Consejos para que todo salga bien en la boda

Casarse es bonito. Increíble. Genial. Pero también os lo advierto: es agotador. Resulta tremendamente fácil quedarse atrapado en las prisas de los preparativos, corriendo así el riesgo de no disfrutar a tope del mejor día de vuestra vida. Así que quedaos aquí conmigo, que os explicaré algunos truquillos (que yo seguí en su día) para vivir con intensidad el día de vuestra boda.

Dormid mucho la noche anterior. Nada de despedidas de soltero/a la noche antes del gran día en plan “Resacón en Las Vegas”. Hacedlas una o dos semanas antes. Si la noche anterior fue de traca, el cansancio os impedirá leer correctamente vuestros votos y pisaréis a la novia una y otra vez durante el vals.
 
Antes de encaminaros hacia el altar, tened un minuto de intimidad con vuestros amigos. Casarse implica abrir una nueva etapa en vuestra vida, pero no supone, necesariamente, el final de las salidas con los amigos/as. ¡Novia! Reúne a tus damas de honor antes de entrar en la iglesia y fúndete en un abrazo sincero con ellas que les transmita que, a pesar del matrimonio, seguirás siendo siempre la misma. Es, también, una buena manera de templar los nervios instantes antes de la ceremonia.
 
Prohibido preocuparse las 24 horas anteriores a la boda. Vuestro trabajo como ‘Wedding Planners’ improvisados termina el día antes de la misma. A partir de ahí, tan sólo disfrutad y prometeos a vosotros mismos que simplemente fluiréis y os dejaréis absorber por la atmósfera que se creará. ¡Cada segundo cuenta!

Centraos el uno en el otro. Si, a pesar de los esfuerzos, la boda os sale caótica (que no lo será), relajaos pensando que él/ella es la persona con la que vais a estar el resto de vuestra vida, en el futuro que vais a construir juntos y en el pedazo de luna de miel que os vais a pegar. Si sois capaces de hacer esto, todo lo demás os importará poco y empezaréis a disfrutar.