Javier y Maite: un día B de estilo industrial ¡lleno de personalidad!
Se conocieron en el colegio cuando eran niños y, gracias a las reuniones de antiguos alumnos, nació el amor entre ellos. Descubrid su historia, su esencia, su pasión... Y no os perdáis cómo se refleja en cada detalle y en cada momento de su día B.
Estos madrileños cruzaron sus caminos a los 6 años, en la escuela, cuando ninguno de los dos sabía qué era realmente el amor. Así, crecieron juntos hasta que, tras finalizar la primaria, Maite cambió de centro de estudios, dejando de ser compañera de clase de Javier. Pero las quedadas de antiguos alumnos no solo ayudaron a que mantuvieran el contacto sino que... ¡propiciaron que surgiera el amor veinte años después!
Más que un punto de partida...
Ya viviendo juntos y tan enamorados como al inicio de su relación, se prometieron tras siete años como novios. Javier sorprendió a la mujer que quería para siempre con una pedida de mano de lo más personal... Un lluvioso día de diciembre, llevó a Maite con lo ojos tapados al colegio donde crecieron y, en el patio, hincó la rodilla y descubrió un anillo solitario diseñado por él mismo –profesional de la escultura–.
De esta manera, emocionados, ese mismo día anunciaron su compromiso a sus familiares más allegados y, posteriormente, decidieron que la propuesta matrimonial se reflejaría en toda la papelería de su gran día. Por ese motivo, el protagonista de esta historia realizó un dibujo de aire infantil para las invitaciones de su cita nupcial y lo combinó con la calígrafa propia de los míticos cuadernos Rubio.
Para siempre: 30 de septiembre de 2017
Maite, una auténtica apasionada del mundo bridal, guardó un recorte de una revista donde se anunciaba el primer enlace matrimonial celebrado en La Estación, en Otero de los Herreros (Segovia) a los pies de la Sierra de Guadarrama. Le pareció un lugar único por estar fuera de lo común y lo vislumbró como el mejor enclave para su "sí, quiero". Se lo mostró a Javier al día siguiente de prometerse y él también sucumbió. Por eso, concretaron cita y, fascinados por el encanto de la antigua fábrica de ladrillo, de indiscutible estilo industrial –ideal para organizar eventos temáticos y totalmente afín a decoraciones de lo más particulares gracias a la variedad de naves y espacios que funcionan como lienzos en blanco–, en esa misma visita decidieron agendar una fecha para jurarse amor eterno.
Así, después de varios meses de preparativos vividos con mucha ilusión, llegó el gran día. El espacio estaba decorado al detalle con sillas de madera tipo tijera, un pasillo cubierto de olivo –como homenaje a los abuelos de ella–, helechos colgados de vigas, flores en tonos pastel y velas. El lugar perfecto para formalizar su unión en una ceremonia civil, donde reinaron las emociones y a muchos se les saltaron las lágrimas, incluso antes del intercambio de alianzas modeladas por el novio o del primer beso como marido y mujer.
Aún emocionados con las lecturas, los votos o el rito simbólico de la arena, los invitados dieron buen uso a los conos con sello propio repletos de pétalos al finalizar la ceremonia. A continuación, tuvo lugar el cóctel bajo tiras de luces blancas, donde se sirvió marisco recién cocinado, sushi y otras delicias. Entre tanto, el seating plan y los pequeños bodegones deco con arreglos naturales, de Campanilla –la floristería que se encargó de toda la decoración floral–, definieron a Maite, la responsable, como a la mejor wedding planner de su "sí, quiero".
Cuando llegó el momento del convite y la fiesta final, los asistentes se distribuyeron en mesas alargadas vestidas con manteles estampados, de Mantelroom, y ornamentadas con caminos de follaje, velas que aportaban calidez al ambiente y esculturas animales hechas por el novio. Como menaje: bajoplatos de mimbre y vajilla acristalada. Y como rasgo distintivo: las minutas y unas targetas de agradecimiento personalizadas para cada uno de los allí presentes. Claramente se apostó por contrastar la decadencia de la nave principal del enclave con motivos clásicos y románticos.
Durante el tiempo que duró la cena, la novia dividió su ramo en dos y entregó las partes resultantes a sus hermanas. Asimismo, repartió cuatro réplicas del mismo a sus mejores amigas y a su sobrina. ¡También las madres y algunos invitados especiales de la pareja recibieron un detalle! Y, llegando al final del gran día, los recién casados inauguraron la pista con su primer baile como marido y mujer, se abrió la barra libre, el DJ hizo sonar los mejores temas incluidos en la playlist nupcial y todos quedaron encantados con el candy bar y el photocall de inspiración tropical, con piñas y flamencos haciendo un guiño al verano.
¡Con estilo propio!
Javier lució un distinguido traje azul, de Calvin Klein, que combinó con camisa blanca, de Mirto, y zapatos acordonados en marrón. El toque de color lo puso con unos vistosos tirantes con pajarita a juego. Además, incluyó en su outfit un reloj de esfera azul y unos gemelos de plata con inscripción hechos a mano, regalos de la mujer de sus sueños.
Maite, que confiesa que siempre quiso sentirse "muy novia", se decidió por un traje de la línea Atelier Pronovias, confeccionado con mikado se seda, que fundía a la perfección sencillez y sobriedad con una larga cola y un corte limpio y sin florituras. Calzó unas sandalias de tacón, de Lodi, y brilló con su anillo de prometida y con unos pendientes clásicos, de 100 años de antigüedad, prestados por una íntima amiga. Lo conjuntó todo con un bouquet de flores preservadas en verdes y rosados, y con la apuesta de belleza de Beautymood: semirecogido sencillo, maquillaje marcado y manicura francesa con esmalte rosa.
Un recuerdo maravilloso a golpe de clic
Ángel Santamaría fue el profesional de fotografía elegido para inmortalizar cada detalle, momento y emoción del gran día, consiguiendo un álbum nupcial inmejorable. "El trabajo de Ángel va más allá de retratar personas o cosas (...). Es capaz de capturar sentimientos", cuenta Maite. Y él deja claro que la complicidad con la pareja fue total. "Son geniales. Más que geniales. Me emocioné con su historia y disfruté como pocas veces en una boda. Son de esas parejas que me encantaría retratar siempre. Parejas que buscan alguien que documente su historia y su enlace con fotos robadas". ¡No os perdáis la selección de "imágenes con tinte romántico"!