El preboda de Agui y Arturo en París

París, la ciudad de la luz, del amor, del romanticismo… y la ciudad de la que guardamos un recuerdo especial, no solo en nuestra memoria, sino también en nuestras retinas. Y todo gracias a este último viaje, el de la preboda. La verdad es que no tengo muy claro como hemos terminado en París. Bueno sí, todo ha sido gracias  a nuestro fotógrafo, Adrián Tomadín, y sus ganas por hacer de nuestra boda una obra de arte.

La primera vez que quedamos con Adrián la cosa quedó en hacernos un preboda con nuestro perro, Leoncio, un yorkshire de 4 años que nos ha robado el corazón. La idea de Adrián es conocernos mejor para que él pueda contar nuestra boda desde otro punto de vista, así que eso hicimos, quedar con él para tomar unas cañas y charlar. A Arturo y a mí nos fue muy fácil hablar sobre nuestros sentimientos, deseos y expectativas, por lo que un tema llevó a otro y le contamos nuestra pedida de mano. Podéis imaginar el lugar, París. El motivo de elegir esta ciudad no es porque sea la ciudad del amor, sino porque mi película favorita es Moulin Rouge.

En ese mismo instante Adrián nos soltó “¡Vámonos a París para hacer el preboda!”. Arturo y yo nos miramos con cara de "éste está loco", pero le escuchamos. Realmente su propuesta encajaba a la perfección con lo que nosotros queríamos para el reportaje de la boda: contar una historia desde el principio hasta el final, desde la pedida hasta la boda. El hándicap como siempre era el dinero. Afortunadamente a mi chico le pareció una gran idea… y, además, en la actualidad viajar a París es pan comido. Sólo se necesitan ganas e internet, y las compañías low cost hicieron el resto.

Hemos vivido dos días intensísimos en París. El viaje comenzó un domingo a las 5 de la mañana, con los ojos pegados y nuestras maletas llegamos al aeropuerto y nada más poner un pie en parís empezó el reportaje. Pedimos un suculento desayuno que teníamos que inmortalizar.

Recorrimos de nuevo la Torre Eiffel, el Louvre, los Jardines de Luxemburgo, Notre Dame, el Sena y, por supuesto, Montmartre. Un viaje de nuevo inolvidable.

La verdad es que no sabíamos cómo iba a salir esta experiencia, ¡irnos a París con un fotógrafo! Reconozco que todo el mundo al que se lo contábamos alucinaba. No teníamos muy clara la idea de cómo sería eso de dejarte fotografiar delante de miles de personas  y sin ninguna experiencia previa, pero fue muy fácil. Realmente era como ir con un amigo, que te hacía fotos  (me ahorré llevarme la cámara) y, pese a la multitud, pasábamos desapercibidos.

En definitiva, que esto del preboda nos ha encantado y por supuesto, ha merecido la pena. En primer lugar por el viaje; siempre es agradable volver a París. En segundo lugar por la experiencia con Adrián, que ha dejado de ser un “desconocido”, o simplemente el fotógrafo, y sé que el día de la boda vamos a estar mucho más cómodos. Y, por último, ha merecido la pena porque el reportaje es precioso.

Nosotros recomendamos esta experiencia a todo el mundo. La boda no solo es un día… es una historia de la que hay que disfrutar cada minuto.