Exclusividades fotográficas

Como bien sabréis, en el mundo de las bodas sigue vigente el asunto de las exclusividades fotográficas. Bueno, de hecho, ahora se les llama “recomendaciones”. Sé que es un tema polémico, pero no por ello no hay que dejar de abordarlo. Algunos lugares (por supuesto no en todos ni mucho menos), por celebrar allí vuestro banquete, os sugerirán cuatro o cinco fotógrafos.

A partir de ahí pueden pasar dos cosas: una, que alguno os guste y lo contratéis, o dos, que ninguno os apasione lo suficiente y, sencillamente, optéis por buscar otro fotógrafo. ¿Qué pasa entonces? Del mismo modo, pueden ocurrir dos cosas: que el sitio en cuestión os dé el OK para que traigáis a vuestro propio fotógrafo sin coste adicional o bien que os digan que para que esa persona pueda trabajar en ese lugar hay que pagar una cantidad de dinero determinada.

Vaya por delante que con en este post no pretendo estigmatizar las estrategias comerciales de nadie. Tan sólo os invito a darle al fotógrafo la importancia que realmente merece. Seguramente, los fotógrafos que os recomienden sean excelentes profesionales. Pero mi consejo es que si tenéis la más mínima sombra de duda sobre si su manera de trabajar se amoldará a vuestro estilo, no os veáis en la obligación de contratarlo.

Pensad en vuestra boda en clave de “día único en vuestra vida” y que, con el tiempo, tan sólo tendréis las fotos (y el vídeo) para recordarlo. Por mi experiencia, con los fotógrafos pasa lo mismo que con el amor: si es a primera vista, mejor que mejor. Me lo decía una buena amiga la semana pasada: “Para mi boda tengo al fotógrafo que yo he elegido. No al que me han recomendado. Y ello ha implicado tener que olvidarme de hacer la boda en ciertos lugares. Pero yo tengo a mi fotógrafo”. Pues eso.