La boda de Fernando y Lucía en Granada, Granada
Al aire libre Verano Naranja 5 profesionales
F&L
25 Jul, 2015El día de nuestra boda
Después de once meses muy duros por la organización a distancia (vivimos en Suiza) y otras circunstancias personales, llegó el gran día. Todo el mundo me decía que estaría como un flan, que el tiempo se pasaría rapidísimo y que me olvidara de lo que no saliera como esperaba. Dos de tres, nada de nervios, pero de las otras dos no pude librarme.
Los invitados habían llegado de todas partes del mundo (literalmente) y de España: Cantabria, Valladolid, Madrid, Turquía, Francia, México, Grecia, Noruega, Suecia, etc. En la boda (y las tapas preboda que disfrutamos el día anterior) se iban a hablar más de 8 idiomas, tenía que tener la cabeza fresca. Así que así fue: en mi casa yo era la que más tranquila estaba. ¿Para qué tenía que ponerme nerviosa, si ya estaba todo hecho? Nuestro blog había funcionado, el hashtag para las redes sociales ya estaba echando humo y todo lo que me había propuesto hacer, antes o después, ya estaba en su puesto de salida, sólo había que empezar.
Entre esos objetivos que yo tenía, estaban, a modo de ejemplo, los save the date, las invitaciones, los números de mesa y los misales que diseñé yo misma. La impresión de casi toda la papelería se hizo en la Imprenta San Antonio. Y los detalles de la boda (también de idea y diseño propios), los amenities, preparados por mi madre y mi cuñada y las decoraciones de la boda, que hicimos también los días previos a la boda, hicieron del LuandFerbigday un evento muy personal.
Seguir leyendo »Había elegido a David Valderas como estilista para mi cuñada, mi madre y para mí. En cuanto puso el pie en mi casa comenzó el desfile de secador, brochas y potingues. Entre tanto, mi hermano fue al centro a recoger mi ramo y los complementos del coche a Nerine Arte Floral, traerse el coche de mi suegro que iba a ser el de los novios, y recoger a las fotógrafas, Lucía Alonso de Pelillosderatón y Paula G. Furió, que la acompañaba.
Al medio día, la casa de mis padres parecía el camarote de los hermanos Marx, mi madre haciendo tortilla, David terminándonos a las 3 (cuando me tocaba a mí, estaba repasándome el esmalte de uñas, y me fui corriendo a la ducha), las chicas haciendo fotos por el jardín, la liga se me cayó antes de salir de casa sin darme cuenta así que es muy probable que no llevara algo azul, pero yo tan feliz, oiga.
Nos casábamos a las 17:45 en la Abadía del Sacromonte, un lugar muy especial para mi familia. Había un poco de caos a la entrada, y aunque yo iba -tradicionalmente- un pelín tarde, debería de haber tardado un poco más en llegar. ¡¡Señor, tenía que haber contratado una wedding planner number 2 para el gran día!! Porque mi madre, por supuesto, era la wedding planner number 1.
Fuera de bromas, fue una ceremonia preciosa gracias a nuestro sacerdote, emotiva, participativa, muy internacional y como no en Granada, calurosa. 37º para el niño y la niña con incluso alguna que otra lipotimia. Ay, mejor nos vamos a hacernos las fotos al Albaycín, que además tuvo su gracia: Hubo hasta que echar gasolina y al volver había tal atasco montado entre taxis y furgonetas de reparto de las cuevas del Sacromonte, que cómo serían nuestras caras de “flipe” que los turistas nos hacían fotos desde fuera del coche. Y aunque un pelín tarde, ¡conseguimos llegar al convite! (¡Por lo más “sagrao”, dadme jamón y una cerveza!)
Desde la Iglesia los invitados se desplazaron hasta La Chumbera del Grupo La Mamunia, que pudieron rebajar el calor con el cóctel de bienvenida, el cava y las limonadas que les tenían preparados. Estaba todo tan rico y era tal la cantidad que algunos se preguntaban con asombro si de verdad después había cena. Qué decir del lugar, las fotos hablan por sí solas. La temperatura nos dio una tregua a media tarde, el servicio fue muy rápido, la calidad de la comida era la prometida en la degustación que hicimos en abril, todo perfecto. Se portaron muy bien con los invitados y con nosotros, no podría haber salido mejor. El transporte desde Granada al Sacromonte (y vuelta) corrió a cargo de STG, unos profesionales como la copa de un pino.
Quisimos tener guiños con nuestro país de adopción, y entramos a ritmo de una canción suiza, y que los invitados se metieran en el papel. El baile, a cargo de iEvent y la barra libre se alargó hasta las 4 de la mañana, que como tanto nosotros como los invitados habíamos consumido tanta energía al soportar ese calor tan “granaíno”, no pudimos continuar, por muchos mojitos que nos metimos entre “pesho" y espalda. Los novios nos hicimos de rogar a la hora de bailar, porque oye, ¡que nosotros no bailamos!, pero en fin, Moon River, interpretada por Audrey Hepburn fue la elegida por si no nos podíamos escapar.
Una historia entre un santanderino y una granadina, 4 años y medio a caballo entre Alemania, Suecia y Suiza culminó con un grandísimo (y fugaz) día, en el que igual se pudieron mejorar muchas cosas, pero que viví con la ilusión de una novia, como tiene que ser.
¡”Casaos”, que es lo mejor que hay!
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