Claves para escoger la mantelería del día B

Ya sabéis que, aunque llaman la atención las ideas originales para bodas grandiosas, son los pequeños detalles los que marcan verdaderamente la diferencia. Por eso no es extraño que permanezca en la memoria el relieve de la caligrafía a mano de vuestras invitaciones de boda o que la original presentación de los prácticos detalles de boda sea algo que todos los presentes tarden en olvidar.

La elección de la mantelería es uno de esos básicos que hay que mimar especialmente para lograr el resultado deseado. Y aunque muchas parejas deciden no vestir las mesas de su banquete nupcial con este elemento textil por excelencia, son todavía más las que se decantan por hacerlo. ¿Queréis acertar de lleno a la hora de escogerlo? Descubrid las claves necesarias para triunfar.

¿Cuándo es la boda?

Hablamos de estaciones, que cambian ligeramente los tejidos, como la seda o el lino, pero sobre todo la gama cromática empleada. Así, en otoño e invierno, los colores más oscuros y sobrios –como granate, morado, azul intenso, verde, gris, marrones o colores teja– adquieren mayor protagonismo. Mientras que en primavera y en verano hay más preferencia por una amplia variedad de tonos pastel, que incluyen desde el aguamarina y diferentes tonalidades verdosas, hasta arenas, suaves naranjas, rosas palo o gris perla, por ejemplo. Sin olvidarse de opciones más intensas, como fucsias o malvas. ¿Qué os parece la idea de escoger el color de la mantelería a juego con el del ramo de novia natural?

¿A qué hora?

Además del mes, hay que tener en cuenta el momento del día en que se celebrará el enlace, ya que existen unas reglas de oro que, independientemente de que se cumplan o no, ayudan a orientarse.

De este modo, si la boda será por la mañana –sobre todo en exteriores– lo ideal es jugar con tonalidades vivas, como rosas, fucsias, verdes intensos... De celebrarse en un interior, tonos como los neutros (almendra o marfil) serán muy indicados, al igual que los verdes, grises, o azules en sus gamas más suaves. En ambos casos, y más allá del color, se puede jugar también con los estampados y con los tejidos. ¡Dad rienda suelta a vuestra imaginación!

Sin embargo, por la tarde y por la noche es mejor optar por mantelerías de colores suaves que aporten luminosidad al espacio: blancos, beiges, ocres, satinados dorados y plateados, blancos, beiges...

¿Cómo es el espacio de celebración?

Ya que tendréis que estudiar el espacio de celebración en profundidad para depurar las ideas de decoración para bodas, conviene que también tengáis claras algunas cosas respecto a la mantelería. Lo primordial es saber si existen diferentes opciones entre las que elegir para que el resultado sera lo más parecido posible a la idea de enlace que tenéis en la cabeza. Y si, llegado el caso que ninguna os convenza, tenéis la posibilidad de contratar esta partida por vuestra cuenta sin que ello suponga ningún problema. Recordad que es mejor tener autonomía y libertad para que vuestra boda sea única. En cualquier caso, aseguraos bien antes de firmar el contrato.

¿Cuál es nuestro estilo?

Os lo habréis preguntado decenas de veces: al elegir el repertorio de canciones románticas para la boda que bailaréis juntos, al escoger el tipo de ceremonia o, incluso, a la hora de redactar los textos para las invitaciones de boda. Pero ahora toca centrarlo en los detalles de la mantelería y asegurar que esta combinará a la perfección con el resto de elementos del lugar de celebración. Recordad que la armonía es clave para que el resultado sea equilibrado. ¿Queréis respetar las líneas base del entorno o, por el contrario, aportar un plus? Arriesgarse puede suponer una mejora increíble, pero si tenéis dudas está bien conservar la elegancia con un clásico de hilo blanco.

¿Y el tipo de mesa?

Si os decidís por una mesa redonda, cuadrada, rectangular, imperial, en herradura… no importa: los manteles deben ser más grandes que su superficie y caer por los lados sin llegar a rozar el suelo, excepto en las esquinas de las mesas alargadas. Recordad además que, más allá del color y el estampado, deberéis decidir si lo queréis con o sin vuelo, y con o sin calados. En este último caso, es mejor contar con doble mantel para que no se vea la superficie que hay debajo. Aunque también hay otras opciones, como caminos de mesa o manteles individuales, que pueden quedar ideales en una boda rústica.

¿Qué precio abarcamos?

A veces no se tiene en cuenta el coste de esta partida a la hora de elaborar el presupuesto de la boda ya que, por lo general, está incluida en el precio del menú o del catering. Pero si no os seducen del todo las opciones que os presentan, no lo dudéis e informaos sobre precios y calidades, y estudiad las muchas posibilidades que una buena mantelería puede aportar a vuestro enlace. Además, esta partida no tiene porque desestabilizar la economía de la boda, pues siempre puede ahorrarse en el cómputo global al decantarse por opciones como el alquiler de vestidos de novia.

¿Cómo lo rematamos?

Con buenos centros de mesa, por supuesto. Pero también, muy importante, con las servilletas. Este otro básico textil es imprescindible para rematar el aspecto general de la mesa del banquete, acentuando la intensidad –por ejemplo, con un toque de encaje para un mantel liso–, manteniéndola –con modelos idénticos a la mantelería– o diluyéndola –con servilletas monocromáticas sobre manteles estampados–.

Si aún no estáis totalmente convencidos de la importancia que la mantelería tendrá en vuestro gran día, pensad que, hasta que suenen las canciones para bodas y llegue la hora de menear las colas de los vestidos de fiesta en la pista de baile, la textura del mantel será lo único que roce las piernas de vuestros invitados. Cuidad mucho de estos detalles exquisitos... ¡y marcad la diferencia el día B!