quisieron dar un paso más en su relación y compartir un mismo camino de la mano dándose el "sí, quiero".

Como no podía ser menos, en una relación única la pedida de mano también debía serlo. Por ello, y cuando por fin llegó el día en el que su chico se asentó geográficamente en Extremadura –después de años viajando por motivos laborales–, una atrevida Cristina consideró que había llegado el momento de pedirle la mano a quien llevaba siendo su pareja desde hacía ocho años. Saltándose cualquier norma establecida y vestida de princesa Leia –en honor a la gran afición de Iván por Star Wars–, una enamorada joven pedía matrimonio al amor de su vida. Por supuesto, la respuesta por parte de Iván fue un enorme "sí". 

Santander, ciudad natal de Cristina, y el magnífico Eurostars Hotel Real Santander, un majestuoso y señorial edificio situado en un entorno privilegiado de la localidad, se convirtieron en el escenario que presenció la unión de amor entre ambos enamorados. Cristina e Iván apostaron por la magia de este enclave para su "sí, quiero", pues permitía alojar a todos sus invitados después de la celebración, y contaba con un sinfín de espacios a los que la pareja sacó un gran provecho. Tanto espacios interiores, que permitieron celebrar la ceremonia debido al mal tiempo, como jardines, que acogieron los momentos más emotivos del banquete y de la fiesta postboda una vez el tiempo amainó. 

Debido a la esencia clásica del lugar y a la temática con la que, desde un principio, soñaban reflejar en su boda, Cristina e Iván sucumbieron a un estilo elegante y romántico para cubrir el escenario de su "sí, quiero", sin dejar de lado su personalidad y la esencia real de su amor. Por ello, cada detalle del enlace era un original guiño hacia sus profesiones y sus gustos cinematográficos. Cada uno de los porqués en los que su amor se forjó eterno en el tiempo. Y entre una mezcla de elegancia y detalles personalizados, las flores, de las que se encargó Ciriaco Floristas, y una paleta de colores muy bien definida –con una base en blanco y detalles en rojo dominando la mayor parte del escenario– pusieron el broche de oro al resto de la decoración.

Y entre momentos emotivos, en los que los sentimientos de amor, amistad y familia brotaron sin cesar, destacaron aquellos en los que se les dió el regalo a las hermanas de los novios –unos preciosos ramos confeccionados por Los Floristas–, y a los hermanos y cuñados Ginebra –por supuesto, producida en Cantabria–. Como detalles de boda, destacaron unas galletas caseras en forma de dinosaurios que se regalaron a todos los invitados –en honor a la pasión del novio por estos animales– y pulseras para la lucha contra el cáncer, con las que los novios quisieron hacer su aportación a la causa.

En cuanto a look, la pareja lució espectacular en su "sí, quiero". Cristina apostó por un vestido clásico con encaje en la parte superior, cola y velo, de Corinthia Novias (Santander). En cuanto al peinado, lució un sencillo recogido clásico al que acompañaba un bonito prendido, de Pronovias. Respecto al maquillaje, la novia confió en Piero Garhe Makeup. Como complemento a todo su vestuario, un ramo de estilo tropical en tonalidades rosas y verdes, de Los Floristas. Por su parte, Iván lució un precioso traje azul y estilismo completo de Elegant (Badajoz). El broche de oro a su perfecto look de novio lo pusieron los botones del chaleco, que él mismo cambió por unos especiales con una bellota: icono de la bandera de Extremadura y de la comunidad Hobbit. 

Elegancia y familiaridad en un solo "sí, quiero"... La boda de Cristina e Iván se convirtió en un día lleno de emociones y en un privilegio personal para el equipo fotográfico de Andrea Jiménez, quien pudo captar la exquisitez y el amor convertidos en una realidad inolvidable. No perdáis detalle de un reportaje de boda único que, al igual que todos los que tuvieron el placer de presenciar el gran día, se volverá inolvidable en vuestras memorias. 

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