Diferencias entre el amor adolescente y el amor adulto
No hay un amor mejor o peor, son sencillamente diferentes.
El amor tiene mil y una formas de manifestarse. No hay un momento perfecto ni un lugar preciso. No entiende de sexos ni de clases sociales… Pero, si hay algo de lo que el amor no tiene ni idea, es de la edad. Da igual que tengamos 15 o 40 años, si decide entrar en nuestras vidas no lo va a frenar nada ni nadie.
La vida y la experiencia son directamente proporcionales y este es el motivo por el que encontramos tantas diferencias entre el amor adolescente y el amor adulto.
El amor adolescente
Durante la adolescencia vivimos un cambio continuo. Sufrimos una metamorfosis progresiva a nivel general que no siempre es fácil de llevar. Estamos conociéndonos, sintiendo, mirando y caminando por terrenos desconocidos. Hemos dejado atrás la edad infantil y hemos saltado a otro universo tan excitante como inseguro. Seguimos teniendo normas y horarios con los que vamos haciendo malabares y todo va bien hasta que aparece ese sentimiento que nos desestabiliza: el amor romántico.
El amor en la adolescencia es difícil de interpretar. Lo novedoso nos crea mil dudas y queremos saberlo TODO y YA. Somos nuevos en esto del amor y queremos que sea perfecto, como siempre habíamos imaginado. Los noviazgos en la adolescencia son una aventura, pero, al ser principiantes, los altibajos están a la orden del día. Se mezclan las ilusiones con las frustraciones… Si las cosas no van bien, sufrimos de una manera que roza la ficción porque es más lo que imaginamos que lo que vivimos. Si, por el contrario, todo va bien, es un nunca te dejaré, una promesa que no suele cumplirse. A medida que crecemos, vamos encontrando nuestro camino y la otra persona no siempre toma el mismo que nosotros o quizá no anda a la misma velocidad por él. Así que, generalmente, nos separamos, porque crecer es inevitable…
El amor en la adolescencia puede llegar a ser un amor que nunca se borre de nuestro disco duro, precisamente por haber sido el primero. Real o platónico, nadie olvida el primer amor.
Nuestro bagaje amoroso: ¿pro o contra?
El amor, como decíamos al principio, es bastante ignorante (sin acritud). El amor nos llega a cada uno de forma diferente porque cada persona lo vive y lo siente a su manera. Las circunstancias lo son todo y el amor puede verse dañado o beneficiado por ellas. Nuestro ayer conforma nuestro hoy y si hemos tenido experiencias nefastas tenderemos a actuar con recelo, inseguridad o desgana. En cambio, si hemos tenido un pasado amoroso positivo, estaremos más predispuestos a sentir sin miedos y no pondremos barreras a nuestros sentimientos.
A grandes rasgos, el adulto sabe a dónde quiere llegar y cómo hacerlo; el “con quien” ya es más complicado. Hemos ido ganando seguridad en nosotros mismos y, es por eso que a veces, aumentando nuestra exigencia, aumenta también la dificultad para encontrar a quien queramos incluir en nuestra vida, que nos merezca realmente la pena.
Un amor maduro
Llegados a un punto —aunque siempre queden cosas por aprender—, sabemos lo que queremos, pero sobre todo lo que no queremos. Hemos caído y nos hemos levantado. Hemos sufrido y aprendido. Ahora nuestra mirada no es la de antes, cuando parecíamos llevados por el viento. Ahora reconocemos los caminos y, si nos despistamos, tenemos herramientas más que suficientes para recalcular la ruta. Por eso, el amor adulto es un amor maduro, comprometido, pausado, profundo.
Es paradójico porque el adolescente que fuimos está en nosotros, somos nosotros mismos. La diferencia es que ahora hemos evolucionado, aunque en ocasiones es inevitable comportarnos como tal. Otras veces rechazamos esa parte de nosotros y nos comportamos como si estuviéramos de vuelta de todo y vamos con pies de plomo por si nos hacen daño. Resulta gracioso que, aunque a estas alturas de la vida tengamos una mochila cargada de cosas buenas y malas, tendremos que ir aumentando su capacidad de carga o liberando espacio cuando el amor entre en nuestra vida. Superaremos miedos, limaremos diferencias y aprenderemos el sentido completo del amor a través de la sinceridad, el respeto y la comunicación.
Amor, al fin y al cabo
Y no debemos olvidar que todo este aprendizaje empezó hace años, en el momento en el que advertimos que no había reglas; que a amar se aprende amando. ¿Antes o ahora? No hay un amor mejor o peor, son sencillamente diferentes.
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