El día B de Pitus y Olivia en casa de los abuelos: ¡auténtico!
¿Montar una celebración matrimonial en una casa familiar? Sí, quisieron. Organizaron la boda de sus sueños contando con la ayuda de todos sus seres queridos y vivieron uno de los días que no se cansarán jamás de recordar. ¡Único!
Las regatas de optimist de dos pueblos vecinos del Maresme (comarca de Barcelona) hicieron que sus caminos se cruzaran. Pitus, de Vilassar de Mar, y Olivia, de Cabrera de Mar, coincidían en la playa desde pequeños e, incluso, compartían algunos amigos en común, pero no se conocieron hasta que fueron adolescentes. Los presentaron en la discoteca 759 –mítica en su época por reunir a todos los jóvenes de la comarca los fines de semana–, y por fin, empezaron a hablar. Se hicieron buenos amigos y, al cabo de un par de años, en una noche de San Juan, en la playa y entre petardos y fuegos, se dieron el primer beso. Así, el verano anterior a iniciar sus estudios universitarios, empezaron una bonita relación sentimental que, tras años, puso el broche de oro con un "sí, quiero" muy especial...
Para Olivia era un sueño casarse en casa de sus abuelos. A pesar de que el enclave no permitía tener un plan B y los espacios no estaban idealmente pensados para la celebración de eventos y celebraciones, junto a Pitus y con la implicación de toda la familia y amigos montaron una boda donde más cómodos se podían sentir. De esta manera, la placita para los coches funcionó como perfecto espacio para el banquete, el antiguo lavadero pasó a ser una barra de bar, el tenderete se convirtió en pista de baile... Con el propio encanto de la finca, el mobiliario de Abanik y la decoración handmade –con barquitos de origami–, ¡"la casa dels avis" brilló más que nunca!
Un día especial con mucha magia
El día superó las expectativas de los novios y las de todos los invitados. Empezó con una ceremonia civil poco formal y muy cercana –oficiada por un amigo íntimo de la pareja–, contó con el canto de una adaptación de la canción Al mar, del grupo Manel, por parte de unos amigos, con las lecturas de los hermanos y mejores amigos de la pareja –que hicieron tanto reír como llorar a más de uno–, y con un final totalmente personalizado: los novios recorrieron el pasillo central bajo tablas de surf –deporte que Pitus y su círculo cercano practican–.
Y llegó la hora de la celebración. ¡Aperitivo, banquete y fiesta! El piscolabis fue súper característico e incluyó los platos preferidos de la pareja, por más sencillos que fuesen. Por ejemplo, se sirvieron daditos de pollo rebozados con salsa de curry o espaguetis con ajo y gulas. ¡Exitazo!
La comida fue espectacular. Triunfó el bufé de postres que preparó el catering Azulius, con un montón de pasteles diferentes –cheese cake, lemon pie, brownie...– y una amplia variedad de frutas cortadas, así como el carrito de helados que les regalaron los primos de Olivia a los novios, ¡por sorpresa! Y el momento más emocionante de la comida fue cuando Pitus dió un discurso inesperado, en el que mencionó a todos los presentes y les agradeció su compañía, dedicando unas palabras a la mujer de su vida ¡como si nadie lo escuchara y se tratase de una profunda declaración de amor! Conmovedor 100%.
Pero, si a Pitus se le pasó por la cabeza que solo él iba a dejarlos a todos pasmados con sus palabras, se equivocaba. Olivia también quería dejarlos boquiabiertos y, sin duda, lo consiguió. Decidió hacer algo que nunca antes había hecho: ¡cantar! Le pidió ayudo a su cuñada, pianista, y protagonizó una actuación cantando City of stars, de Emma Stone –un tema del que los dos son unos apasionados–. ¡Todos alucinaron! Sobre todo, el que se había convertido en su marido. Y de esta manera, los novios inauguraron la pista de baile con unos románticos pasos y se dio paso a la fiesta con música en vivo.
"Menos es más"
Para convertirse en esposa de Pitus, Olivia se enfundó un conjunto dos piezas, con falda lisa abotonada por detrás y cuerpo de encaje con espalda escotada, de Marta Martí Atelier. Fiel a su estilo poco recargado, lo combinó con un ramo de flores silvestres, con un peinado desenfadado que incorporaba un antiguo pasador joya de su abuela y con un maquillaje súper natural. Y Pitus lució espléndido vistiendo un traje chaqueta azul prusiano, de aire informal, conjuntado con una camisa blanca y accesorios en beige. Los dos, ¡tan sencillos como estupendos!
El álbum favorito
Los profesionales de la fotografía que hay detrás del naming El ramo volador fueron testigos del encanto de este enlace y confiesan que vivieron el reportaje nupcial como un "disfrute total". Por su parte, la pareja asegura que repetiría sin pensarlo, pero que lo haría a cámara lenta para sentirse flotando de felicidad más tiempo... No hay duda: ¡fue increíble! No hay más que ver las fotos. Con su espontaneidad y calidad, son un claro reflejo de la personalidad que tuvo esta bonita cita nupcial.