Guía práctica (y rápida) para el novio

Suele ocurrir que cuando una pareja decide dar el paso y casarse, ella parece que lo ha hecho toda la vida (por la soltura con que se pone a preparar el gran día) y él está más perdido que una almeja en un botijo. Chicos, no sufráis, es del todo normal. Seguid estos sencillos consejos y todo irá rodado:

Podéis y debéis echar un cable en... 

La lista de invitados, la fecha y el lugar de la boda. La primera, por motivos obvios: si la dejáis sola con eso, vuestra futura corre el riesgo de morir en el intento. La fecha, para aseguraros de que el día de la boda no coincida con la final de un Mundial o de la Champions, por ejemplo. Lo del sitio es lógico: también os tiene que gustar a vosotros algo que, a la larga, se comerá buena parte de vuestro presupuesto. Encargaos de la música. Se trata de uno de los elementos que marcan la diferencia entre una boda normalita y una memorable. Tomad la delantera en la luna de miel. Aquí no hay excusas: tiene un pase no tener ni idea de flores, pero viajar sabemos todos.

Qué no tocar

Os aconsejo que no os metáis en el diseño, la logística y el envío de las invitaciones. Aceptémoslo, ellas son mejores. Evitad, a su vez, dar consejos sobre qué tipo vestido debe lucir la novia: seguramente os gustará el primero que ella descartó. El pastel es otra guerra perdida: limitaos a catarlo, que no es poco. Por no hablar de las flores. A no ser que alguno tenga una floristería, se puede vivir perfectamente sin saber qué es una Peonia o qué rasgos definen a la Paniculata. 

Os marcáis un tanto si...

Sorprendéis a la novia con un regalo el mismo día de la boda. Típico, pero tremendamente efectivo. Ponéis cara de asombro cuando ella os diga que ya tiene las flores o el pastel, después de haber visto cientos de ejemplos de ambas cosas. Chicos, nosotros lo tenemos muy fácil, pero ellas, con una boda, se cargan con un nuevo trabajo a tiempo parcial. Qué menos que agradecerles que lleven el peso de la organización de vuestra boda.