La boda de Álex y Lidia: la magia de una decoración handmade a orillas del mar
De no caerse bien, a una amistad que acabaría en un gran amor. Esta es la historia de Álex y Lidia, quiénes después de 12 años conociéndose y 2 años de relación se dieron el "sí" en un romántico enlace DIY en la playa. ¡Enamoraos de esta boda única!
Existen parejas que se hacen a fuego lento y acaban forjándose en un amor tan verdadero, que ni el tiempo ni las circunstancias pueden destruirlo. Este el caso de Álex y Lidia, quiénes se conocieron doce años atrás en un momento en el que ambos compartían sus vidas con otras personas. Y si en un principio a Lidia no le encajó la personalidad de Álex, poco después se irían acercando conformando una amistad preciosa, donde el uno sería el apoyo incondicional del otro.
Pasado el tiempo, y después de siete años de intenso amor, tanto Álex como Lidia rompieron con sus respectivas parejas. De esta casualidad –que en un principio supuso un gran dolor para los dos–, su amistad creció más cercana y sincera, convirtiéndose en un pilar básico en la vida de ambos y en un paño de lágrimas irreemplazable. La fuerte complicidad que existía entre ellos no podía acabar de otra manera: el amor más inesperado llamó a sus puertas y, esta vez, sería para unir sus corazones en uno solo. Un tonto cosquilleo en el estómago empezó a surgir cada vez que se veían, las simples miradas dejaron de ser simples para convertirse en cómplices y especiales, y empezaron a notar en cada roce de la piel un sinfín de sensaciones distintas. Gracias a esa mezcla de emociones, Álex y Lidia decidieron arriesgar en una noche de otoño, dándole la bienvenida a octubre lanzándose a la aventura de iniciar una relación formal.
En dos años como novios a ambos les comenzó a rondar por la cabeza una idea de la que nunca se arrepentirían... Y por fin llegó el esperado momento. Después de una declaración llena de romanticismo en la que Álex dejó claros todos sus sentimientos, Lidia dio el "sí" que cambiaría sus vidas por completo. Así empezó para ellos el gran viaje de la organización de su preciosa boda.
Soñaban con un enlace diferente, donde el protocolo estuviera presente pero siempre por debajo de sus personalidades y estilos, donde la familia no estuviera fuera de contexto y donde la imaginación de ambos jugara a sus anchas. Y de esta combinación –tan soñadora como complicada–, Álex y Lidia comenzaron a ver una realidad cada vez más cercana. Después de escoger la Cripta de la Iglesia Sant Pere i Sant Pau para celebrar la ceremonia, el chiringuito Calamar del Prat de Llobregat sería el lugar que acogería los siguientes planes de su gran día. Sí, un chiringuito ¡pero no uno cualquiera! Situado en un entorno increíble –una reserva parcialmente natural en una playa a diez minutos del centro de Barcelona–, espacioso, fabricado completamente de madera y de una esencia muy especial, el chiringuito y la preciosa playa que le rodea se convirtieron en el perfecto telón de fondo para el "sí, quiero" de esta pareja.
Dejando de lado los temas de logística y menú –de los cuales se encargó el mismo establecimiento–, Álex y Lidia, con la ayuda incondicional de una Wedding Planner –ahora perteneciente al grupo Bidireccional Events–, comenzaron con el proceso de una decoración exclusiva y personal, pensada y elaborada completamente por ellos mismos. Grandes cantidades de palés, madera envejecida, botecitos de cristal, telas, pintura y dosis de ingenio e ilusión hacían falta para conseguir un resultado excepcional... Y las ganas, el trabajo y el amor dieron sus frutos. La pareja se vio envuelta en un trabajo diario de "lija, pintura y barniz" y en un vaivén de flores y muebles. Y todo para lograr lo que sus sueños –finalmente– alcanzaron: una decoración handmade única, en una mezcla ideal de estilos rústico, vintage y hipster, que logró darle una dimensión absolutamente idílica al espacio. Del mismo modo, tanto las invitaciones como su packaging fueron ideadas y elaboradas por ambos, exprimiendo al máximo sus dotes más profesionales y artísticas.
Y ¡por fin! 21 de mayo: llegó el gran día. Los novios eligieron para su cita unos looks impecables. Ella se decantó por un vestido romántico, sutil y muy elegante, obra de Gemma Sender. Lo acompañó de un calzado diferente: unas cuñas de esparto de Castañer muy oportunas para el veraniego escenario catalán. Un romántico ramo en tonalidades nude de Flors Muntaner puso el broche de oro a un vestuario sencillo y muy romántico. Él, por su parte, decidió lucir un traje de Mango Man en azul eléctrico mate, camisa blanca, corbata granate, y zapatos y cinturón en un bonito tono camel. Dos estilos muy diferentes pero personales y, en combinación, perfectos.
Desde las siete de la mañana, amigos y familiares de la pareja –y el novio incluido– iniciaron el montaje de la decoración en el chiringuito. Era el momento de descubrir la realidad de todo el esfuerzo que, tanto Álex como Lidia, habían estado realizando día tras día durante el último año. Después de la ceremonia, que contó con la espectacular entrada de la novia al son del Hallelujah, de Leonard Cohen, el Calamar recibió a novios e invitados en un enlace que acabaría convirtiéndose en uno de los más especiales vividos en ese lugar.
Más de cien invitados en un chiringuito con vistas privilegiadas; un exquisito banquete que culminó con un pastel desnudo de vainilla con mango de Le Tigré Cakes; una decoración inigualable, y una pareja absolutamente especial convirtieron un día de primavera en un momento inolvidable en la memoria de todos los que lo vivieron. Por ello, el equipo de Sahba –fieles testigos del gran enlace– no quiso perderse nada fotografiando cada gesto, cada detalle, cada sonrisa y cada lágrima de emoción. Supieron de lo increíble del momento y no quisieron que ningún instante de la boda de Álex y Lidia quedara en el olvido. De este modo, también vosotros podéis conocer hoy la representación más exacta de la ilusión, las ganas y el amor con esta fantástica boda. ¡Disfrutadla!